“El Minotauro es una trágica figura mitológica. Su historia está repleta de codicia, castigo divino, venganza y mucho sufrimiento. Es también símbolo de una manera particular de equilibrio entre lo político y lo económico y su muerte supuso el nacimiento de una nueva era”. Con estas palabras, el economista greco-australiano Yanis Varoufakis (profesor en las universidades de Texas y Atenas y asesor de Syriza) traza una correspondencia entre el animal mitológico que exigía periódicos sacrificios humanos para garantizar la paz, y la situación económica de nuestro siglo, tejida a partir del sacrificio de sumas increíbles de capital a las exigencias de Wall Street. Para Varoufakis, el papel de la bestia lo ha desempeñado el doble déficit de América y el tributo asumió la forma de la afluencia de productos y capitales.
Esta tesis es recogida en El Minotauro global (Capitán Swing), un texto que le ha granjeado grandes elogios de diarios como The Guardian y semanales como The Economist, que lo ha encumbrado a su lista de lo mejor del año. En él, se ofrece una relectura de las causas de la crisis y de los escenarios en que nos sumergimos en la postcrisis. Sobre ambos aspectos conversa Varoufakis con El Confidencial.
En su libro afirma que antes de la crisis, Wall Street creció mucho, a menudo en detrimento del sector productivo. ¿Vamos a ver crecer la industria a partir de ahora, o más al contrario, se seguirá apostando por el sector financiero como vía principal de generación de beneficios?
El crecimiento rápido y no regulado se construyó sobre las espaldas de la burbuja del sector financiero. El crédito se expandió rápidamente, cada vez se realizaron apuestas más arriesgadas y una parte de éstas se canalizaron hacia inversiones productivas en la industria (en la economía real, como suele decirse). Entonces estalló la burbuja, la liquidez desapareció y la economía real entró en el círculo vicioso de tener que pagar las deudas insostenibles a través de una austeridad que hace que la inversión vuelva a caer en picado, que la ratio deuda/ingresos permanezca prohibitivamente alta y que, por desgracia, el crecimiento se vuelva negativo. En este sentido, la respuesta a su pregunta es desoladora. No, no hay ninguna garantía de que la industria vaya a crecer ahora más rápido que el sector financiero. De hecho, todo lo contrario. Dado que los gobiernos y los bancos centrales están financiando a los bancos para reflotar el sector financiero, éste se encuentra en proceso de recuperación y vuelve a crecer, mientras que la economía real no deja de reducirse. Especialmente en la periferia de la zona euro, donde la imposibilidad de la devaluación, junto con la carga desproporcionada del ajuste que cae sobre los países deficitarios, garantiza una depresión. Esto es precisamente lo que se quiere decirse con la trampa de crecimiento negativo y el elevado endeudamiento. Es un fenómeno que se dio por primera vez en la década de 1930, y del que Europa no parece haber aprendido casi nada.
¿Cuál ha sido el papel desempeñado por los economistas en esta crisis? ¿Son una especie de nuevos sacerdotes?
La economía, como disciplina, es una paradoja envuelta en una contradicción. Cuanto más irrelevantes son sus modelos, mayor es el éxito discursivo de la profesión y mayor poder social consigue. Desde la década de 1970, los departamentos de economía fueron tomados por gente de mirada muy estrecha que abogaba por fórmulas perfectas de resolución de los modelos matemáticos de la economía, finanzas incluidas. Sin embargo, para perfeccionar los modelos matemáticos, los economistas tuvieron que imponer (a menudo sin especificar) suposiciones ocultas que alejaban radicalmente sus modelos del capitalismo realmente existente. A pesar de ello, estos modelos matemáticos fueron muy utilizados por los financieros y políticos para proporcionar un barniz de respetabilidad a sus políticas y a sus operaciones de derivados (en tanto los modelos efectivamente asumidos afirmaban que el capitalismo financiero era inmune a la crisis). Así, los economistas se hicieron muy populares (y consiguieron buenas recompensas del sector financiero y de los gobiernos neoliberales) por haber producido modelos que eran, por su diseño, irrelevantes. Por eso me refiero a la economía como una gran contradicción y como un fracaso muy peculiar: es la única disciplina cuyo poder es proporcional a su fracaso teórico para iluminar el capitalismo. Y sí, es una especie de sacerdocio, en el sentido de que a los jóvenes graduados les va bien en la profesión en la medida en que aprenden a configurar y solucionar estos modelos matemáticos de forma ritual, aceptando en ese proceso que nunca tendrán nada útil que decir sobre el mundo real.
Los políticos están avisando, y el otro día lo hacía la directora gerente del Fondo Monetario Internacional, Christine Lagarde, de que un problema económico de EE.UU. afectaría seriamente a todo el mundo. ¿El flujo de dinero hacia Wall Street debe seguir llegando y las instituciones internacionales van a hacer todo lo posible para que así sea?
Las élites políticas ya han conseguido eso. Wall Street, la City de Londres y Frankfurt, una vez más, se han inundado de dinero. La tragedia es que, a diferencia de lo que ocurría en la era pre-2008, este capital está fallando a la hora de impulsar la inversión y la demanda de los consumidores. Así, la crisis de la economía real perseverará.
¿Hay un margen de maniobra posible para los gobiernos nacionales? ¿Se pueden hacer políticas que no gusten a los bancos y a los fondos de inversión?
No nuestros gobiernos, y no dentro de la zona euro. Una vez que nuestros estados se declararon en quiebra, después de que la crisis extendiera sus alas sobre la zona euro, las políticas nacionales de inversión están severamente restringidas. Lo que ahora hay que hacer es centrarse en dar forma a una estrategia de inversiones progresiva y racional en el ámbito europeo. El Banco Europeo de Inversiones y el Fondo Europeo de Inversiones deben desempeñar un papel importante en este sentido y España debería convertirse en uno de los pilares en el crecimiento y en el desarrollo europeos.
¿Por qué hubo tanto consenso a la hora de aplicar las políticas económicas que nos llevaron a la crisis? ¿Y por qué nadie se opuso firmemente a ellas?
Mientras que con este proceso de financiarización se iban acumulando pirámides increíbles de dinero tóxico, era casi imposible que nuestras voces se oyesen por encima del estruendo que hacía toda esa fabricación de dinero privado. Los que se opusieron fueron silenciados. Hizo falta la catástrofe de 2008 para que se diera una oportunidad a la voz de la razón.
¿Por qué, después de la crisis, los gobiernos siguen haciendo políticas económicas similares a las que hacían antes de 2008?
Porque han sido cooptados por lo que yo llamo Bancarruptocracia, un nuevo régimen que emergió después de 2008, cuando el poder para explotar los excedentes de la sociedad se puso en manos de los banqueros en quiebra, y además, en una proporción directa al agujero negro que tienen en sus bancos.
¿Cuál será el futuro a medio plazo de Grecia en el contexto de la crisis de la deuda soberana? ¿Y el futuro de España? ¿Qué clase de vida espera a los ciudadanos del sur de Europa?
Me siento tentado a responder con la expresión de Thomas Hobbes, según la cual nuestra vida será “brutal, desagradable y corta”. Aunque la verdad es que no será corta; será simplemente brutal y desagradable, como el círculo vicioso de recesión-austeridad-deuda-más austeridad-más depresión en el que se desarrolla. A menos que nuestros gobiernos hagan lo único que pueden hacer: levantarse en alguna cumbre de la UE y simplemente decir “¡No!” a nuestros socios del norte.
Sin crecimiento en China, no se habría producido crecimiento en América del Sur o África. ¿Cuál va a ser el papel de China a partir de ahora?
El crecimiento chino no es sostenible sin una recuperación en los Estados Unidos que, a su vez, dependen en gran medida de la recuperación europea. Al mismo tiempo, América Latina, África del Sur y el crecimiento de la India se basan enteramente en el crecimiento chino. Esta es la razón por la que la tontería de Europa, que ha creado una recesión innecesaria y evitable por completo en la zona euro, es tan perjudicial para el bienestar del planeta.
Afirma que la crisis es el laboratorio de la historia, pero que la conformidad es su principal fuerza motriz. A pesar de todo lo que ha ocurrido, no parecen verse muchos signos de cambio, todos parecemos muy conformes…
Veo un (bienvenido) cambio de corazón y de mente en el Fondo Monetario Internacional y una nueva orientación en el Tesoro de EE.UU. Pero no ha surgido nada, hasta ahora, que pueda señalar un giro decisivo.
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