Kim Jong-un, la mejor encarnación del amor y la muerte

Por Babelia  ·  13.03.2022

La velada amenaza de Vladímir Putin de utilizar el arma nuclear si la OTAN interviniera contra la invasión de Ucrania no es el único hecho que ha puesto de relieve recientemente el peligro atómico. El lanzamiento de varios misiles tácticos por Corea del Norte en enero pasado sugiere la disposición del Gobierno de Pyonyang a rea-nudar los ensayos nucleares ante la posibilidad de «una confrontación a largo plazo» con Estados Unidos. Poco antes del asedio a Kiev había llegado a mis manos una biografía de Kim Jong-un , el estrafalario presidente de aquel país. Evité su lectura en un principio, pero los hechos posteriores me impulsaron a abordarla ante la eventualidad de que se generalizara la guerra en el este de Europa. No me arrepiento de la decisión. Anna Fifield , periodista neozelandesa que dirigió las oficinas en Tokio y Pekín de The Washington Post, desvela la naturaleza terrorífica y los desvíos mentales de un dictador cruel como Kim Jong-un, heredero de una sanguinaria dinastía . Aporta datos desconocidos u olvidados del personaje y su mundo. Y lo hace con calidad literaria, rigor investigativo y un cierto y comedido sentido del humor.

Los acontecimientos de ahora nos han llevado a olvidar la amenaza que el consejero de seguridad del presidente Trump lanzó al hablar de «una guerra preventiva» contra Corea del Norte ante el asombro de los aliados americanos del país del sur, sabedores de que un ataque de ese género podría acabar con la destrucción de Seúl. Obama había advertido a su sucesor en la Casa Blanca de que el mayor problema vigente era el programa nuclear de Pyonyang y la situación desembocó en un capítulo de pesadas sanciones económicas impuestas por Washington. Todo ello terminó, para sorpresa de muchos observadores, en una serie de entrevistas personales entre Trump y Kim Jong-un . Un espectáculo para la televisión mundial que no culminó en acuerdo alguno, pero permitió declaraciones de optimismo por parte de ambos protagonistas.

Líder supremo de la República Popular de Corea y primer secretario del Partido de los Trabajadores, Kim Jong-un acapara «una amplísima variedad de alargados títulos y cientos de apelativos que expresan diversos grados de servilismo» por parte de sus colaboradores y entusiastas. Gran Sucesor, Invencible y Triunfante General, Guardián de la Justicia, Mejor Encarnación del Amor, Líder Decisivo y Magnánimo, Rayo del Sol que Guía, Sol de la Revolución y del Socialismo, Brillante Sol del Siglo XXI o Sol de la Humanidad son algunos de esos títulos honoríficos que, junto con su corte de pelo a lo tazón, han hecho las delicias de los cómicos de medio mundo. Pero Fifield describe un personaje que para nada encaja con la figura del Gran Dictador de Chaplin , parodia de Hitler, sino con la verdadera y auténtica personalidad del monstruo, que esconde, bajo aspectos hilarantes, la personalidad criminal, inmoral y astuta de alguien dispuesto absolutamente a todo con tal de mantener el poder.

Nieto de Kim Il-sung , el mítico dictador comunista coreano, que gobernó por seis décadas con mano de hierro, e hijo menor de Kim Jong-il , este Gran Sucesor de ambos fue educado en Suiza, en un lujoso colegio de pago, donde se codeaba con los vástagos de la jet-set internacional. Desde muy pronto se entusiasmó por el baloncesto, como muchos coreanos a los que sus madres aseguran: «Si juegas al baloncesto crecerás más». También es admirador de Jean Claude van Damme, fanático seguidor de Eric Clapton, pero su gran amigo americano, aparte los devaneos con Trump, ha sido el baloncestista de los Chicago Bulls Dennis Rodman , con el que ha disfrutado de inolvidables fiestas de vino y rosas.

ES un auténtico cacique medieval que gobierna mediante el terror y las dádivas sobre un pueblo subdesarrollado y hambriento

Descubrimos en la obra a un personaje siniestro y muy hábil; asesino de su tío y de su hermanastro cuando su interés político lo demandó; corrupto y corruptor de cuantos le rodean; un auténtico cacique medieval que gobierna mediante el terror y las dádivas sobre un pueblo subdesarrollado y hambriento, en el que se prohíbe a las mujeres teñirse el pelo y a los hombres llevarlo largo. Las sátiras y cuchufletas que el personaje genera en círculos de opinión occidentales no deben hacernos olvidar que el Amado y Respetado Líder no es en absoluto idiota y ha logrado mantener unido en torno a él un país en trance de desaparecer; eso sí, a base de humillarlo, corromperlo y amenazarlo. Este régimen dinástico embanderado con la hoz y el martillo es una potencia nuclear y una amenaza para la humanidad.

En el epílogo, la autora, que reconoce la habilidad de Kim para mantenerse en el poder no solo por el miedo, sino también a base de mejorar el nivel de vida de la población mediante una apertura a la economía informal, apunta la eventualidad de una liberalización económica. Algo en la estela de los consejos de Deng Xiaoping : «Deja que algunas personas se enriquezcan primero, y poco a poco toda la población debería enriquecerse junta». Pero olvida que el líder chino fue en realidad víctima de las prácticas que la familia Kim ha llevado a cabo en Corea. Quizás por eso el Líder Supremo pueda seguir inspirándose en las promesas que le hizo Trump: «Si usted está dispuesto a considerar las premisas acerca de en qué consiste el éxito, nosotros estaremos ahí para ayudarle». El tiempo dirá.

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