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La inteligencia de los chorlitos

Por El Periódico  ·  28.09.2019

Parece que la inteligencia de las aves tiene una larga historia de descrédito. Si el castellano tiene una expresión como ‘cabeza de chorlito’, el catalán menosprecia al ‘passerell’ y el inglés cuenta con otra frase hecha traducible como ‘tan bobo como una focha’. No está en absoluto de acuerdo con ellas Tim Birkhead (Leeds, 1950), biólogo, historiador de la ornitología y autoridad mundial en el campo de la ecología del comportamiento animal. Autor del recién publicado ‘Los sentidos de las aves’ (Capitán Swing) y de ‘La sabiduría de las aves’, ha sido la estrella invitada del Birding Festival en el Delta del Ebro. Vuelve esperanzado por la juventud de los pajareros locales (“en el Reino Unido somos muchos, pero la mayoría de mi edad”), un síntoma tan elocuente del incremento de la sensibilidad ambiental entre las nuevas generaciones como las manifestaciones de esta semana. Y preocupado por el informe recién publicado por la revista ‘Science’ sobre la disminución de las poblaciones de las aves, más allá de las incluidas en las listas de especies amenazadas.

“Es que ahora está todo amenazado. Este informe nos recuerda que están desapareciendo también aves que eran muy comunes. Una de las razones por las que me encanta venir a España porque cuando me levanto por la mañana oído el sonido de los gorriones. En el Reino Unido, el gorrión común, que se consideraba una plaga, es muy raro y solo ahora la gente se está dando cuenta de la tremenda magnitud del descenso de sus poblaciones. ¡Estamos hablando de la desaparición de 3.000 millones de aves en América del Norte! Es monumentalmente deprimente. La publicación de este informe es muy oportuna ahora que la rebelión contra la extinción masiva es cada vez más elocuente”.

¿Y qué pasa con el gorrión? “Ya no hay gorriones en Londres. Antes ibas a Hyde Park y venían bandadas para comer. El diario ‘The Independent’ ofreció un premio económico a quien diese la explicación correcta que explicase el declive de los gorriones. Nadie ha conseguido ese premio porque no lo sabemos. La ecología es algo inmensamente complicado. La falta de comida es probablemente la explicación más probable, seguramente por la falta de insectos.  Y hay muchas razones por las que la población de insectos está disminuyendo: pueden ser los pesticidas, puede ser la contaminación atmosférica. Es muy evidente que hay muchos menos: cuando ibas en coche, hace años, acababas con los cristales llenos de insectos aplastados. Ahora, no”.

Un mundo sin aves

¿Y si vamos hacia un mundo sin aves? “Sería un futuro muy oscuro”, responde. Él ya ha visto algo similar: en las islas principales de Nueva Zelanda las aves autóctonas fueron eliminadas por la fauna introducida por los europeos. Se puede viajar kilómetros y kilómetros sin escuchar ni ver un pájaro. “Es deprimente”, suspira.

Le recuerdo a Birkhead que uno de sus campos de estudio es la sexualidad de las aves (pone cara resignada de ‘vale, era de esperar, vamos allá’) por lo que nos interesa su opinión sobre ese vídeo viral en que un grupo de veganas animalistas feministas explicaban que separaban a las gallinas para que no las violasen los gallos (y su cara pasa al modo “¡qué me estás contando!”). Aunque después se lo rumía. “Es interesante. El comportamiento de los gallos puede ser muy brutal, y estudiando el de especies de gallináceas silvestres, también lo es. Lo que sucede en la naturaleza es que la hembra puede salir corriendo de un gallo agresivo. Es mucho más difícil en cautividad, porque la gallina está atrapada. Pero este ha sido el comportamiento de gallos y gallinas desde que los domesticamos hace milenios, así que podemos decir que es ya un comportamiento normal”.

Esto de aplicar valores humanos a los pájaros es un error común. “Pero hay un equilibrio delicado entre esta antropomorfización y el hecho de que nos estamos dando cuenta de que los sentimientos de las aves son increíblemente más complejos de lo que creíamos antes”, matiza.

Seis sentidos, más los sentimientos

Su último libro tiene un capítulo para cada uno de los cinco sentidos clásicos pero también otro al sentido magnético y otro, a los sentimientos. Difíciles de descifrar, a falta de expresiones faciales como las de los mamíferos. Aunque, por ejemplo, una escritora como Helen McDonald consigue describir muy bien los sentimientos de su azor, en el libro ‘H de halcón’, a partir de la posición de las plumas. “McDonald, y otra gente que ha vivido de forma muy próxima y durante mucho tiempo con sus aves, tienen ese conocimiento del que quienes estudian científicamente el comportamiento de las aves solo han rascado la superficie. Son signos muy sutiles. Yo he estudiado durante toda mi vida una colonia de araos. Estaba observando una pareja en particular y cuando la hembra volvió al principio de la temporada de cría estaba esperando al macho, y este no regresaba. Así que acabó con otro macho. Pero al final este llegó, vio a la hembra acompañada por otro macho, le picó, lo apartó, y los gestos de ambos decían claramente ‘qué contento estoy de verte otra vez’”.

Volviendo a las cabezas de chorlito y la estupidez de las fochas. “Estamos totalmente equivocados por el pequeño tamaño del cráneo de las aves. Pero lo importante es que sus cerebros tienen mucha más densidad de conexiones neuronales de lo que creíamos, como sucede con aves bastante inteligentes como los córvidos o los loros. Es evidente que la inteligencia humana es superior, y que a veces se comportan de manera que podemos considerar estúpida. Pero lo importante es hasta qué punto sus comportamientos son adecuados al hábitat en el que viven. Los araos viven en cornisas estrechas, donde otras aves pueden depredar sus huevos, así que lo que hacen es agruparse y quedarse plantados. Es una buena estrategia de protección del grupo. Pero cuando vemos que eso hace que los hombres, que no somos sus depredadores naturales, podamos cogerles por el cuello, parecen tontos”.

De las sentidos ‘clásicos’ de las aves, el porqué de la vista tan aguda de muchas rapaces ha llamado siempre la atención. Pero los otros también ocultan sorpresas. Por ejemplo, el pico nos parece un apéndice duro como una uña o un diente. Pero es un órgano sensorial sofisticadísimo. “Si retiramos la superficie dura del pico vemos huecos para cantidad de nervios y sensores, obtienen muchísima información. Cuando un pato hurga en el fondo del agua, no ve nada pero con el pico detecta que es arena, qué son piedras, qué es comida…”, explica Birkhead.

Los malentendidos con las aves no se limitan a su grado de inteligencia. También llegan hasta su comportamiento sexual. Aunque la tórtola sea símbolo de fidelidad y amor casto… “Las aves suelen ser socialmente monógamas, lo que no quiere decir que sean sexualmente monógamas. Los naturalistas durante siglos pensaban que el macho era promiscuo, ya se sabe, pero que la hembra no lo era. No obstante, en las últimas décadas nos hemos sorprendido al ver hasta qué punto también lo son. Había evidencias, pero también prejuicios que hacían que las barriésemos bajo la alfombra. Hubo una revolución en el pensamiento sobre la evolución y la selección sexual en cuanto dejamos de pensar en individuos y pasamos a pensar en la especie. Y mientras que la ventaja evolutiva de la promiscuidad masculina está clara, las razones biológicas de la promiscuidad femenina de las aves son aún un misterio”. Como la migración, aunque en las últimas décadas se hayan hecho grandes avances. “Saber cómo reconocer el camino del Norte de Europa a África es un fenómeno tan complejo que lo hace fascinante”. Y hasta los chorlitos saben hacerlo.

El Delta Birding Festival

El pasado fin de semana se celebró una nueva edición del Delta Birding Festival, al que Birkhead acudió como invitado. Aunque es un buen conocedor de Doñana, nunca había visitado el Delta del Ebro. “Y es fantástico: la comida es maravillosa, el ambiente también, y ver miles y miles de flamencos y moritos…” Pues estos, el ibis irisado si traducidos directamente del inglés, eran casi una rareza hace unos años. “Sí, hay un boom, felizmente, aunque sea porque especies invasoras como el cangrejo americano o el caracol manzana les estén ofreciendo un suministro adicional de alimentación. Había tantos que casi parecían nubes de estorninos”. Y le sorprendió la edad media de los participantes. .“En el Reino Unido los aficionados a la ornitología son gente de mi edad, lo más maravilloso era ver cuánta gente joven había. Es estimulante”.

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