Los millennials accedieron al mercado laboral durante la gran recesión de 2008 y hoy, cuando se supone que deberían estar formando una familia y escalando en el trabajo, siguen atrapados en el mismo sitio: con bajos salarios, incapaces de ahorrar, enfrentados a otro cataclismo global, el de la pandemia, y ante un futuro incierto que pinta a catastrófico por el calentamiento global. Pero sobre todo, los millennials están agotados, exhaustos, cansados de trabajar como robots, asfixiados interiormente por la adicción a las redes sociales y al ciclo de noticias que nunca acaba. “Desde que tengo recuerdo, no he dejado de trabajar en ningún momento”, explica Anne Helen Petersen en No puedo más. Cómo se convirtieron los millennials en la generación quemada (Capitan Swing).
“El mayor obstáculo al que nos enfrentamos es que todos aquellos que estamos quemados y exhaustos nos preguntemos por qué nos pasa y adquirir un lenguaje para hablar sobre ello. Muchos hemos sido educados para pensar que las cosas son así y punto. El mero hecho de empezar a usar palabras como “precario” o “quemado” para describir cómo hemos llegado a esta situación ya es un gran paso“, explica la escritora, que saltó a la fama tras escribir un artículo sobre lo quemada que se sentía en BuzzFeed que se convirtió en viral, llegando a los siete millones de lecturas.PUBLICIDAD
Para Petersen, parte de la culpa de lo que nos pasa a los millennials la tienen los boomers, que tienen entre 60 y 70 años, y en Estados Unidos son la mayor y más influyente generación que ha existido. Hoy son padres, abuelos, algunos de ellos ya están jubilados y se enfrentan al proceso de hacerse mayores. En los 70 se encontraban en la situación que hoy atraviesan los millennials: accediendo al mundo laboral, descubriendo qué es formar una familia… sólo que en su caso todo les salió bien. Criados por unos padres que habían sufrido las privaciones de la Segunda Guerra Mundial o la Gran Depresión, los boomers fueron mimados y accedieron a una economía robusta y en expansión. Crecieron con el telón de las protestas de Vietnam de fondo, lo cual no les impidió luego abrazar la cultura del yo, el reaganismo y un pensamiento orientado al mercado que ha provocado grandes cambios en la red de seguridad de las personas y la economía.
“En 1950, un director general ganaba aproximadamente 20 veces más que un empleado normal; en 2013 ganaba más de 204 veces más”, resume Petersen. Según la Reserva Federal, a los 35 los baby boomers tenían el 21% de la riqueza del país. A esa misma edad, la Generación X tenía el 8% y los millennials que tendrán 35 años en 2023 tendrán por entonces sólo el 5% de la riqueza, pese a ser el 22% de la población. Algo ha fallado. “La seguridad que nos prometieron en la vida adulta no parece llegar nunca”, explica Petersen. El relato de la meritocracia y el trabajo duro ha resultado ser falso. Y no es que el ascensor social se haya roto: es que se ha revertido.
“En el caso de Estados Unidos es evidente que su red de seguridad es menos robusta que la de cualquier otro país desarrollado. Cambiar y fortalecer esa red para dejar de vivir con el miedo a caer y hundirte es lo primero. En todos los países esas redes tienen agujeros, repararlos es el primer paso hacia un cambio. Se puede hacer de muchas maneras: creando nuevas leyes, protegiendo más al trabajador o haciendo algo tan sencillo como actualizando las leyes que regulan el trabajo hoy. Trabajamos de una forma muy distinta a hace 20 años“, reflexiona la escritora.
El ensayo de Anne Helen Petersen se centra en Estados Unidos, donde la brecha entre ricos y pobres siempre ha sido brutal. Hasta hace poco, Europa miraba con cierta superioridad esas cifras de desigualdad. Pero eso también se ha acabado. Aquí no estamos mucho mejor: en lo que va de siglo, en España la diferencia de riqueza que existe entre las personas de 65 años y las de 35 se ha duplicado, asemejándose ya a la que existe en EEUU, según el informe España 2050. En la actualidad, las personas con 65 años atesoran cinco veces más riqueza que las personas con 35 años. Todos los indicadores (la tasa de paro juvenil, la precariedad, la insatisfacción laboral) apuntan en la misma dirección: España vive en una “dualidad” que “está partiendo nuestra sociedad en dos”, según el estudio elaborado desde Moncloa.PUBLICIDAD
¿Cuáles son las consecuencias? Petersen apunta a una “radicalización” de la generación millennial, cada vez más escorada hacia posiciones menos neoliberales ante su galopante precarización. Joe Biden ganó las elecciones por un 51% de votos, pero en la franja de 18 a 29 años, ese porcentaje fue del 61% y dentro del Partido Demócrata, a casi nadie se le escapa que los votantes del futuro están más cerca de Bernie Sanders y Alexandra Ocasio-Cortez que del presidente. El Financial Times alertaba no hace demasiado una posible “revuelta contra los ricos” y de la “radicalización de los graduados”. El Deutsche Bank también ha avisado en sus informes de que, por lógica demográfica, los votantes más jóvenes y maltratados por el sistema decidirán dentro de poco las elecciones y podrían “revertir” décadas de políticas económicas hacia posiciones más redistributivas.
“Estamos inmersos en un proceso de radicalización a cámara lenta, provocado por el sentimiento generalizado de que la vida va a peor. Hay un contraste real entre la nuestra y las generaciones anteriores, donde la sensación era completamente opuesta”, explica Petersen. “Pero esta radicalización se está produciendo en dos direcciones: por un lado tienes a personas dándose cuenta de que el trabajo no debería ser el centro de tu vida, de que no puede ser que nos hayamos entrenado para trabajar como robots. Y en el otro lado tienes a los que sienten que el orden social está colapsando, gente que cree que los inmigrantes son los culpables de que su trabajo, su asidero a la sociedad, se haya esfumado. Es algo que estamos viendo en muchas partes del mundo”, reflexiona. “La cuestión ahora es: ¿cómo convencemos a todos aquellos que están desencantados de que hay que buscar un verdadero cambio de paradigma? No sirve de nada intentar atrasar el reloj, rebobinar en el tiempo y tratar de volver a un pasado de hace 20 o 30 años supuestamente mejor que, en realidad, sólo era mejor para aquellos a los que les iba bien entonces”, añade.
El ensayo de Petersen es muy clarificador porque mezcla análisis macroecnómico y estadísticas muy ilustrativas con experiencias íntimas que describen a toda una generación: una de las más politizadas que, sin embargo, se siente defraudada por los partidos y las instituciones. Culta e inquieta, aunque le dedica más horas de las confesables a hacer scroll en Instagram. ¿Seguiremos igual de agotados y sobreexplotados a los 50, dando likes como zombis? ¿Y qué hay de la Generación Z?Más en El MundoBritney Spears celebra el fin de su tutela con un desnudo integralCristiano Ronaldo, devastado tras la muerte de la mujer de su mejor amigo, José Semedo
“En Estados Unidos la ausencia de solidaridad ha sido la tónica dominante en el último siglo, particularmente entre la clase media, precisamente porque es la clase que no suele percibirse a sí misma como tal, sino como personas “normales”. Lo que está por ver es qué pasará si esa clase media sigue desestabilizándose a la velocidad de los últimos 30 años. ¿Volverá el sentimiento de solidaridad de clase? ¿O la gente se centrará en el bienestar de su familia? El debate colectivismo-individualismo es muy complejo. Todavía es pronto para saber cómo reaccionará el precariado millennial tras el covid. Hay un ensayo de Robert Putnam, The Upswing, que pronostica un auge del pensamiento colectivo. El potencial para que resurja existe, desde luego. Lo único que tengo claro es que debemos hacer que el cambio sea irresistible“, propone Petersen.
¿Qué pasará cuando los boomers fallezcan y los millennials hereden ahorros y propiedades? Está claro que no todos tendrán esa suerte, pero solo en Estados Unidos se calcula que en la próxima década, heredarán alrededor de 68 trillones de dólares de sus parientes baby boomers. Si esa predicción se cumple, serían hasta cinco veces más ricos en 2030 de lo que son hoy. Veremos qué votan entonces.
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