Esther Vivas (Sabadell, 1975) es autora y coautora de numerosos libros sobre el sistema agroalimentario y los movimientos sociales como El negocio de la comida (Icaria Editorial). Para plasmar hasta qué punto esta sociedad es «hostil a la maternidad» -aunque luego se extrañe de tener un déficit demográfico propio de posguerra- acaba de publicar con Capitán Swing Mamá desobediente. Una mirada feminista a la maternidad: un títúlo en el que retrata los temas invisibles relacionados con la crianza (infertilidad, embarazo, pérdida gestacional, violencia obstétrica…).
–Mamá desobediente. Podríamos empezar diciendo: «Soy mujer. ¿Cómo quieres que me sienta culpable?»
-La maternidad es una cuestión compleja. Llegó un momento en el que el feminismo se rebeló contra el yugo que suponía, y siguen existiendo muchas diferencias entre lo que es la institución de la maternidad, la imposición de la maternidad y lo que experimentan las propias mujeres. La maternidad, además, está rodeada de invisibilidad. Uno de los aspectos de la reivindicación de la lactancia materna es precisamente ese: hacer visibles, sin idealizarlos, temas que no se valoran y que son prácticas imprescindibles para la reproducción de la vida.
-Quien no tiene hijos -dice un reciente estudio sobre infecundidad- es porque no puede. Resulta que no había una generación inmadura y egoísta.
-Una de cada cuatro mujeres nacidas en 1975 no tendrá hijos y, la gran mayoría, no será porque no han querido. Las instituciones públicas empiezan ahora, después de años, a encender las luces de alarma. ¿Por qué no aumenta la atención a la crianza, las ayudas a la vivienda, por qué no mejoran las condiciones laborales…? Hay muchas parejas con dos sueldos que no alcanzan un salario digno y las tasas de paro son las que son. España es uno de los países que presenta mayor diferencia entre el deseo de tener hijos y la realidad: a un 50% de la población consultada le gustaría tener dos hijos; a un tercio, tres; pero la media está en 1.3. Casi todo el mundo está renunciando a lo que querría. La maternidad te penaliza gravísimamente en el mercado, y no se trata ya tanto de romper techos de cristal como de reducir la jornada laboral: una reclamación que casi se ha olvidado.
-Dice que es un sinsentido luchar sólo por la equiparación de permisos paternales, y no por el alargamiento del de maternidad.
-La ampliación del permiso de paternidad ha estado en el centro del debate, que me parece muy bien. Pero, en treinta años, el permiso de paternidad habrá aumentado un 600%, y el de maternidad, nada, cuando los cuatro meses son inferiores incluso a los seis que la OMS aconseja de lactancia materna.
-Un dato curioso: las familias monoparentales triplican a las numerosas, pero ven muy pocas ayudas.
-En estos años, el porcentaje de familia monoparentales (en su mayoría, monomarentales) ha aumentado considerablemente. ¿Por qué no reciben ayudas específicas y las numerosas, sí? Pues por cuestiones ideológicas. Sólo Cataluña y País Vasco cuentan con un marco específico: esto es así incluso aunque si eres mujer, sin pareja, y tienes descendencia, posees todas las papeletas para ser pobre.
-La izquierda -afirma- tiene un problema, y grave, con la maternidad y la crianza.
-La maternidad y la familia han sido espacios de la derecha. En la medida en que la izquierda no afronta dilemas de la maternidad deja el espacio a la derecha o a posiciones liberales. Por eso habría que rescatar la crianza de la carga económica que se le otorga. Hay que denunciar más esa perspectiva de que todo pase por caja.
-Las mujeres acomodadas fueron las primeras en asumir el ideal de «esposa y madre abnegada». Porque podían. Ahora está la «madre abnegada vs. madre consumida».
-La maternidad viene marcada por la clase social de las madres. Cierto punto de dedicación sólo lo tiene quien se lo puede permitir. La precariedad también dificulta que te puedas quedar embarazada, retrasas la maternidad y es más difícil por edad, por factores ambientales… Pero no te preocupes, que ahí están las técnicas de reproducción asistida. Y si quieres cuidar a tus hijos, o te tomas una excedencia, o difícil.
-Alertar del desamparo de las madres ya lo hacía Flora Tristán a mediados del XIX. Y aquí estamos.
-Hay muchos frentes en los que luchar para que la crianza en general coincida en la centralidad política. Uno de los problemas que hemos tenido, desde un punto de vista feminista, es que la maternidad integra biología y cultura, e incomoda a una parte del feminismo y de las ciencias sociales. Pero la maternidad es también social, todo lo relacionado con ella tiene mucho que ver con la cultura. Hay que reivindicarla señalando que es responsabilidad de madres, padres y de la comunidad en general.
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