Kimmerer, botánica: “En los musgos hay una red de vida tan compleja como la de una selva tropical”

Por El País  ·  27.02.2024

Esta científica estadounidense considera que los humanos deberíamos aprender de estas plantas que “construyen biodiversidad”.

“¿Quién va a querer leer un libro sobre musgos?”, cuenta la botánica estadounidense Robin Wall Kimmerer (Nueva York, 1953) que se preguntaba al empezar a escribir sobre estas pequeñas plantas a las que se presta tan poca atención que ni siquiera suelen tener nombres comunes. Sin embargo, esta científica de ascendencia indígena, miembro de la Citizen Potawatomi Nation, se propuso mostrar lo increíble que puede ser este mundo en miniatura, un reino natural que, según incide, desde la perspectiva de un humano de metro ochenta se ve tan alejado como la superficie terrestre desde un avión que vuele a 10.000 metros. Como cuenta en una entrevista online, de esta forma nació Gathering Moss: A Natural and Cultural History of Mosses, una curiosa obra traducida ahora en español con el título de Reserva de musgo (Ed. Capitán Swing).

Pregunta. ¿En qué se parece el musgo a una selva tropical?

Respuesta. Los musgos están formados por pequeños brotes que son como árboles en miniatura, así que se asemejan a bosques a pequeña escala. Además, en los musgos hay una red de vida tan compleja como la de una selva tropical. En su interior hay mucha humedad, muchas pequeñas criaturas, y se dan procesos bioquímicos del reciclaje de nutrientes y de regulación del clima.

P. ¿Cuánta biodiversidad hay en un solo gramo de musgo de suelo de bosque?

R. A veces se habla de los musgos como arrecifes de coral del bosque. Un pequeño puñado de musgo está lleno de biodiversidad: ácaros, tardígrados, nematodos y todo tipo de pequeños invertebrados que viven allí. Y al igual que en un bosque, hay algunos especímenes que pastan, otros son depredadores, también viven parásitos. En el musgo hay redes alimentarias e interacciones ecológicas muy complejas. Es un pequeño mundo en miniatura.

P. En este mundo en miniatura no se buscan tigres o gorilas sino pequeños tardígrados. ¿No es así?

R. No busco tardígrados específicamente, pero me encanta cuando los encuentro. Estas pequeñas criaturas son muy especiales porque la mayoría vive sólo en musgos y porque tienen una notable capacidad para tolerar la sequedad. Cuando el musgo está mojado, esos tardígrados se mueven como ositos, también se les llama osos de agua. Pero si los musgos se secan, ellos también se desecan. Entran en un estado denominado “tun” y simplemente, esperan. Hasta que vuelve a mojarse su entorno y entonces se expanden para convertirse otra vez en osos de agua en movimiento, vivos. Son organismos realmente extraordinarios por su capacidad de desecarse sin morir.

P. ¿El musgo es la demostración de que ser pequeño no es ningún fracaso?

R. A menudo pensamos que el éxito consiste en ser grande, poderoso y dominante. Los musgos no son ninguna de estas cosas, pero han sobrevivido a casi todos los seres que alguna vez vivieron en la Tierra. De hecho, se parecen mucho a cómo eran hace 400 millones de años. Su éxito se debe justamente a que son pequeños, encajan en pequeños micronichos. Pero también a que toman muy poco del medio ambiente y devuelven mucho. Fomentan la vida de otros seres, construyen biodiversidad, construyen suelo.

P. ¿Por qué dice que aprender a ver el musgo se asemeja más a escuchar que a mirar?

R. Se trata de mirar primero, pero con el tipo de intensidad que también usamos cuando escuchamos un sonido muy pequeño. Todos los días pasamos junto a musgos sin verlos, lo que tenemos que hacer es detenernos, arrodillarnos y mirar. Resulta útil tener una lupa, pero tampoco es imprescindible. Son tan sorprendentes, hay decenas de miles de tipos de musgos y cada uno de ellos es hermoso, único. Todo lo que hay que hacer es mirar, pero también lo comparo con escuchar porque para ver los musgos hay que estar callados, quietos y reducir la velocidad.

P. ¿Cómo cambia su visión científica de las plantas formar parte de la nación Potawatomi?

R. En nuestra cosmovisión potawatomi entendemos que todos los seres, ya sean musgos, pájaros, árboles o personas, son intrínsecamente valiosos. Pensamos en las plantas como nuestros parientes, nuestra familia y, de hecho, maestros. Esto cambia por completo mi relación con los musgos como científica, porque pienso en ellos no tanto como un objeto, sino como un sujeto formado por seres sabios que podrían decirme algo sobre el mundo.

P. Algunos musgos están en peligro por extraerse de forma abusiva. En cambio, los potawatomi piden permiso a las plantas antes de recolectarlas.

R. Así es. La idea de pedir permiso está ligada al concepto indígena de cosecha honorable y al hecho de que el mundo no nos pertenece. No es nuestra propiedad. Recolectar estas plantas simplemente yendo al bosque y arrancándolas es muy irrespetuoso cuando se piensa en esos musgos como otras personas, no personas humanas, personas de musgo, con sus propias vidas y derechos. Por eso, pedimos permiso y juzgamos si está bien o no tomarlos.

P. ¿Qué debemos aprender los humanos del musgo?

R. Mucho. Lo primero, humildad. A no pensar que estamos a cargo del mundo, que los humanos somos dueños del universo. Los musgos tienen mucho éxito sin ejercer todo ese control y dominación sobre el mundo viviente. También nos enseñan a vivir dentro de nuestras posibilidades. Los seres humanos intentamos constantemente cambiar el entorno para adaptarlo a nuestros propósitos, para que podamos tener más y más cosas. Pero los musgos nos muestran una vida sencilla y hermosa en reciprocidad con la tierra. Multiplican la vida a su alrededor. Los humanos podríamos aprender de la humildad de los musgos.

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