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La Chana: “Soy aquella niña pobre que creció bailando en el campo encima de dos ladrillos”

Por La Voz del sur  ·  29.02.2020

14 minutos y 40 segundos de conversación con Antonia Santiago Amador, la Chana (Barcelona, 1946). No llevaba preguntas preparadas. Solo tenía en la cabeza el libro autobiográfico que publicó con la ayuda de la profesora y musicóloga Beatriz del PozoLa Chana. Bailaora (Capitán Swing, 2018), y el documental sobre su figura, La Chana, obra de Lucija Stojevic. Esta es la historia de una mujer que solo quería bailar. Una mujer que se sentía libre en el escenario como si fuera un lugar sagrado. La historia trágica de una niña con una infancia feliz a la que más tarde arrebataron sus sueños cuando lo tenía todo para alcanzarlos.

Esta señora que camina con ayuda, despacio, que abre sus ojos verdes de par en par y te los clava sin que puedas apartar los tuyos, derrama frases que son sentencias. Dichas de forma tan sincera, tan rotunda, tan despacito, que todo tiene que ser verdad. Lo que ves es lo que es. Creadora y virtuosa del ritmo, como recoge el libro tuvo dos etapas de esplendor profesional: 1966-1979 y 1985-1991. Entre esos años, dieciocho de malos tratos y un descenso a los infiernos que la borró de los escenarios y la apartó de los focos.

Su tío Chano, Raúl Amador, le dio el apodo a esta gitana del barrio de la Torrassa de l’ Hospitalet de Llobregat, y fue el responsable de catapultarla al baile profesional a los 14 años. Lo hizo en contra de la opinión de su familia: “Una artista no puede ser una mujer honrada”. Su abuela paterna murió arrollada por un tren horas antes de nacer ella. Su padre, pese a la tragedia y el duelo, le sacaba poesías y le decía que era su esperanza y su mejor obra. 73 años después, La Chana, tan diva y tan humilde, sigue siendo un ser especial. Único en su especie flamenquísima.

Paco de Lucía la vio en Los Canasteros y dijo “el baile de la Chana no se puede mejorar”. Entre sus admiradores, Salvador Dalí y Peter Sellers. Ahora estamos en el marco del 24 Festival de Jerez, donde la Chana aparece como artista invitada en la gala Cádiz-Jerez en la que ofrecerá una pincelada, por soleá, bailando —otra vez— como si fuera la última.

¿Cómo se encuentra?

Bien… bien. Un poquito triste por lo de mi perrito. Cuando quieres algo tanto, tanto… y de pronto ya no está en la casa… es que hace cuatro o cinco días solo. Mi caniche pequeñito…, Canela, sale en toda la película, más bonita que todas las cosas…

¿Cuánto tiempo le ha acompañado?

Ocho años.

¿Se quiere muchas veces más a los animales que a ciertas personas?

Sí, no me da vergüenza decirlo, lo siento. Mira cómo tengo los ojos… hinchados. Estaba desolada, pero bueno… No iba a venir, pero me han insistido ¿Vas a estar mañana en el teatro…? Me da coraje bailar en la silla, porque me limita. Dicen que está muy bien, pero yo no me lo creo. 

A veces un simple golpe de muñeca o un gesto en el baile vale más que el más rápido de los zapateados, ¿no cree?

Si es verdadero, vale más un solo golpe y una mirada. El flamenco es muy grande, la gente lo coge para adornar otras cosas, diciendo que es flamenco lo que hacen, y no es verdad. En el flamenco, la seguiriya, las soleares…, se puede avanzar, porque todo evoluciona. Antes los trenes iban con carbón y ahora van que echan chispas. Pero claro, no hay que perder la cuestión de que es un tren, no un avión. Y las raíces son muy profundas en el flamenco. 

¿De dónde surge esa hondura?

Una vez me preguntaron en Munich, donde en el escenario me pusieron un sillón como un trono, ¿por qué los gitanos tenéis ese ay y ese baile que nos pone los pelos de punta? Me quedé un rato pensando y me vinieron a la mente las fatigas que hemos pasado. Me vi con libertad para hablar. Con coraje, porque en aquel momento tenía coraje, le dije: ya que me lo preguntas te diré que es porque los Reyes Católicos nos han quitado nuestro idioma, nos han cortado las orejas y nos han mandado a galeras. Y hemos pasado muchos ays. Y después, Hitler, muchos de vosotros los alemanes, nos habéis matado de mala manera, junto con el pueblo de Israel, pero nadie mienta a los gitanos.

El flamenco es muy grande, la gente lo coge para adornar otras cosas, diciendo que es flamenco lo que hacen, y no es verdad

Esos ays son de muchas penas, fatigas y lloros. He dado la vuelta al mundo tres veces buscando de dónde vienen los gitanos, me he preocupado por ellos, y creo que somos una de las tribus de Israel. Tenemos mucha similitud en la honra: la mujer tiene que ser moza, no tiene que salir mucho, tiene que casarse virgen… y hay muchas cosas que el mundo payo no sabe y nosotros llevamos todavía y son similares a las de los judíos. Tengo amigos israelitas que me dicen que se me ve a la legua que soy gitana, por la forma de mirar, y también me dicen que hay judías rubias y con los ojos verdes, como yo.

Usted ha sufrido una doble persecución, una doble discriminación: mujer y gitana.

Pues sí. Me tuve que retirar a los 33 años estando famosa totalmente para que los hombres no se pelearan y no hubiera ninguna cosa fea. Dejar lo tuyo cuando estás totalmente arriba… únicamente tú, haciendo cosas que nadie hacía… aunque no me lo crea, es verdad. Tuve que aguantar a una persona un poco demente para que me tuviera como su sierva y él como mi señor. Pero quiero que pongas que he ido a Santander con mi hija y le he perdonado. Te perdono, vive tranquilo, y que Dios haga lo que quiera contigo.

¿De alguna manera, la vida siempre da nuevas oportunidades?

Porque Dios dice una palabra muy importante: de lo que siembras, recoges. Y es verdad. Por eso donde voy hablo de Jesucristo. Porque él dijo: mi paz os dejo, mi paz os doy, pero no como el mundo la da. Cuando tienes la paz de Él, y aprendes de las huellas de amor que dejó, aprendes a amar a las personas buenas o malas, porque si no este mundo sería un infierno.

¿No lo parece a veces…?

Porque el hombre tiene libre albedrío. Pero no hizo caso de las palabras de amor de Jesús, cuando dijo si alguien te manda ir una milla con una carga, ve con él no una, sino dos. Y si te pide el manto, dale también la túnica. Y si lo ves caído, levántalo. Amaos los unos a los otros como yo os he amado, y el hombre no lo hace. Por eso está el mundo cómo está.

Tuve que aguantar a una persona un poco demente para que me tuviera como su sierva y él como mi señor. Pero quiero que pongas que he ido a Santander con mi hija y le he perdonado; que Dios haga con él lo que quiera

¿Se ha perdido en gran parte del arte la espiritualidad?

No. Los gitanos no. La conservamos. No queremos envolvernos mucho con el mundo porque el mundo no trae nada bueno, está todo…

¿Contaminación en su más amplia expresión?

En todas las direcciones. Todo está bien, y eso no puede ser. Un padre le tiene que reñir a su hijo porque es su hijo. Pero ahora las leyes, depende de cómo le riñas, el mundo te denuncia.

¿Ve a muchos jóvenes artistas más preocupados por llegar que por sentir?

Quieren ser importantes, y eso no vale para nada. No soy importante. Lo dicen, pero es mentira. Soy aquella niña pobre que creció bailando en el campo encima de dos ladrillos. No había nadie, no había televisión, aprendí el compás encima de los ladrillos, pobre de mí, y cuando salí, bailé diferente a todo el mundo. Muy fuerte y muy rápido. Nadie hacía cosas raras, pero yo tenía el compás en los sesos. Hacía lo que quería. Cuando vi bailar, dije: qué pasa. Cuando salía al escenario, la gente se paraba y me dejaba sola porque no llegaba. Bueno, ahora tampoco llegan a la velocidad que quiero. Pero no por eso soy importante, ni bailo mejor, ni soy la mejor.

Pero volvió usted locos a gente como Paco de Lucía, Dalí o Peter Sellers…

Bueno, mis amigos. Paco de Lucía dijo unas palabras sobre mí muy importantes, están en el libro y no las voy a volver a repetir. Y Caracol, igual. Y Curro Romero, Camarón…

¿En quién se fijaba usted?

No me fijaba en nadie. Era tan diferente… es que era totalmente opuesta a todo. El tacón con el que bailan hoy las chicas me lo inventé yo, es mío. Porque yo bailaba muy rápido, muy fuerte, muchos destiempos, contratiempos, sincopados, porque el tiempo lo tenía aquí [se señala la cabeza] y hacía lo que me daba la gana. Y la verdad, bailaba muy sencillito. Y por eso yo me iba a quitar, porque la gente se paraba y me dejaba sola en el escenario: así no se baila. Como tenía 18 años y había nacido mi hija, pues decía: no bailo y me dedico a criar a mi hija. Pero yo veía que el público se ponía loco… No está bien que hable de mí, pero bueno. No me fijé en nadie porque no había televisión. Ahora le das a los botones y lo tienes todo.

Y al mismo tiempo todo es más en serie, ¿no?

Antes todos éramos únicos. Pero con esto de eso que se ven todos… ¿cómo se llama? 

¿YouTube…?

No sé verlo yo eso. Ahora sé mandar cosas con el móvil, aprieto y mando fotos, me lo ha enseñado mi nieto, pero no me interesa eso.

¿Se le sigue dando bien la cocina?

Uh, la cocina es lo mío. Eso sí que lo hago bien. Cocino muy bien y a mi casa han llegado a venir hasta 80 personas, porque tenía un patio muy grande. Ahora la he alquilado y me he ido a Mataró, al lado de playa.

¿Cuál su plato estrella?

El arroz con habichuelas e hinojo. Está muy bueno. Porque me crie con arroz, habichuelas e hinojo del campo.

Las grandezas te engañan, son mentira. ¿Quién es importante, para qué vale? Es el corazón lo que vale

Comida de raíz…

Claaaro, hombre, imagínate, yo nací después de la guerra… imagínate cómo estaba la cosa. Por eso aunque me pongan encima de una montaña de oro yo no cambio, yo soy yo. Las grandezas te engañan, son mentira. ¿Quién es importante, para qué vale? Es el corazón lo que vale, cuando miras a las personas con una mirada cierta y eres verdadero. 

¿Para qué sirve tanta competición para llegar al mismo sitio?

¿Para qué…? No tiene importancia. La importancia es que vayas a los sitios y te quieran. Y que sepan que si dices una palabra es cierto. Siendo sincera… si es que las mentiras no valen. ¿Para qué, para engrandecerte? ¡Qué tontería!

Maestra, ¿qué hacemos con España y Cataluña?

Ayyyyy, qué harta estoy de la situación… me voy a comprar una casa por Jerez, ya quise hacerlo hace dos años. Me gusta Jerez. Jerez es mágico. Y tengo gente muy conocida aquí. Barcelona… ¿sabes qué? Oro por esas personas que lo hacen tan mal, porque me dan pena. Si uno tiene que recoger lo que siembra, ¿qué va a recoger la gente mala? Pena, sufrimiento y lloro. Y los que siembran el bien, recogerán alegrías, abrazos y besos, y miradas ciertas, como yo las estoy recibiendo. Y no sé por qué, porque no soy tan buena como dicen, ni bailo tan bien como dicen. Mentira.

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