“Ahora, el enemigo son los terroristas. Los nombres cambian, pero el miedo permanece”. En Yo soy Espartaco (Capitán Swing) Kirk Douglas no solo contó la historia del fin del silencio impuesto por la caza de brujas, reventada cuando el actor, también productor, eligió a Dalton Trumbo, el más famoso de los integrantes de la lista negra, para que escribiera el guion de Espartaco. Es cierto que hay varias versiones de la jugada: Trumbo estaba también con el libreto de Éxodo, de Otto Preminger, y según algunas fuentes este ya había decidido que el nombre de Trumbo saliera en la gran pantalla. Douglas, sencillamente, corrió más. O no. Puede que sí, que enfadado con la jugada de Kubrick, que se presentó voluntario a firmar el guion de Espartaco ya que Trumbo no podía aparecer, se lanzara a darle el crédito público. “Yo solo estaba tratando de hacer la mejor película que fuera capaz de producir acerca de una historia que me interesaba”, recuerda a sus 96 años en el libro. “Dalton me dijo: ‘Kirk, gracias por devolverme el nombre’. No debí tener que ocuparme yo de devolvérselo; nadie, y menos aún el gobierno, debería tener poder para privar a un hombre de lo que le corresponde por el mero hecho de haber nacido […]. La mayor parte de los estadounidenses honrados sabíamos que lo que ocurría estaba mal, peor fingíamos que no importaba”.
Más allá de este debate, Kirk Douglas siempre tuvo fama de actor progresista. Incluso corrió el rumor de que no ganó el Oscar por sus ideas. Fue el primero en sacar partido (en su caso teatral) a Alguien voló sobre el nido del cuco. En sus memorias cuenta que conoció a John Fitzgerald Kennedy en una fiesta a mediados de los cincuenta, y posteriormente, cuando vio al presidente junto a su esposa Jacqueline, no pudo por menos que calificarles de “el príncipe y la princesa”. Fue JFK quien le pidió que viajara por el extranjero como una especie de embajador de la cultura estadounidense. “Cuando me preguntan”, asegura en El hijo del trapero a cuenta de Los justicieros del Oeste, “siempre digo que no estoy interesado en las películas con mensaje. Pamplinas. Lo estoy, y mucho”.
Largo tiempo seguidor del Partido Demócrata, usó su ascendiente sobre los presidentes estadounidenses de ese partido. En Let’s Face It, su libro de memorias de 2007, cuenta cómo escribió a Jimmy Carter, cuando este ya era expresidente para apoyar a Israel. Douglas no fue comunista, pero tampoco anticomunista. Sobre todo odió a los delatores, a quienes. como el director Eddie Dmytrick, se chivaron por salvar sus propios trabajos. Puede que, porque al fin y al cabo, como decía Clooney al inicio del último libro de la leyenda fallecida el miércoles: “La pasta de la que está hecho Kirk Douglas es un material sólido”.
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