Líder de los futuristas, fundador del formalismo ruso y alma mater de la Opoyaz (la Sociedad para el Estudio del Lenguaje Poético, uno de los grupos artísticos más importantes de la época), Viktor Shklovski (San Petersburgo, 1893-Moscú, 1984) fue uno de los grandes intelectuales de la turbulenta Rusia de entre 1910 y 1930. En este periodo, fue testigo de guerras, revoluciones, golpes de Estado y ocupaciones, de las que dio testimonio en una obra innovadora de la que ‘Viaje sentimental’, las memorias que ahora recupera en España la editorial Capitán Swing, es su texto más representativo.
En ‘Viaje sentimental’, en la que se relatan los viajes del pensador por Rusia, Persia, Ucrania y el Cáucaso durante la Revolución Rusa, está la exploración en las nuevas formas de la literatura y del arte experimentales, que él consideraba como un nuevo «barroco» en contraposición al simbolismo, y los retratos de los artistas y escritores que Shklovski trató en aquellos años (los Hermanos de Serapión, Gorki, Blok, Gumiliov y Mandelstam), unos hombres que «de manera ininterrumpida durante la Primera Guerra Mundial, la revolución y la guerra civil, persistieron febrilmente en su arte», explica el autor del prólogo del libro, Richard Sheldon.
Para Shklovski y sus contemporáneos, «el propósito del arte es el de impedir la sensación de las cosas como son percibidas y no como son sabidas». El arte debe generar «extrañeza», debe hacer difíciles las formas, porque la percepción «no es un fin en sí mismo», explica el autor de otro libro legendario, ‘Zoo o cartas de no amor’, dedicado a su musa, Elsa Triolet.
Pero Shklovski no fue sólo un hombre de teorías, letras y arte. Cuando Rusia, en el verano de 1914, entró en la Primera Guerra Mundial, el escritor se alistó en el Ejército Rojo y fue destinado a Galitzia y Ucrania. Herido en dos ocasiones, estuvo a punto de morir. Sus experiencias en el frente lo desilusionaron y a punto estuvo de acabar en la cárcel por su participación en las conspiraciones que trataban de restaurar la Asamblea Constituyente, disuelta por los bolcheviques. Él se consideraba un «futurista de derechas».
Al final de la guerra, fue exonerado, pero nunca dejó de ser un verso suelto en lo que iba a convertirse en un monolítico régimen soviético. Al contrario que muchos de sus contemporáneos, se opuso a la vinculación de los artistas con la nueva sociedad. «El arte siempre ha sido independiente de la vida; su bandera nunca ha reflejado el color de la bandera de la fortaleza», proclamaba.
‘Viaje sentimental’ es, al estilo de Trapote y del género de moda hoy en día en la literatura, una «novela de no ficción», escribe Sidney Monas, el recientemente fallecido profesor de Estudios Eslavos y Euroasiáticos de la Universidad de Texas, que también prologa el libro y compara a Shklovski con Tolstoi o Cervantes porque su obra contiene a la vez fondo y su propia estética. Quizá la única manera de explicar el tiempo que le tocó vivir.
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