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La cara B del disco que cambió el mundo

Por eldiario.es  ·  04.01.2020

El éxito de un “producto cultural” nunca es casualidad; se debe a una suma de factores. Con todo, si hay un factor del que no se puede prescindir, ese factor es el de los canales de distribución. Por decirlo de manera figurativa, si el contenido del producto es el rey, la distribución es el reinado. A partir de este concepto, el periodista norteamericano Derek Thompson ha montado un libro donde analiza distintos éxitos comerciales de la industria del entretenimiento. Desde ‘Rock Around the Clock’ hasta ‘Cincuenta sombras de Grey’ pasando por Instagram. El libro se titula ‘Creadores de Hits’ y viene publicado por Capitán Swing. En cada apartado, en cada historia que nos cuenta Derek Thompson, flota la cuestión: “¿Por qué algunas ideas y productos se vuelven populares y la mayoría no lo son?” Como ejemplo sirva ‘Rock Around the Clock’, la canción de Bill Haley que inauguró un nuevo ritmo bautizado como Rock’n Roll. Toda una peripecia que se convirtió en un éxito de ventas, pues faltó muy poco para que aquella canción fundacional no fuese grabada. El asunto sucedió tal y como sigue. Bill Haley & ‘His Comets’ -su grupo- tenían día y hora para una sesión de grabación en Nueva York, el 12 de abril de 1954, a las once de la mañana. Iban a grabar dos canciones para un sencillo. A Bill Haley -terco vaquero al estilo de John Wayne, pero con guitarra- se le había metido en la cabeza que una de las canciones a grabar fuese ‘Rock Around the Clock’, tema desechado por la compañía como cara A del disco sencillo. En su lugar, para la primera cara, los de la compañía tenían una canción que sonaba menos agresiva que aquella mezcla de country jaspeada por los ritmos de la negritud. El corte de la cara A llevaba por título ‘Thirteen Women’ y contaba la historia futurista de un proxeneta a cargo de un burdel después de que la bomba H destruyese el mundo. A las once de la mañana de aquel 12 de abril, Bill Haley no se presentó con su grupo a grabar. Tanto Bill como los de su grupo estaban en el río Delaware, mordiéndose las uñas a bordo de un ferry encallado en un banco de arena. Al final, un bote vino a salvarlos; remolcó el ferry y tocaron suelo. Sin tiempo que perder, Bill Haley se puso al volante de la camioneta y condujo flechado, directo a la grabación. Con más de dos horas de retraso se presentó en el estudio, acompañado de su grupo. Tenían poco tiempo. El estudio tenía reserva y a las cinco de la tarde tenían que abandonarlo. Bill Haley y su grupo iban a grabar contra reloj. La presión nerviosa llegó a ser tan intensa que la canción del proxeneta futurista hubo que repetirla media docena de tomas. Pasando las cuatro y media de la tarde, por fin, grabaron de un tirón ‘Rock Around the Clock’. El disco fue prensado y cortado. Tal y como los del departamento de mercadotecnia de la Decca tenían en proyecto, el single se pondría en órbita utilizando los canales de propaganda de la época, esto es, difundiéndolo por emisoras de radio y anuncios en revistas. Pero el disco fue un fracaso. Otro más de una industria dedicada a fabricar perdedores. Por aquella época, grupos como The Orioles, The Flamingos o The Platters seducían a una inmensa minoría de jóvenes con cierto poder adquisitivo; clase media que se dejaba el dinero en vinilos y que se encerraba en la habitación a escuchar música hecha por negros; sonidos y voces que provocaban la humedad de los cuerpos, lo que manifestaba que los blancos estaban perdiendo su hegemonía cultural en lo que a música se refiere. Artistas como Bing Crosby o Frank Sinatra se empezaban a quedar atrás. Fue entonces cuando se pensó que la única manera de parar aquello sólo era posible propagando música con ligeros elementos de cultura negra. Así fue como el nuevo ritmo bautizado como Rock’n Roll se convertiría en fenómeno de masas. El Rock necesitaba un canal de propaganda masivo y ese canal iba a ser el cine. ‘Semilla de maldad’ sería la película. Dirigida por Richard Brooks y protagonizada por Glenn Ford, la película cuenta la historia de un profesor que da clases en un centro de jóvenes difíciles, un colegio donde domina la delincuencia. Al final, aquella historia escrita por Evan Hunter serviría para que la música hecha por los blancos no perdiese su hegemonía cultural, y con ello su hegemonía política. Por otro lado, también sería una manera de engordar la cuenta del capital con otros ritmos pero sin perturbaciones raciales. Como bien dice Derek Thompson en su libro, la canción Rock Around the Clock “fue un meteorito cultural que no sólo alcanzó la tierra, sino que también mató a los dinosaurios”. La película se estrenó en 1955. Con ello, ‘Rock Around the Clock’ se convirtió en éxito masivo tiempo después de su fracaso. Lo que sucede es que Derek Thompson, lejos de buscar una causa política al éxito del tema de Bill Haley, piensa que no hubo causa ni cálculo alguno, y que el citado éxito se debe a un elemento tan disperso como lo pueda ser la mano invisible que -llevada por el azar o la suerte- regula el mercado. Algo parecido a la mano de un crupier. Según Derek Thompson, el éxito de la canción se debió a la casualidad de que el hijo de Glenn Ford, aficionado a la música, tuviera el disco de Bill Haley en casa cuando apareció por allí su padre con Richard Brooks. Cuando lo escucharon, decidieron utilizar la canción ‘Rock Around the Clock’ para abrir con ella la película. Hay casualidades que resultan muy sospechosas.

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