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La cultura del odio, quién está detrás del ‘hater’

Por ELLE  ·  17.02.2022

Vivimos en una sociedad que no solo se encuentra en plena pandemia a causa del coronavirus, sino también por una invencible bacteria que cuenta con miles de cepas, a cuál más dañina. Hablamos, cómo no, del odio. Eduardo Casanova ha puesto a disposición de la Policía Nacional el perfil de una persona que tras el paso del actor por la gala de los Goya, a la que acudió enfundado en un traje a medido de Mans Concept, le ha enviado un comentario “homófobo y serófobo”. Chanel Terrero ha abandonado Twitter a causa del odio vertido en la red socialJedet ha sido atacada con ferocidad tras haber abierto la gala de los premios del cine español cantando una versión de ‘Libre’, de Nino Bravo (“Soy una persona y no vais a parar hasta que me haga daño a mí misma”, ha escrito en un story) y el listado de víctimas del odio resulta tan extenso como desalentador

Lo terrible es que quien odia no es un monstruo, sino una persona

De lo que no cabe duda es de que el odio ha encontrado en el mundo virtual su mejor campo de batalla. La cultura del ‘hate’ es especialmente dañina en las redes, pero esulta especialmente necesario diferenciar los diferentes grupos de odio que existen y conocer tanto a sus miembros como sus motivaciones. Eso es precisamente lo que ha hecho Talia Levin. La periodista es objetivo frecuente de trolls y extremistas, pues al ser “una joven judía, ruidosa y bisexual”, constituye la pesadilla de todo fascista. Hablamos con ella para descubrir los secretos del odio, que expone en ‘La cultura del odio. Un periplo por la dark web de la supremacía blanca’ (Capitán Swing), un libro en el que lo más aterrador es que como ella escribe, los que han optado por dar sentido a sus vidas odiando no son monstruos, sino personas.

¿Vivimos en una sociedad acostumbrada a odiar?

El odio ha estado presente en la sociedad desde siempre. Este no es un fenómeno nuevo, pero lo diferente ahora es la comunicación instantánea y la facilidad en la que las ideas que dan forma al odio traspasan límites y fronteras. El odio, el genocidio y la guerra siempre han sido parte de la condición humana. El tener acceso a sus planes de acción, la insistencia en acceder al odio con tan solo darle a un botón o la posibilidad de que llegue a ti a través de un algoritmo es lo nuevo, lo peligroso y lo que tiene efectos exponenciales en lo que vemos por todo el mundo.

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Entrevista con Jaime LorenteVídeo anteriorPausaSiguiente vídeoNo silenciadoTiempo reproducido 3:53Cargado: 71.25%Tiempo restante -3:02Pantalla completaVÍDEO: ENTREVISTA CON JAIME LORENTE

¿Cuán peligroso es pensar que expresar odio es un acto de libertad de expresión?

Como poco creo que es una actitud inocente y autocomplaciente. No estoy abogando por el uso de la violencia contra los discursos de odio. En América, nuestra policía es tan corrupta y violenta, y suele estar tan vinculada a los grupos de odio, que involucrarnos en esta lucha sería perjudicial para nosotros, especialmente para los que somos de izquierdas. Al mismo tiempo, me frustra una actitud muy habitual aquí, la de permitir a los nazis manifestarse por las calles y mostrar su odio y compartir sus flyers. Cuando permites a grupos de odio manifestarse y extender su veneno, ignoras que su base y su objetivo es infligir violencia contra las minorías, contra todos quienes no sean blancos, hombres, heteros o cristianos. Vienen a decir, esencialmente, que su concepto de tolerancia es más importante que las vidas de las víctimas de esos grupos, y encuentro esa actitud asquerosa. Cada vez que un grupo de odio se manifiesta, la gente sufre, pues no son grupos de discursos neutrales, sino que promueven el genocidio y el uso de la violencia. No les pueden tratar como actores morales neutrales. Hacerlo es cobarde.

Talia LanvinDR

Señalas que no hay un único tipo de supremacista blanco. ¿Por qué es importante dejarlo claro?

Nos contamos muchas historias a nosotros mismos para sentirnos cómodos, y una de ellas es que los supremacistas blancos responden a un estereotipo. Aquí, en América, es alguien pobre, desesperado y sin educación, del Sur, que vive en el sótano de su madre… Pero durante mi investigación, me he dado cuenta de que muchos son profesores, personas con sus vidas, trabajos y mujeres que tienen estudios y que han decidido, sin embargo, elegir el odio. Queremos pensar que son monstruos inhumanos, porque es una historia que nos tranquiliza contarnos. También existe un elemento que responde a ofrecerles una excusa: como son pobres o ignorantes, eligen odiar. Sin embargo, muchos eligen el odio porque la historia que cuentan les seduce. Les gusta ese relato que trata sobre un salvador de su raza, algo que les hace sentirse importantes, parte de algo más grande. No hay ni una educación ni un vecindario lo suficientemente buenos, ni lazos familiares lo suficientemente sólidos, capaces de inmunizar a estas personas contra este tipo de propaganda. La gente no quiere pensar que el que odia puede ser quien está a tu lado en la oficina o alguien que vive en la casa de al lado o incluso de tu familia, porque eso le hace sentir incómodos y les obliga a tener que examinarse a sí mismos y sus propias relaciones. Pero ese no es el caso, creo que hay que romper este estereotipo para que veamos la amenaza a la que nos enfrentamos con claridad.PUBLICIDAD – SIGUE LEYENDO DEBAJO

¿Acaso no crees que poder ser un periodista objetivo es un privilegio? Es más fácil tirar de la carta de la objetividad si eres un hombre blanco heterosexual cis…

En realidad, la idea de que los periodistas han de ser objetivos, por ejemplo sin mostrar su posición respecto a los asuntos que tratan sean cuáles sean los temas, es algo relativamente reciente que ha llevado a una desinformación dentro del periodismo, sobre todo dentro del político. Me considero periodista y activista, y hay una historia muy rica dentro del activismo periodístico, como la de la pionera periodista negra Ida B. Wells, que contó la epidemia de los linchamientos del Sur, o Nellie Bly, que se metió en un asilo para poder hablar de las condiciones que había dentro. En mi forma de hacer periodismo siempre intento ser precisa con los asuntos que trato. Intento tener mucho cuidado con no liarla con los detalles y plantear las cosas de la forma más precisa. Sin embargo, creo que parte de esa precisión radica en ser honesta con quién soy, que es alguien que se opone a la extensión de los grupos de odio. Sí, es porque pertenezco a uno de los grupos a los que odian, pues soy una mujer gay y judía, y me quieren destruir. Pero en todo caso, eso hace que sea aún más cuidadosa con los detalles, porque no me puedo permitir arruinar mis luchas por ser descuidada.

El libro ’La cultura del odio’ (Capitán Swing)CAPITÁN SWING

“Los grupos de odio se alimentan entre ellos y se refuerzan”

¿Es la misoginia una parte esencial del rad

Vivimos en una sociedad que no solo se encuentra en plena pandemia a causa del coronavirus, sino también por una invencible bacteria que cuenta con miles de cepas, a cuál más dañina. Hablamos, cómo no, del odio. Eduardo Casanova ha puesto a disposición de la Policía Nacional el perfil de una persona que tras el paso del actor por la gala de los Goya, a la que acudió enfundado en un traje a medido de Mans Concept, le ha enviado un comentario “homófobo y serófobo”. Chanel Terrero ha abandonado Twitter a causa del odio vertido en la red socialJedet ha sido atacada con ferocidad tras haber abierto la gala de los premios del cine español cantando una versión de ‘Libre’, de Nino Bravo (“Soy una persona y no vais a parar hasta que me haga daño a mí misma”, ha escrito en un story) y el listado de víctimas del odio resulta tan extenso como desalentador.

Lo terrible es que quien odia no es un monstruo, sino una persona

De lo que no cabe duda es de que el odio ha encontrado en el mundo virtual su mejor campo de batalla. La cultura del ‘hate’ es especialmente dañina en las redes, pero esulta especialmente necesario diferenciar los diferentes grupos de odio que existen y conocer tanto a sus miembros como sus motivaciones. Eso es precisamente lo que ha hecho Talia Levin. La periodista es objetivo frecuente de trolls y extremistas, pues al ser “una joven judía, ruidosa y bisexual”, constituye la pesadilla de todo fascista. Hablamos con ella para descubrir los secretos del odio, que expone en ‘La cultura del odio. Un periplo por la dark web de la supremacía blanca’ (Capitán Swing), un libro en el que lo más aterrador es que como ella escribe, los que han optado por dar sentido a sus vidas odiando no son monstruos, sino personas.

¿Vivimos en una sociedad acostumbrada a odiar?

El odio ha estado presente en la sociedad desde siempre. Este no es un fenómeno nuevo, pero lo diferente ahora es la comunicación instantánea y la facilidad en la que las ideas que dan forma al odio traspasan límites y fronteras. El odio, el genocidio y la guerra siempre han sido parte de la condición humana. El tener acceso a sus planes de acción, la insistencia en acceder al odio con tan solo darle a un botón o la posibilidad de que llegue a ti a través de un algoritmo es lo nuevo, lo peligroso y lo que tiene efectos exponenciales en lo que vemos por todo el mundo.

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¿Cuán peligroso es pensar que expresar odio es un acto de libertad de expresión?

Como poco creo que es una actitud inocente y autocomplaciente. No estoy abogando por el uso de la violencia contra los discursos de odio. En América, nuestra policía es tan corrupta y violenta, y suele estar tan vinculada a los grupos de odio, que involucrarnos en esta lucha sería perjudicial para nosotros, especialmente para los que somos de izquierdas. Al mismo tiempo, me frustra una actitud muy habitual aquí, la de permitir a los nazis manifestarse por las calles y mostrar su odio y compartir sus flyers. Cuando permites a grupos de odio manifestarse y extender su veneno, ignoras que su base y su objetivo es infligir violencia contra las minorías, contra todos quienes no sean blancos, hombres, heteros o cristianos. Vienen a decir, esencialmente, que su concepto de tolerancia es más importante que las vidas de las víctimas de esos grupos, y encuentro esa actitud asquerosa. Cada vez que un grupo de odio se manifiesta, la gente sufre, pues no son grupos de discursos neutrales, sino que promueven el genocidio y el uso de la violencia. No les pueden tratar como actores morales neutrales. Hacerlo es cobarde.

Talia LanvinDR

Señalas que no hay un único tipo de supremacista blanco. ¿Por qué es importante dejarlo claro?

Nos contamos muchas historias a nosotros mismos para sentirnos cómodos, y una de ellas es que los supremacistas blancos responden a un estereotipo. Aquí, en América, es alguien pobre, desesperado y sin educación, del Sur, que vive en el sótano de su madre… Pero durante mi investigación, me he dado cuenta de que muchos son profesores, personas con sus vidas, trabajos y mujeres que tienen estudios y que han decidido, sin embargo, elegir el odio. Queremos pensar que son monstruos inhumanos, porque es una historia que nos tranquiliza contarnos. También existe un elemento que responde a ofrecerles una excusa: como son pobres o ignorantes, eligen odiar. Sin embargo, muchos eligen el odio porque la historia que cuentan les seduce. Les gusta ese relato que trata sobre un salvador de su raza, algo que les hace sentirse importantes, parte de algo más grande. No hay ni una educación ni un vecindario lo suficientemente buenos, ni lazos familiares lo suficientemente sólidos, capaces de inmunizar a estas personas contra este tipo de propaganda. La gente no quiere pensar que el que odia puede ser quien está a tu lado en la oficina o alguien que vive en la casa de al lado o incluso de tu familia, porque eso le hace sentir incómodos y les obliga a tener que examinarse a sí mismos y sus propias relaciones. Pero ese no es el caso, creo que hay que romper este estereotipo para que veamos la amenaza a la que nos enfrentamos con claridad.PUBLICIDAD – SIGUE LEYENDO DEBAJO

¿Acaso no crees que poder ser un periodista objetivo es un privilegio? Es más fácil tirar de la carta de la objetividad si eres un hombre blanco heterosexual cis…

En realidad, la idea de que los periodistas han de ser objetivos, por ejemplo sin mostrar su posición respecto a los asuntos que tratan sean cuáles sean los temas, es algo relativamente reciente que ha llevado a una desinformación dentro del periodismo, sobre todo dentro del político. Me considero periodista y activista, y hay una historia muy rica dentro del activismo periodístico, como la de la pionera periodista negra Ida B. Wells, que contó la epidemia de los linchamientos del Sur, o Nellie Bly, que se metió en un asilo para poder hablar de las condiciones que había dentro. En mi forma de hacer periodismo siempre intento ser precisa con los asuntos que trato. Intento tener mucho cuidado con no liarla con los detalles y plantear las cosas de la forma más precisa. Sin embargo, creo que parte de esa precisión radica en ser honesta con quién soy, que es alguien que se opone a la extensión de los grupos de odio. Sí, es porque pertenezco a uno de los grupos a los que odian, pues soy una mujer gay y judía, y me quieren destruir. Pero en todo caso, eso hace que sea aún más cuidadosa con los detalles, porque no me puedo permitir arruinar mis luchas por ser descuidada.

El libro ’La cultura del odio’ (Capitán Swing)CAPITÁN SWING

“Los grupos de odio se alimentan entre ellos y se refuerzan”

¿Es la misoginia una parte esencial del radicalismo y del odio?

Creo que es más adecuado decir que el odio está interconectado, pues los grupos de odio no existen de forma aislada. El odio hacia las mujeres, por ejemplo, o la misoginia que aparece en la cultura occidental y que moldea la vida de las mujeres, es un camino habitual para radicalizar a los hombres jóvenes, que empiezan viendo contenido antisemita, que cuestiona si el sexismo existe, y pronto se ven arrastrados cuesta abajo hacia un camino que les dirá que “el feminismo es una trampa judía”, “los inmigrantes están siendo importados para acabar con los blancos”, etcétera. Los grupos de odio se alimentan entre ellos y se refuerzan. Cada uno es un ladrillo con el que edificar el edificio del odio.

Haces distinciones entre los diferentes grupos de odio. ¿Por qué es esencial hacerlo?

Para combatir el odio, tenemos que conocerlo a fondo. Las taxonomías pueden no parecer importantes, porque pensamos que da igual al ser todos son malos. Lo importantes es saber qué motiva a cada grupo, cómo se congregan y qué tácticas emplean para poder combatirlos de forma eficiente. Si sabemos qué les motiva, podemos luchar mejor. Ese es el principio del libro, que los lectores puedan enfrentarse al odio armado gracias al conocimiento.

icalismo y del odio?

Creo que es más adecuado decir que el odio está interconectado, pues los grupos de odio no existen de forma aislada. El odio hacia las mujeres, por ejemplo, o la misoginia que aparece en la cultura occidental y que moldea la vida de las mujeres, es un camino habitual para radicalizar a los hombres jóvenes, que empiezan viendo contenido antisemita, que cuestiona si el sexismo existe, y pronto se ven arrastrados cuesta abajo hacia un camino que les dirá que “el feminismo es una trampa judía”, “los inmigrantes están siendo importados para acabar con los blancos”, etcétera. Los grupos de odio se alimentan entre ellos y se refuerzan. Cada uno es un ladrillo con el que edificar el edificio del odio.

Haces distinciones entre los diferentes grupos de odio. ¿Por qué es esencial hacerlo?

Para combatir el odio, tenemos que conocerlo a fondo. Las taxonomías pueden no parecer importantes, porque pensamos que da igual al ser todos son malos. Lo importantes es saber qué motiva a cada grupo, cómo se congregan y qué tácticas emplean para poder combatirlos de forma eficiente. Si sabemos qué les motiva, podemos luchar mejor. Ese es el principio del libro, que los lectores puedan enfrentarse al odio armado gracias al conocimiento.

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