La extraña historia de una isla helada que fue decisiva para la creación de Israel

Por El Confidencial  ·  03.06.2024

Thor Thors, héroe accidental del sionismo, se convirtió en relator del comité de la ONU que
propició la creación de Israel. Un diplomático autodidacta que acabó cambiando la historia…
porque pasaba por allí Un viernes de mayo de 1940, la Marina Real británica invadió Islandia a las
cinco de la mañana. Iba a ser un ataque sorpresa, pero la primavera en la isla solo tiene dos horas
de oscuridad. Además, los pescadores acababan de recibir su paga mensual y el calendario
marcaba festivo. Así que cuando los ingleses se acercaron al puerto, los esperaba una
muchedumbre beoda . Más que para rechazar a los invasores, se habían congregado por
curiosidad. El cónsul británico se dirigió entonces al único policía islandés en el lugar de los
hechos y le pidió que apartase al gentío para que los soldados pudiesen desembarcar del
destructor cómodamente. «Por supuesto», respondió. La anécdota aparece en las páginas de
Cómo Islandia cambió el mundo , un libro sorprendente escrito por el periodista local Egill
Bjarnason y recién traducido al español. Cuenta la historia de una isla más extensa que Portugal,
pero con una población similar a la de Lugo . Un país que ha participado en pasajes clave de la
historia de la Humanidad, del descubrimiento de América a la Revolución Francesa, alterándolos
casi siempre sin darse cuenta. Una nación que se comporta como el protagonista de una película
de Peter Sellers y que no fue más que un poblacho de campesinos paupérrimos y azotados por
las ventiscas heladas hasta que fue invadida por los aliados en la Segunda Guerra Mundial. Los
nazis creían haber encontrado el paraíso ario en esta esquina del planeta de la que solo habían
oído hablar en las leyendas escandinavas. Eva Braun , amante de Adolf Hitler , viajó a verlo con
sus propios ojos y también lo hizo su primer embajador, Werner Gerlach , quien empezó a mandar
informes desalentadores a Berlín. «Los judíos nunca podrán hacerse un hueco en el tejido
comercial local: los islandeses son aún más estafadores que ellos «. Preocupados por el interés
del Tercer Reich , la isla fue invadida primero por los ingleses y más tarde por los soldados
americanos , que construyeron dos aeropuertos, revolucionaron la economía, se acostaron con
miles de mujeres, crearon una gigantesca base logística y contribuyeron a duplicar en pocos años
el PIB. Islandia engendró esos años la semilla de la sociedad opulenta y abierta al mundo que es
hoy. Pero aún le dio tiempo a alterar el curso de la historia accidentalmente tres o cuatro veces
más. Por ejemplo, con las aventuras del embajador Thor Thors . El padre de Thor Thors se
llamaba también Thor, pero no compartía apellido con su hijo. Su nombre completo era Thor Phillip
Axel Jensen y había nacido en Dinamarca. Emigró a Islandia en 1878, con catorce años, para
trabajar como aprendiz en una empresa comercial danesa. Hábil negociante, empezó
encuadernando cuartillas de papel para los islandeses, crónicamente faltos de cualquier derivado
de la madera, un artículo casi de lujo en un territorio donde apenas crecen los árboles. De ahí
pasó a la pesca de bacalao , se hizo con los primeros barcos de vapor y levantó una fábrica de
conservas que dio trabajo a cientos de personas. En unos años se había convertido en el hombre
más rico de Islandia y fue entonces cuando decidió cambiar su apellido por uno más escandinavo,
sacudiéndose de paso la molesta sospecha de tener antepasados judíos. Pasó a llamarse Thor
Jensen, un nombre que tampoco convencía a sus hijos por ser demasiado común en Dinamarca.
Volvieron a cambiar. Thors les sonaba mejor. En los años 40, uno de los vástagos del clan, Ólafur
Thors, ganó las elecciones con el Partido de la Independencia (centro-derecha) y mandó a su
hermano Thor de embajador a Estados Unidos . Islandia no tenía representación en Washington y
la partida presupuestaria era inexistente, así que compró con su propio dinero una casa cerca de
la avenida Massachusetts e instaló la embajada en el garaje. Allí aprendió el oficio diplomático,
tratando de que el mundo reconociese el estatus de un lugar del que a menudo nunca habían oído
hablar. Años más tarde, ya bregado, se ofreció a representar a su país ante un club de nueva
creación , el de Naciones Unidas. La cuestión israelí fue uno de los grandes desafíos de la ONU
en sus primeros años. Cuando los británicos abandonaron su mandato en Palestina , el asunto le
estalló en las manos. Pero había un problema, Nadie estaba dispuesto a mojarse, nadie quería la
responsabilidad de actuar como relator de un Comité que dividía al mundo, que podía enemistar a
tu país contra las naciones árabes (y su petróleo), contra la diáspora hebrea (y su capacidad
financiera), o contra ambas. En la ONU lo intentaron primero con un australiano, pero salió
huyendo. Después con un tailandés, pero se inventó que había estallado un conato de revuelta en
su país para marcharse de Nueva York en el primer barco en el que encontró pasaje. El siguiente
en la lista era Thor Thors. Y Thor Thors dijo que sí. El enviado israelí, Abba Eban , localizó su
hotel en Nueva York, el Barclay, y llamó a la puerta de la habitación 211. «El hombre que le abrió
la puerta tenía en sus manos el destino de la nación judía. Y Thor no parecía estar de ninguna
forma preparado para ello». Hablaron durante un rato, y se cayeron bien. Ese mismo día, el
islandés se presentó ante la Asamblea General con un traje de raya diplomática. «En su discurso
narró cómo la cuestión palestina había ido dando tumbos de un comité a otro y describió lo que
opinaban al respecto las dos partes enfrentadas, los árabes y los judíos. Dijo que cualquier
esfuerzo por negociar un acuerdo estaba destinado al fracaso. Presionó para que se tomara una
decisión firme», explica Bjarnason en su relato. El israelí Eban lo recordaba así años después:
«Thor estuvo magnífico. Desde ese momento, el debate se inclinó a nuestro favor de forma
inexorable». La propuesta de partir los territorios palestinos y dejar una parte en manos de los
judíos se aprobó con 33 votos a favor, 13 en contra y 11 abstenciones. Después de aquello,
Islandia fue durante años uno de los mejores amigos de Israel. El propio Eban decidió visitar la isla
en uno de sus primeros viajes como ministro de Exteriores. Le siguieron David Ben-Gurion y Golda
Meir años después. El entonces presidente islandés, Ásgeir Ásgeirsoon , fue el primer jefe de
Estado extranjero que habló en la Knéset, el Parlamento israelí. Islandia se convirtió ese mismo
día, además, en el nombre de una bonita calle en Jerusalén. El asunto pide a gritos una aclaración
y Bjarnason nos atiende por videoconferencia para hacerse cargo. PREGUNTA. Más allá del papel
de Thor Thors, ¿había afinidad ideológica entre los dos países? RESPUESTA. Después de la
Segunda Guerra Mundial, Islandia acababa de conseguir la independencia (de Dinamarca) e Israel
estaba defendiendo su propia existencia. Los islandeses creo que realmente simpatizaban con la
causa. Al menos conectaban con Israel como Estado debido a algunas similitudes. La nación judía
tiene una larga historia con un idioma muy antiguo que querían conservar. La identidad de Israel
está realmente arraigada en libros antiguos, como también la de Islandia. Y ambas son naciones
relativamente pequeñas. Así que ya existía esta hermandad, por así decirlo. Pero fue el azar lo
que llevó a nuestro primer diplomático al comité que decidió el futuro de lo que en aquellos años
se llamaba «la cuestión palestina». P. Lo cuentas en el libro como una suma de hechos fortuitos. R.
Fue totalmente al azar. Se trataba de una relación que realmente iba a destruir cualquier relación
con el mundo árabe. Así que nadie quería asumir esta tarea, excepto un tipo llegado de Islandia
que tampoco tenía mucho que perder porque su nación no tenía lazos con casi nadie. Él era, ya
sabes, una persona que no tenía mucho que ver con ese mundo y a la que se le dio un poder
inmenso para algo histórico, muy importante. Era el único empleado de Islandia en Estados
Unidos en ese momento y también era el hermano del primer ministro. Así que se sintió libre para
decidir por sí mismo y enarbolar una propuesta favorable. En las cartas que he investigado quedar
claro que era un tipo que intentaba hacer amigos para su causa, dispuesto a casi cualquier cosa
para promocionar un país desconocido. Todo lo que queríamos los islandeses en aquellos años es
que alguien nos tomase en serio. P. Pero Thors no era diplomático de carrera, ¿no? Ni siquiera
había algo parecido a una escuela diplomática en tu país por entonces. ¿Cuál era su currículum?
R. Era hijo de un inmigrante que se convirtió en un pequeño magnate en pocos años. Era una
familia muy rica, pero no creo que fuesen malvados. Su padre era un tipo hecho a sí mismo en
una época en la que Islandia industrializó tanto la pesca como la agricultura, los dos sectores que
contribuyó a modernizar. Llegó a declararse en bancarrota en algún momento, pero se recuperó y
tuvo una familia muy numerosa. Muchos de sus descendientes se dedicaron a la política y los
negocios y, de alguna manera, se convirtieron en una dinastía dominante en un país donde el
nepotismo era un concepto difícil de explicar porque todos se conocían entre sí. P. ¿Y cómo son
las relaciones entre Islandia e Israel ahora? R. No hay relaciones. Se ha deteriorado todo con el
tiempo. La aplastante mayoría de la población islandesa apoya ahora con firmeza la causa
palestina . Estos meses se ha desplegado un fuerte movimiento en apoyo a Palestina. E Israel
tiene ya muy pocos defensores en los medios. Diría que ninguno. Como sabes, Islandia reconoció
el estado de Palestina antes que otros países. Fue el primero de Europa en hacerlo, en 2011. Y
creo que lo hizo porque sentimos que compartimos cierta responsabilidad sobre lo que pasó
después. P. ¿Se siente Islandia culpable por lo que pasa en Israel? R. Creo que sí, por Thors, por
su implicación y por la amistad posterior. Curiosamente, no se escribe mucho sobre esto. Hay un
cierto pudor. Tuve que investigar bastante para reconstruir toda la historia. Así que esto no es algo
que muchos islandeses conozcan en profundidad, pero la mayoría somos conscientes del papel
que tuvo Islandia en la ONU cuando esto sucedió y de alguna manera nos sentimos responsables.
A menudo se menciona en discursos y los políticos defienden el apoyo a Palestina partiendo de
ese hecho. Vuelven a este momento una y otra vez para decir que, en realidad, compartimos la
responsabilidad de resolver este lío. P. ¿Tú te sientes culpable? R. Yo dediqué un tiempo a viajar
por el mundo cuando tenía 18 años y el primer lugar que visité fue Israel. Trabajé un tiempo en un
hostal en Jerusalén. Tenía intención incluso de trabajar en un kibutz, algo que nunca hice. Hice
voluntariado en campos de refugiados y luego en Cisjordania . Trabajé con agricultores de olivos
durante un tiempo. Y siempre he seguido con mucho interés lo que ocurre en Palestina. Estoy
horrorizado. — Una última antes de cerrar. La prensa islandesa de la época asegura que un joven
millonario estadounidense, un tal John F. Kennedy , invitó a salir varias veces a la hermosa hija de
Thor Thors, a Margrét Thors . Aquello no pudo ser porque, a los 26 años, Margrét se atragantó
mientras intentaba ingerir un somnífero. Y murió.

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