La guerra sucia de EE.UU. contra el comunismo (y contra lo que no lo era)

Por EFE  ·  03.12.2021

¿Qué tienen en común Indonesia, Guatemala e Irak? La respuesta pasa por EE.UU. y la Guerra Fría, cuando Washington instigó asesinatos en masa en otros países de todo aquello que fuera percibido como comunista, una táctica que el periodista estadounidense Vincent Bevins denuncia en un libro recién publicado en español.

Todo comenzó cuando este periodista se mudó en 2017 a Yakarta, la capital indonesia, para cubrir la región del sureste asiático para el diario The Washington Post.

Allí se dio cuenta de que era imposible contar la historia de la Indonesia moderna, y de esa región, sin mencionar el asesinato en masa de un millón de personas en 1965 en una campaña contra aquellos que eran percibidos como comunistas, que fue instigada por el Gobierno y las Fuerzas Armadas del país, con el respaldo estadounidense.

CONEXIONES ENTRE PAÍSES MUY DISTINTOS

«Después descubrí, cuando miré cada vez más de cerca la historia, que había conexiones entre países que yo conocía bien aquí, en Suramérica, hasta Chile, Brasil y Guatemala», explicó este jueves a Efe el periodista desde Sao Paulo (Brasil), donde se encuentra preparando un segundo libro.

De ahí nació su obra, «El Método Yakarta. La cruzada anticomunista y los asesinatos masivos que moldearon nuestro mundo», que acaba de ser publicada esta semana en español por la editorial Capitán Swing.

A lo largo de sus cerca de 400 páginas, Bevins traza paralelismos entre países en los que se reprimió el comunismo, o a todo aquello que no agradara a los intereses de EE.UU. tachándolo de comunista.

Para ello, Washington, a lo largo de varios presidentes, se valió de los militares locales como contrapeso a lo que se percibía como comunista.

En opinión de Bevins, durante la Guerra Fría y, especialmente, desde la década de los 50, «hay un alto grado de consenso en el ‘establishment’ (poder establecido) de la política exterior de EE.UU., en lo que se refiere al tratamiento del sur global», en alusión a aquellas naciones que acabaría formando parte del movimiento de países no alineados.

En ese sentido, el corresponsal consideró que para convertirse en la potencia hegemónica mundial debía haber continuidad en EE.UU. en la política hacia el resto del países.

MÁS ALLÁ DE LOS PRESIDENTES

«Agencias como la CIA y, en menor grado el Departamento de Estado, tienen la capacidad de mantener las cosas más o menos en la misma dirección incluso si hay un cambio de presidentes», dijo.

En el libro, Bevins se centra en lo que él domina «El Método Yakarta» para referirse al asesinato en masa intencionado de personas que fueran de izquierda o percibidas como tales.

«He encontrado que se empleó en al menos 23 países durante la Guerra Fría el asesinato en masa intencionado de izquierdistas, o de gente acusada de ser de izquierdas, para construir regímenes autoritarios capitalistas», detalló Bevins, quien agregó que fue un proceso que ocurrió en muchos lugares a lo largo de los años.

En el libro menciona el caso de Brasil, país donde vivió entre 2010 y 2016, y el golpe de Estado militar contra el presidente João Goulart en 1964, y alerta de que esta política de EE.UU. todavía tiene consecuencias en la actualidad.

Para elaborar la obra, el periodista se apoyó en material desclasificado por EE.UU. y visitó 12 países, entre los que figuran Brasil, Chile y Guatemala, donde entrevistó a más de un centenar de personas.

UNAS CONSECUENCIAS QUE TODAVÍA PUEDEN VERSE

Las tácticas de la Guerra Fría tuvieron tal impacto que su repercusión puede trazarse hasta el presente. Así opina Bevins, quien señaló que todavía pueden verse las consecuencias de los asesinatos en masa.

«‘El Método Yakarta’, como yo lo llamo, puso a muchos países del sur global en el camino donde están a día de hoy -reflexionó-. Creo que el asesinato en masa intencionado de izquierdistas dio forma de manera profunda al mundo en que vivimos».

Aun así, puntualizó que el momento histórico actual es distinto y ahora EE.UU. ejercita su hegemonía capitalista de una forma «ligeramente diferente».

«Es a menudo más sutil, e incluso, creo, que más convincente», indicó Bevins.

Susana Samhan

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