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Lady Nicotina

Por Ruta 66  ·  26.01.2011

En plena fiebre prohibicionista del tabaco, que como fumador apruebo pues cuanto más perseguida la adicción menores sus efectos nocivos y mayor la satisfacción obtenida en íntima desobediencia, parece oportuna la idea de reunir textos de dos autores que reflexionaron acerca de, como reza el subtítulo, “el placer y el vicio de fumar”.

El escocés Barrie (1860-1937) es sin duda el más conocido por haber dado vida a ese anhelo de infancia perenne que es Peter Pan; en cuanto al italiano Svevo (1861-1928), autor de La Conciencia de Zeno, su prosa abordó la complejidad de las motivaciones humanas desde lo cotidiano con lúcida insolencia. Tratándose de textos secundarios donde el tabaco y sus circunstancias quedan a menudo en segundo plano, la pertinencia de reunirlos, más allá de que los autores fuesen coetáneos, resulta dudosa salvo por una reveladora curiosidad: ambos fueron conminados a dejar el hábito, o intentarlo, por sus esposas. No era el estado quien se arrogaba el papel de centinela de la salud —lo desvela el freudiano Svevo: los médicos pensaban entonces que el peor mal que podía acarrear la nicotina era la neurosis—, sino cónyuges no fumadoras, pues sólo las mujeres de mal vivir abrasaban sus pulmones, que perseguían el denso humo de pipas y puros, labores comunes en tiempos anteriores al cigarrillo con filtro, más sucias con el entorno doméstico. Los irónicos relatos de Barrie —que él califica de sueños de sobremesa al verse privado de la preciada mezcla de tabacos Arcadia—, los artículos y diarios de Svevo, sí coinciden en el dilema del fumador ante la necesidad de abandonar el pernicioso vicio, aunque lo planteen en términos más literarios que clínicos, no como en las siniestras proclamas que hoy adornan las cajetillas.

Comparten también la segunda culpa de quien sabe que debería dejar de aspirar gases combustionados, la económica; irónicas son las cuentas de ambos al imaginar en qué podrían invertir el dinero tan alegremente expelido en efímeras volutas.

Finalmente, lo que ancla estos textos dispersos es la entretenida presentación de Jesús Marchamalo, una breve historia de la literatura y el humo conscientemente alejada de nociones sanitarias, saltando de la cargada pipa de Conan Doyle a los cigarrillos de Onetti, de las pequeñas quemaduras en las páginas de Conrad al declive creativo de Pla y otros cuando el médico les dio fúnebre ultimátum.

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