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La soledad del editor de fondo

Por Revista Quimera  ·  01.09.2012

Una conversación con tres editores solitarios
Donatella Ianuzzi, Gallo Nero Ediciones
Daniel Moreno, Capitán Swing Editores
Francisco Navas, Ediciones Doctor Domaverso

JRZ: Empecemos por hablar de los proyectos editoriales, cómo funciona cada uno y  si  realmente trabajáis solos.

Francisco Navas: En principio sí, de momento no se ha apuntado nadie, así que me toca a mí todo el peso. Mi día a día es revisar pruebas, ir dejando notitas por ciertos puntos dónde están tus libros, hablar con la prensa…

JRZ: ¿Cómo se te ocurrió montar una editorial sin tener una infraestructura?

FN: Pues la cosa empezó a funcionar muy bien, todo empieza a ir de maravilla. Contacté con los gerentes de los derechos de Ducharme para publicar El valle de los avasallados, que es el libro que me dió en el olfato: un libro que tú quieres leer en castellano y no está en castellano  y dices, esto tiene que haber mucha gente que lo quiera leer y así ha sido, es el primer libro que saqué, en 2009, el que mejor ha funcionado y el que según los libreros tendría que ir por la séptima edición.

Yo en principio no tenía ni distribuidor, empecé a contactar con las librerías y las librerías aceptaron, sobre todo La Central. Es por ellos que empezaron a venir más libreros. Todo fue ir haciendo amistades pero siempre vas con el contrato pisándote los pies ¿no? Al principio distribuía yo, pero ha medida que voy creciendo empiezo a necesitar uno. Hablo con amigos editores, gente que me anima, como Constantino Bértolo.

JRZ: Daniel, en tu caso, por lo menos por el lado de tu hermano [Diego Moreno, editor de Nórdica] que también trabaja en en mundo editorial, entiendo que había ya unas condiciones previas que te podrían haber llevado a crear un proyecto personal.

Daniel Moreno: Sí, en parte me ayudó a montarlo. Aunque de maneras diferentes, veníamos un poco del mundo del libro, por nuestra nuestra familia. Él mismo había sido librero. Es mayor que yo, con lo cual había accedido a este mundo antes, pero más o menos las inquietudes estéticas eran comunes.

JRZ: ¿Y qué te decide a dar el salto al proyecto personal?

DM: En mi caso lo de estar solo ha sido más bien fruto del destino, porque la editorial empezó como una  editorial universitaria, intentamos montarla en la universidad, con más gente y, bueno, eso no dio resultado y al final en el proceso acabé yo solo porque la gente implicada se echó para atrás cuando había que poner pasta para hacerlo funcionar de manera autónoma. Yo decidí seguir para adelante. Eso fue en 2009.

JRZ: Donatella ¿Cuándo cuándo surge la idea de Gallo Nero?

Donatella Ianuzzi: Gallo Nero tiene dos años y sí, es una editorial solitaria, aunque creo que eso es relativo porque todos trabajamos con mucha gente. La soledad se da en las decisiones, creo que es la parte más agobiante del proyecto, porque las decisiones implican también los cálculos económicos, de los que nadie habla, la rentabilidad del proyecto y todo eso lo llevas tú. Los colaboradores participan y pueden aportar ideas, ideas pero la decisión final es mía.

JRZ: Tú eres italiana, ¿cuánto tiempo llevas aquí y cómo empezaste en el mundo editorial?

DI: Llevo aquí más de diez años. Trabajé un poco en Gadir y luego en otra editorial llevando prensa un par de años, algo del mundo editorial sí conocía. Pero me decidí a crear el sello porque me gusta hacer libros, me gusta escogerlos, me gusta leerlos y bueno, ya en el proceso final, pasaré a distribuirlos un día. [Risas]

JRZ: ¿Cómo financiáis vuestros proyectos?

FN: Yo invertí parte de mis ahorros y ahí va, en la cuerda floja. Aunque tenía una red, que era mi trabajo, había conseguido media jornada y con eso pensaba mantenerme… Luego me quedé sin la red y ya me metí de lleno en esto.

JRZ: ¿Y puedes vivir de la editorial?

F.N. No, ahora mismo no. Se piensa que haciendo catálogo y haciendo fondo podrás malvivir.

JRZ: ¿Y en tu caso, Donatella?

DI: Un préstamo. Un préstamo a fondo perdido. [Risas]. No, un préstamo personal.  Yo ahora mismo estoy feliz si se puede autofinanciar, es decir que, de momento, aparte de la inversión inicial, pues sigo ahí. Algún mes cae algo. La idea es que crezca, aunque bueno los tiempos no están para eso.

DM: En mi caso es una mezcla de un préstamo bancario y de ahorros que tenía, de una herencia de mi abuela. Empecé así, luego tuve que pedir otro préstamo, eso fue justo antes de que los bancos dejaran de prestar, era en 2009.  De momento yo sí vivo de la editorial. O sea, mi estilo de vida es muy sencillo, me da para pagarme las lentejas y la casa.Y el préstamo, poco a poco.

JRZ: Ese grado de responsabilidad, de que todo dependa de uno mismo, puede llegar a ser muy estresante. ¿Cómo se controla ese estrés? ¿Se siente mucha presión al llevar así un proyecto en solitario?

DM: No. Los primeros dos años fueron un poco estresantes porque ahí sí que lo hacía todo: maquetaba, diseñaba, hacía un montón de cosas y llegó un momento en que era insostenible por mi salud, no solo mental, sino también física. Fueron dos años casi, muy duros, los necesarios para que la editorial fuese sostenible. Lo bueno es que yo podía hacerlo, hay gente que no sabe maquetar, hay gente que no sabe diseñar pero yo había estudiado esas cosas, sabía hacerlas, al menos para salir del paso haciéndolas. Me levanataba a las siete y me acostaba a las tres de la mañana, hacía de todo, maquetar, leer, no sé, mil cosas. Iba a ver a la prensa personalemente, dome de aquí para allá. Todo lo que se hace normalmente en una editorial pero a pequeña escala. Hasta que ví que no podía más y decidí bajar un poquito más mi nómina y redistribuirla para contratar colaboradores externos. Ahora le pago a un maquetador, aunque los diseños los hago yo con un compañero. Las traducciones y la corrección también se externalizan y el resto de las cosas pues las sigo haciendo yo. Tengo un chico que me lleva Facebook. [Risas.]

JRZ: Donatella ¿alguna vez te enfrentaste a una situción como la que afrontó Dani al principio?

DI: Yo tengo externalizadas la maquetación, la corrección y por supuesto traducción. La corrección porque en mi caso el castellano no es mi lengua materna y no me atrevía a corregir. Y la maquetación porque no tenía mucha idea. Lo demás sí que lo hago yo todo, los contactos con la prensa, con el distribuidor, las cuentas, los números. Digamos que desde que lancé la editorial mi cantidad de trabajo ha ido aumentando, pero eso es bueno, quiere decir que la editorial ha crecido. Hay  más trabajo de prensa, cuanto más te conocen más trabajo de prensa tienes que hacer. Y todo el rato es hacer paquetitos. Yo hago los paquetes y los llevo a correos, a veces con el carrito de la compra, ¡cuidado! [Risas.] Yo cada vez tengo más mails. El mail es una cosa de la que no se habla mucho, pero a mí me lleva mucho tiempo,solo contestarlos.

DM: Es verdad que uno se quita trabajo, pero siempre hay cosas que hacer. Con el tema de la prensa al principio te agobias mucho porque piensas que si no llegas al día o si no contestas el mail te vas a hundir. Después te das cuenta de que tampoco pasa nada si el libro en lugar de salir cuando tú pensabas sale una semana más tarde. No se va a caer el mundo. Si a El País no le contestas al día siguiente tampoco se va a acabar el mundo porque es un pesado, que te mete mucha prisa y luego te saca tres años después. La experiencia en ese sentido hace que ese tipo de agobios se vaya.

JRZ: ¿Cuántas horas al día le dedicas al trabajo de la editorial?

DI: ¡Bua! Es mejor no contarlas, yo creo que eso me deprimiría bastante. No son solo las horas de despacho, estoy cien por cien con esto. Lo bueno es que casi no me doy cuenta y yo creo que es bueno, porque es algo que me gusta, no sé, no es como estar de pie haciendo algo que no te gusta. Estas pensando todo el rato, mi concentración, mi atención y mi pensamiento diario está en la editorial.

FN: Yo debo trabajar unas trece horas en promedio. No sé, no he hecho el cálculo porque es el día a día. Un día son 13  y otro día son 11.  Externalizo la traducción, la corrección y en mi caso también la contabilidad. El tema de maquetación y diseño los llevo yo.

JRZ: Otro aspecto que interesa cuando hablamos de editoriales como las vuestras es el aspecto de la línea editorial.  Porque hay que tener una seguridad en el propio criterio o tener muy claro lo que uno quiere comunicar para crear un sello. Habladnos de vuestra línea editorial.

FN: Yo desde Domaverso abro un abanico de cuatro colecciones: El inglés de ultramar, El francés de ultramar y El portugués de ultramar; con el castellano una colección que se llama Mestizaje porque es en el castellano mestizo en lo que quiero hacer incapié. Ahora hemos spublicado a un manchego que se nutre de términos colombianos y es un autor muy experimental. Me gusta la experimentación, no me gusta quedarme en el estándar del entretenimiento, contra eso lucho porque sino no hubiera creado la editorial. Me gusta mucho el ludismo con el lenguaje, también se ve  en la colección francófona, con Ducharme, o en inglés con Toby Olson cuyo Seaview tiene una estructura que yo no había visto jamás.

DI: Gallo Nero es fundamentalmente una editorial literaria, así que tampoco tengo ningún límite, me he centrado mucho en el siglo XX, más o menos, me he metido mucho en literatura francesa, ahora he acoplado algún estadounidense. Me gusta un poco esa época así, conflictiva, políticamente interesante. Cuando empiezas con la editorial y piensas en los libros por lo general no tienes muy presente el mercado, y según vas avanzando empiezas a tomarlo en cuenta. Es decir, seguimos siendo independientes pero dependemos de nuestra cuenta, de resultados, y eso también hay que tenerlo en cuenta. A lo mejor hay libros que me encantan y que me doy cuenta, ahora, de que ya no tienen cabida en la editorial. Es decir que uno no publica todo lo que le gustaría leer, sino que publica lo que ahora se podría acoplar a las colecciones. Yo por ejemplo, tengo una colección pequeñita con cosas gráficas. Es la colección más pequeñita que tengo en número de títulos porque la verdad es que la novela gráfica está siendo atracada por muchos editores literarios con lo cual la lucha para pujar y para comprar derechos está siendo complicada.

DM: Capitan Swing es un poco un cajón de sastre, porque… alguna vez lo he hablado con Donatella, porque uno tiene una idea cuando monta una editorial, pero una vez que la ha montado se da cuenta de que no siempre publicas lo que quierea sino que publica lo que puedes. La gente que me conoce sí ve cierta coherencia tanto en los ensayos como en la narrativa que saco porque siempre tienen un punto crítico que a mí me apetecía sacar. Me interesa un tipo de lectura arriesgada, que fuera poco predecible, intentar que ese fuera un poco el aspecto de distinción. El reto es diferenciarse un poco de tantas editoriales y en narrativa es la hostia porque todo el mundo saca cosas buenas encima. Yo creo que en mis libros hay un aspecto político central en ciertos textos que la gente no quiere sacar, porque no hay una comunidad extensa de lectores. Si sabes que si sacas un libro vas a vender 1000 o 1500 ejemplares como muchísimo, pues a las editoriales eso les tira para atrás porque es ponerse un límite, pero a mí eso me parece bien porque estás satisfaciendo una demanda que existe… cuantitivamente baja, pero existe, y que en un futuro, con textos políticos o culturales puede ir variando.

JRZ: ¿Qué tirada tienen normalmente vuestros libros?

DM: 1500, 2000 ejemplares.

DI: Igual.

FN: Pues, yo he variado, depende de lo que me ofrezca el libro o lo que vea yo de demanda en el libro. Por el momento creo que mi fallo como editor es la prensa, tengo que trabajar todavía mucho más en prensa. Para mí es difícil porque tienen poco espacio, mucho trabajo y están siempre con los minutos contados, tú llegas como nuevo, con la voz apocada, no quieres molestar… Si te abren, entras, con unos tienes mucha suerte y con otros cuesta más.

DI: Yo creo que hay muchísimo apoyo a las editoriales pequeñas. Abres el Babelia, por ejemplo, o cualquier suplemento cultural nacional y lo ves. Ahora sí, ese apoyo no viene de ellos lo han creado otros pequeños editores antes que yo, que han presionado a la prensa. Son años de editoriales independientes que han hecho una labor con prensa que antes otros grupos grandes no hacían: una voz personalizada, envío constante de libros, de mandarles algo, de hacer que adviertan tu presencia, que ellos sepan siempre en todo momento lo que tú estas haciendo. Esto creo que lo han trabajado muchos editores independientes antes que nosotros. Yo creo que nos dan bastante espacio, el tema es que ahora mismo salir en un suplemento impreso cultural nacional no implica nada de venta, con lo cual pues se sale y está bien para tu imagen pero eso no se traduce en ventas.  Por otro lado, los blogueros y las revistas digitales, que tienen muchísima más difusión, nos siguen mucho a los pequeños. Pero es una labor que hacemos nosotros, también, ¿eh?, al periodista hay que darle ya todo hecho. Yo creo que una editorial grande no estaba dispuesta a hacer esto ni está dispuesta a hacerlo. Que la prensa la haga un editor en lugar de una persona que viene de publicidad o de comunicación hay muchísima diferencia, cómo puede hablar un editor de un libro no va a hacerlo un encargado de prensa, esto es normal, es tu libro.

DM: Bueno…, ¿los medios en general? Hay que matizar qué medios. Yo creo que el espacio de Internet, el espacio bloguero, es básicamente para las editoriales independientes porque las editoriales grandes han pasado de los blogs totalmente…

DI: Hasta ahora, ahora mismo también les mandan ejemplares…

DM: Ahora mismo, las grandes, incluso las medianas ya no mandan libros, no mandan libros ni a prensa ni a blogs ni a nada. Es una actitud como que si me quieres reseñar pues te lo compras y a ellos les ha funcionado, pero otros no podemos darnos  el lujo de hacer este tipo de historias. El periódico más receptivo es el ABC sin lugar a duda, y es el suplemento más extenso. El País se intenta adaptar en su justa medida, porque yo creo que aún tienen ciertos compromisos que todavía les cuesta romper y El Mundo es el que menos, ahí sí que es una jaula de hierro donde la casta es la casta y es muy difícil entrar… Pero Donatella tiene razón en cuanto al posible prejuicio que tenemos los editores que estamos empezando con respecto a la prensa y al poco caso que nos puedan hacer, es una falacia. La gente de los medios por lo general son gente muy simpática y muy maja que te atiende. Además, está prácticamente probado que, si vas a verles, en algún momento te van a sacar, casi por compromiso trivial “ha venido a verme hasta el metro de Suanzes pues…”

DI: También es verdad que no todos los libros se adaptan a la prensa, es decir, que el editor también tiene que aceptar que de su catálogo no todos los libros puedan ser noticia. La prensa siempre busca algo, como ya no existe la crítica literaria sino la crítica de la noticia, si tu libro no conlleva algo de noticia que tenga que ver con la actualidad o algo, una efeméride o lo que sea que funcione en prensa… Yo creo que en otros tiempos era más fácil que se hiciera crítica literaria de una novela que no tuviera nada que ver con la actualidad.

JRZ: Bueno, perspectivas de supervivencia y de futuro. ¿En tu caso, Paco, cómo es, en medio de esta crisis incluso de ahora, ¿eres optmista con respecto a lo que le espera a Domaverso?

FN: Me voy haciendo a la realidad, era más optimista antes. Ya sé que no puedo ser veinte y de momento no se ha apuntado nadie y sigo siendo uno. El panorama se presenta difícil pero voy a seguir luchando, me aconsejan que no tire la toalla y que siga para adelante que se están sacando buenas cosas y que darán fruto en algún momento.

DI: A mí me gustaría sacar algo más de libros, aunque ahora mismo quizá no pueda.

Publico unos doce libros, garantizo la salida mensual a librerías. Aveces me gustaría hacer más pero, bueno, no es solo por una cuestión económica sino porque yo me doy cuenta de que a veces no llego ni con uno, por una cuestión de tiempo. Osea, si eso va a perjudicar la calidad de mi libro no voy a hacerlo y lo haría solo en el caso de que tuviera a alguien ayudándome, eso sí me gustaría. En cuanto a las perspectivas, estamos todos con los editores pero la verdad es que luego hay que hacer cuentas con los lectores que van fallando. Realmente lo que yo he descubierto es que hay poco lector y cada vez hay menos. No me preocupa tanto la entrada de lo digital, o sea se habla todo el tiempo de lo digital, pero si no hay lectores no va a haber ni para digital ni para papel. Hay que volver a la gente,  animar a la gente a que lea. Yo no sé esto cómo se hace. Tampoco creo que tengan que hacerlo las editoriales o no solo las editoriales. Estamos abandonados en esto, a nadie parece preocuparle la falta de lectores o por lo menos la educación a la lectura y eso sí ahora mismo es más preocupante que el formato del libro

DM: Yo publico entre 8 y 9 libros al año y a mí lo que me gustaría es decrecer, pero la lógica del mercado editorial no va por ahí.

JRZ: Hace un momento dijiste “a veces uno no publica lo que quiere sino que publica lo que puede”. Eso me parece curioso viniendo de una editorial independiente en la que  sólo tú decides lo que se publica…

DM: No, me refería a que puedes querer publicar un libro y que ese libro lo haya publicado el de enfrente, ¡hay tantas editoriales que publicar lo que uno quiere cada vez se convierte en algo más difícil!

DI: La compra de derechos para nosotros es mucho más complicada.

DM: Es horrible, horrible.

JRZ: Pero ¿habéis tenido algún conflicto con otras editoriales?

DI: No son conflictos, esto es la ley del mercado. Llega un momento en el que tú no puedes dar más y tienes que renunciar y aunque el libro te encantaba. Eso duele mucho. Pero bueno, es así, es ley del mercado, tampoco es culpa de la otra editorial y hay que aceptarlo. Ellas tienen su tamaño y tú tienes tu tamaño.

DM: Es que uno tienen que estar contento con el libro que ha publicado y no pensar en el libro que podría haber publicado. Las grandes editoriales han copado gran parte, gran parte del segmento cultural y hay una parte residual que es en la que todos nos movemos y como pececillos pequeños, estamos ahí un poco picoteando de lo que deja Alfaguara, de lo que deja Tusquets…

DI: Estamos pescando en un charco…

DM: Con lo cual estamos abocados, aunque no siempre, a la obra menor, al panfleto, porque las obras mayores son imposibles para nosotros.

FN: Yo donde picoteo. No me he encontrado con el no, ni con otra persona que puje por lo que yo quiero. Mi idea inicial era publicar 11 libros al año y no lo he llegado a hacer. Es lo que decía antes , he comprobado que no puedo ser veinte y quiero hacer las cosas bien. Me gusta hacer las cosas bien y que lleguen bien.

Jaime Rodríguez Z.