«La medicina ha minimizado lo que le pasa a la mujer»

Por Saber Vivir  ·  30.11.2020

La endocrinóloga Carme Valls Llobet lleva décadas luchando para que la perspectiva de género se tenga en cuenta a la hora de analizar y tratar los problemas de salud. En su libro «Mujeres invisibles para la medicina» analiza en qué punto estamos y qué se puede hacer para avanzar en este sentido.

¿Están bien estudiados los trastornos típicamente femeninos? ¿Se tiene suficientemente en cuenta a la mujer en las investigaciones?

A estas y otras preguntas intenta responder Carme Valls Llobet, médica especializada en endocrinología y medicina con perspectiva de género, en su libro «Mujeres invisibles para la medicina» (Capitán Swing).

El objetivo del libro es poner al día los sesgos de género que afectan a la salud de las mujeres

Para Anna Freixas, autora del prólogo, esta obra «invita a cuestionarnos la mayoría de las certezas con que históricamente se ha abordado el diagnóstico y tratamiento de la salud de las mujeres».

  • «Está costando mucho aceptar que, a causa de los estereotipos culturales, sociales y psicológicos, estamos invisibilizando los problemas de salud de las mujeres, cometiendo errores en el diagnóstico, realizando exploraciones que no conducen a un fin eficaz y recomendando tratamientos que pueden enfermar o acelerar las enfermedades que pretendíamos tratar», afirma en la introducción Carme Valls Llobet.

¿Qué se puede hacer para revertir esta tendencia? La autora nos responde a estas y otras cuestiones en la siguiente entrevista.

SE SIGUEN HACIENDO MENOS ESTUDIOS CON MUJERES

El libro es una edición revisada y actualizada de “Mujeres invisibles”, que se publicó en 2006. ¿Hemos avanzado mucho desde entonces?

Hemos avanzado en algunos campos y de forma irregular, y en otros estamos igual. Por ejemplo, una de los aspectos que ha evolucionado en positivo es la inclusión de más mujeres en trabajos de investigación sobre patologías cardiacas.

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  • A día de hoy tenemos un 38% de visibilidad en ellos. Aunque todavía queda un 62% de trabajos que no visibilizan las diferencias entre sexos.

Pero las enfermedades crónicas, que afectan más a la mujer, se siguen investigando poco. Ocurre lo mismo en el campo de la sexualidad, que se abarca como si fuera la del hombre pero, en cambio, nosotras respondemos a otros estímulos y de otra forma.

  • La medicina ha minimizado lo que le pasa a la mujer, valorando su malestar como algo que no es importante.

CANSANCIO Y DOLOR, SÍNTOMAS HABITUALES

¿Cuáles son los síntomas por los que una mujer va más al médico?

Son, sobre todo, dos: el cansancio, en todas sus variantes, y el dolor. Y lo que critico en el libro es que, por ejemplo, cuando una mujer acude al médico porque se encuentra muy cansada, es frecuente que el diagnóstico sea de ansiedad o de depresión.

«En España, las mujeres toman 5 veces más antidepresivos y el doble de ansiolíticos, y eso tendríamos que revisarlo»

El origen de su malestar puede ser mental (debido, por ejemplo, a problemas sociales) o incluso biológico (por una falta de hierro o problemas de tiroides), pero no tiene por qué ser psiquiátrico. Muchas veces esto no se tiene lo suficientemente en cuenta.

  • En estos casos, el uso generalizado de ansiolíticos y antidepresivos acaba sustituyendo a otras posibles soluciones más enfocadas al origen real del malestar, que podrían ser desde ayudas al desarrollo de las mujeres a apostar por la igualdad salarial.

​Ocurre lo mismo con el dolor, en cuyas causas se combinan aspectos psicológicos, biológicos y sociales.

¿Se sabe por qué el dolor crónico es más frecuente en las mujeres?

Según dos grandes revisiones de la literatura médica, llevadas a cabo a principios de este siglo, lo que está ocurriendo es que las mujeres padecen mayor número de enfermedades que pueden producir dolor crónico. La explicación no es, por tanto, que seamos más sensibles al dolor.

Demasiadas mujeres conviven con el dolor y con el cansancio, y esto lleva a que la sociedad normalice este tipo de malestar y las causas que lo provocan (como, por ejemplo, la anemia por falta de hierro). Y, al normalizarse, se acaba invisibilizando y no se estudia como se debería.

«Lo más frecuente es lo menos estudiado, pero esto no significa que sea normal»

  • Siguiendo con el ejemplo de la anemialo que habría que hacer es estudiar bien el ciclo menstrual y no aceptar como normal que la mujer la sufra.
  • Como máximo, se deberían perder 80 cm3 de sangre al mes (el equivalente a una copa de vino). Todo lo que supere esto ya condiciona una anemia y una falta de hierro, y eso no se ha investigado.

¿EN QUÉ PUNTO ESTÁ LA DOCENCIA?

¿Esta perspectiva de género se está empezando a incorporar en las universidades?

En muchas universidades hay másteres de perfeccionamiento de los estudios, en los que se tiene en cuenta esta mirada de género en alguna asignatura. Pero todavía no se ha incorporado la ciencia de la diferencia en las asignaturas troncales.

  • Todas las asignaturas tienen que dar una vuelta para hacerlo. Pero si no se ha investigado la diferencia, no se puede incorporar a la docencia. Y esto es un problema grave.

  • Por ejemplo, es algo que podemos ver con las investigaciones que se están llevando a cabo sobre la Covid-19. A día de hoy, los trabajos más grandes del mundo sobre esta enfermedad no han diferenciado los resultados por sexo.

MUJERES Y HOMBRES NO SIEMPRE REACCIONAN IGUAL

¿Por qué es tan importante diferenciar los resultados de las investigaciones por sexo?

Porque, si no se hace así, al leer los estudios no podemos saber si lo descrito les ocurre más a las mujeres o a los hombres, o se da de forma similar.

  • Siguiendo con el ejemplo de la Covid-19, tal vez existe la sensación de que afecta más a los hombres, pero en realidad son las mujeres las que más se infectan. En la primera ola, cogieron el virus un 56% de mujeres, y actualmente estamos entre un 52-53% de mujeres frente a un 47-48% de hombres.

«No solo es importante diferenciar los datos por sexo: luego hay que analizar bien los resultados»

  • Tampoco les afecta de la misma manera: los hombres entran más en las UCI y la mortalidad entre ellos es más alta que entre las mujeres. Pero hay secuelas de la enfermedad (como la Covid persistente) que se dan prioritariamente en ellas.

Si estudiáramos bien las diferencias entre sexos veríamos la realidad más exacta, de otra manera, y se podría dar un mejor soporte a los problemas reales.

  • Por ejemplo, algo tan sencillo como los chequeos médicos para la vigilancia de la salud se hacen siempre valorando unos parámetros importantes a la hora de revisar la salud del hombre, pero se pasan por alto otros que influyen más en la salud de la mujer.
  • Los test psicológicos para evaluar la salud mental también están afectados por un sesgo de género, porque han sido construidos con preguntas dirigidas a considerar como normales las conductas masculinas.

LA IMPORTANCIA DE EMPODERARSE

¿Qué podemos hacer cada una de nosotras por visibilizarnos en lo que a salud se refiere?

Lo más importante es mantener nuestros síntomas. No dejar que nos digan “tome un sedante” y callarnos, sino pedir que nos estudien mejor.

Podemos pedir que se nos estudie pero, si no se sabe más de lo que tenemos, hay que intentar también un renacimiento personal.

  • La mujer ha vivido siempre muy dedicada a la mirada de los otros y a cuidar de los demás, y para volver a tener salud hay que volver a tener deseos, ejercer la propia voluntad y hacerlo con libertad, a pesar de las dificultades con las que podamos enfrentarnos.

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