Este miércoles se conmemora el Día Internacional para la Eliminación de la Violencia contra la Mujer. La escritora Bel Olid (Mataró, 1977) plantea que “depilarse evita a las mujeres una forma de violencia verbal“. Quizá nunca se había planteado que arrancarse los pelos, una práctica normalmente dolorosa, podría ser una forma de violencia hacia las mujeres. En el recién publicado ensayo ‘A contrapelo. O por qué romper el círculo de depilación, sumisión y autoodio‘ (Capital Swing), Olid se considera afortunada por contar con un círculo que no le cuestiona haber desobedecido esta norma social de género, al tiempo que aborda el porqué muchas mujeres se sienten “obligadas a erradicar el vello para ser vistas como ‘mujeres de verdad'”.
¿Qué violencia ha sufrido por no depilarse?
En mi caso personal, simplemente comentarios de desconocidos. El libro no trata de mi caso personal sino del control social sobre el cuerpo de las mujeres. Una de las violencias más comunes que se sufren por no depilarse es la laboral, en ciertos trabajos ni se concibe, como por ejemplo en puestos de cara al público se considera que una mujer que no va depilada no es una mujer con buena presencia, mientras que un hombre que no se depile no tiene ningún problema. Por eso es importante que las mujeres que no sufrimos este tipo de violencia por no depilarnos abramos camino a las que lo tienen más complicado por sus circunstancias.
“Llegó el día en el que me pregunté ‘¿por qué me estoy arrancando los pelos con cera caliente si me duele y no me gusta?'”
¿Qué es lo que más le ha dolido?
El control social se ejerce de muchas formas y una es la forma de presentar algo como no deseable. Nos convencen desde muy pequeñas de que los pelos son asquerosos y de que estamos feas con ellos y por lo tanto, si no te los quitas, es algo que tú eliges. De nuevo es curioso porque los pelos de los hombres en ningún caso son asquerosos, puedes tener preferencias, pero no se le dice a un hombre “asqueroso” por no depilarse. Creo que eso mina la autoestima de las mujeres y hace que dependa más aún de la aprobación externa. En el libro cito un estudio realizado por una profesora de universidad con sus alumnas, a las que propone no depilarse durante un tiempo. En las conclusiones se recogen comentarios procedentes de sus madres como “nunca vas a encontrar pareja si vas sin depilar” y otra reacción muy curiosa era “¿ya lo sabe tu novio/marido?”, que es como decir “¿le has pedido permiso?”. El control sobre los cuerpos descansa sobre la autoridad masculina. Otro asunto es que a las parejas les da lo mismo si te depilas o no durante el invierno, no disminuye el deseo, pero no soportan que eso se haga público porque los comentarios de otros hombres sobre tu pareja empujan a ejercer ese control. Esto es lo más machista del universo y sigue sucediendo, y son comentarios super naturalizados por parte de personas que, en principio, no se consideran machistas.
¿Cuánto tiempo lleva sin depilarse?
No sé si esto es relevante. Hace bastantes años que practico la depilación selectiva, que es hacer lo que me hace sentir más cómoda según qué situación. Y hace tres o cuatro años que no me depilo conscientemente, como forma de protesta casi.
¿Qué le empujó a dejar de depilarse?
Llegó el día en el que me pregunté “¿por qué me estoy arrancando los pelos con cera caliente si me duele, no me gusta hacerlo, pierdo tiempo, es caro, y me salen otra vez enseguida?”. Esa pregunta fue muy potente. Tenía la sensación de hacer algo absurdo que era una agresión a mi cuerpo -para mí que tengo mucho vello, quizá si hubiera tenido poco, ni me lo hubiera planteado-. No me gusta hacer cosas que no quiero hacer y un día me pregunté “¿pero esto, por qué lo estoy haciendo? ¿Qué problema hay si dejo de hacerlo?” Y ahí se abrió el mundo de los problemas que hay si dejas de hacerlo y el porqué naturalizamos algo que no es nada natural. Me dio mucho que pensar.
¿Qué impacto tiene sobre nuestra salud física y mental acatar las normas sociales sobre la depilación?
Sobre salud mental es súper complejo. El acoso en el colegio a las niñas que tienen mucho vello se soluciona depilándolas y esto tiene dos mensajes muy peligrosos. El primero, a ellas: los demás pueden criticar tu cuerpo y tú tienes que adaptar tu cuerpo para gustar a los demás, incluso arrancándote el vello con cera, es decir, incluso agredir tu cuerpo; el segundo, a los agresores: les decimos “tú sigue cuando una mujer haga algo que no te parezca bien, acósala hasta que deje de hacerlo que dejará de hacerlo”. Permitiendo estas dinámicas estamos educando maltratadores y maltratadas. En lugar de atacar el fondo de la cuestión, que es la violencia. Hay que educar en que los cuerpos son de las personas y no se comentan.
“El acoso en el colegio a las niñas que tienen mucho vello se soluciona depilándolas y esto tiene dos mensajes muy peligrosos”
Que la autoestima de las mujeres esté construida sobre la validación ajena conlleva muchos problemas psicológicos y aquí no entra solo la depilación, sino también la gordofobia, que puede desencadenar trastornos de la conducta alimentaria muy graves que afectan a la salud física y mental.
Sobre la salud física, los estudios dicen que la depilación de los genitales es contraria a la salud: a menos pelo, más facilidad de contraer infecciones de transmisión sexual. Además, hay algunos tipos de cáncer de vulva que lo tienen más las mujeres que se depilan la vulva.
¿Cómo convencer a las que tenemos la idea tan arraigada y no conseguimos sentirnos seguras con pelos?
No quiero convencer a nadie. No lucho contra la depilación ni todavía menos contra las mujeres que se depilan. Contra lo que lucho es contra el control social de los cuerpos. Lo que me interesa es que si tú eliges depilarte, que no dependa del castigo que vas a tener por no hacerlo y que las nuevas generaciones lo tengan más fácil para verlo como algo absurdo. Pero mi objetivo con el libro en ningún caso es convencer a nadie, porque sé que no todo el mundo se lo puede permitir. Hay un dato esperanzador: las generaciones más jóvenes se depilan más que las de más de 50 años, pero estas toleran menos a las que no se depilan, y en cambio entre las jóvenes hay un mayor porcentaje a las que les da lo mismo lo que hagan los demás. Ahí es donde tenemos que incidir.
¿Qué le diría a una adolescente o preadolescente que aún no haya empezado a depilarse?
Hay un mensaje que es para todas pero sobre todo para las más jóvenes, que todavía están a tiempo de cambiar las cosas: los cuerpos son importantes a muchos niveles, para ti porque te permite vivir y hacer cosas que te hacen sentir bien, porque gracias a tu cuerpo estás viva y, por lo tanto, trata bien a tu cuerpo y para mí es no arrancarme el pelo porque me produce heridas. Tu cuerpo es valioso porque te permite vivir, no por si es bonito o no. No puede ser que tu bienestar emocional dependa de que te veas estupenda, porque la mayoría de días eso no va a pasar. Cuando nos levantemos con ojeras y pelos y no nos gustemos, no darle más importancia e irnos a desayunar algo que nos gusta para sentirnos mejor. Que no sentirte guapa te impida disfrutar del día. Desesclavizarnos de la belleza y de la obligación de estar siempre guapas para todo el mundo es el mejor regalo que les podemos dar a las pequeñas que tenemos a nuestro cargo o alrededor. Dejar de decirles “qué guapa estás” todos los días porque le estamos dando mucho peso y porque la gente que nos quiere le da igual si estás guapa o fea.
“No quiero convencer a nadie. No lucho contra la depilación ni todavía menos contra las mujeres que se depilan, sino contra el control social de los cuerpos”
¿Y a un hombre que se lo plantee?
En primer lugar les diría “no cagáis en la trampa, no sabéis lo que se os viene encima, que no tenéis la presión social”. Y les pediría ayuda: dejar de controlar los cuerpos de las mujeres, dejar de considerar que vuestra opinión sobre los cuerpos de las mujeres merece ser oída, no necesitamos que nos digáis lo que pensáis de nuestros cuerpos salvo cuando yo te pregunte. Otra cuestión es una relación íntima.
Y con las canas, ¿qué hacemos?
Pues lo que te dé la gana (risas). Es otra vez lo mismo: un hombre con canas es sexi, con experiencia, atractivo… frente a la mujer, que parece vieja. Esto nos tiene que hacer pensar. Creo que hay que teñirse cuando nos apetezca y sin sentirse obligada, tenemos que llegar a no sentirnos obligadas y dejar de usar el doble rasero. Para ellas hay mucha presión y para ellos, no tanta.
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