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Las escritoras olvidadas de la literatura latinoamericana

Por Cadena SER  ·  14.10.2019

No es de extrañar que José Donoso llamara al boom “la pandilla masculina”. Fueron todos hombres, muchos casados con escritoras, cuyas carreras quedaron atrás por sustentar la de ellos. La división de los cuidados, eminentemente escorada hacia las mujeres, fue la que hizo que ellos tuvieran tiempo de escribir, leer, inspirarse, viajar… Mientras ellas cuidaban de los hijos, organizaban las tareas y se encargaban de darles apoyo moral. No solo afectó a Elena Garro, Aurora Fernández o Mercedes Barcha Pardo; también Carmen Martín Gaite, casada con Rafael Sánchez Ferlosio, se quejaba en una entrevista que las tareas del hogar no le dejaban tiempo para escribir.

“Las tareas domésticas una constante también en España, recuerdo una antología de la editorial Alba, donde Gonzalo Torné recuperaba españolas poetas y casi todas ellas habían sido esposas de otros escritores y se quejaban de esto. Por eso una también se pregunta si casarse con un escritor era bueno o malo”, bromea Luna Miguel.

A todas ellas y a otras tantas escritoras, que no fueron mujeres de escritores, pero que sufrieron los mismos prejuicios que sus compañeras, decida Luna Miguel el ensayo El coloquio de las perras. El libro, que edita Capitán Swing, pretende emular lo que otras antologías han hecho, como el proyecto Las Sinsombrero, que buscaba ensalzar a las mujeres invisibles de la generación del 27, o Cómo acabar con la escritura de las mujeres, de Joanna Russ, un libro publicado en 1983, en el que imita el estilo de una guía, pero con tono sarcástico para contar cómo se ha menospreciado o silenciado a las escritoras anglosajonas.

Eso mismo hace Luna de Miguel, tomando prestado el libro de una de las escritoras que menciona, Rosario Ferré, que a su vez lo toma del mismísimo Cervantes y su obra El coloquio de los perros. Ferré utilizó ese título para analizar la misoginia literaria en los años noventa, ahora toma el relevo de Miguel en este texto. “Decido hacer la selección de gustos y manías personales, historias y obras tienen resonancias con el momento presente”, explica en la SER la escritora.

“Tenemos desconocimiento profundo que tenemos de la literatura latinoamericana escrita por mujeres”, dice Luna Miguel, por eso ha decidido reivindicar estas figuras femeninas. Ha elegido 14 y, entre ellas, solo hay una española. A todas, después de ubicarlas en el contexto histórico y literario, les escribe una carta. 

Desde figuras más populares como Elena Garro -de la que García Márquez dijo que había inventado el realismo mágico-, Gabriela Mistral -única latinoamericana que ha recibido el Nobel-, o Alejandra Pizarnik -poeta reivindicada desde hace unos años-, hasta otras más desconocidas como Alcira Soust Scaffo -que escribía cartas de odio a Franco continuamente-, Agustina González López -asesinada por el franquismo junto a García Lorca- o María Emilia Cornejo, o la colombiana Marvel Moreno.

El objetivo es que sus obras sean leídas y reivindicadas, y, como señala la autora “con la esperanza de que la egoísta y peligrosa raza del escritor macho quede de una vez extinguida”. Lo más interesante, más allá de ensalzar estos nombres, es ver cómo todas ellas sufrieron los mismos estereotipos y prejuicios. “Exageradas”, “traidoras”, “frívolas”, “locas”, “menores”… son adjetivos que se repiten cuando los escritores o críticos literarios o perioditas hablaban de ellas. Curioso es el caso de Pita Amor, a la que acompañaba un adjetivo que poco tiene que ver con lo literario: “guapa”. “Más allá de mí se juzgará mi verso”, escribía Amor, pero se equivocaba, el machismo imperante solo la juzgaba a ella, como lo hacía con sus compañeras.

Antes que conocer los títulos de sus poesías, ensayos o novelas, conocemos sus historias. Con quién se acostaron, de quién se divorciaron, a quién influyeron, cómo acabaron locas. “Se van repitiendo hasta el punto que las dos mexicanas de las que hablo, en algunas de sus biografías, algunas señalan que murieron solas y rodeadas de gatas, en un intento de ridiculizar su propia muerte”, explica Miguel.

Poco más parecía interesar de estas creadoras. Esas que no pertenecieron al boom, porque estaban siempre al margen, esas que no lograron asociarse, juntarse, defenderse, ayudarse. Todo eso ha cambiado, dice Luna Miguel, porque desde hace unos años el #MeToo literario está cambiando las dinámicas. Este mes vuelve la iniciativa #LeoAturoasOct,que lleva cuatro años. En ella, se recomiendan en Twitter escritoras.

“Hoy, por ejemplo, es un día que lo demuestra, que desde algunas instituciones se celebre el Día de las escritoras es una cosa grandiosa. Hay un movimiento que también ha propiciado internet y, sobre todo, la fuerza de muchas lectoras, porque esto también es un movimiento de lectoras”, explica Miguel. Según datos del ministerio de cultura, el 71 por ciento son lectoras, frene al 29 que son hombres. Sin embargo, la mayoría de libros están firmados por hombres. Las autoras se citan, se escriben, se influyen unas a otras y las lectoras, el 71 por ciento de las que compran libros, llegan a sus silenciadas obras. 

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