Jefe de guerra y de paz

Por Revista Historia y Vida  ·  18.01.2016

nubeNube Roja, el único líder indio que doblegó a EE.UU.

Ningún otro jefe consiguió lo que Nube Roja en todas las guerras indias que jalonaron la conquista blanca del Oeste. En 1868, tras dos años de exitosas tácticas de guerrilla contra el ejército de Estados Unidos, este líder siux de la tribu oglala lakota impuso sus condiciones a Washington. Así fue como logró proteger durante casi una década más Pahá Sapa, “El corazón de todo existente”, como llamaba su pueblo a las colinas Black de Dakota del Sur y Wyoming, su sagrada cuna ancestral y el epicentro de las Grandes Praderas.

Nube Roja, además, coronó esta victoria de un modo inédito. Con clímax en la masacre de Fetterman de 1866 –la peor derrota infligida por los nativos a los blancos hasta el desastre de Custer y el Séptimo de Caballería en Little Bighorn–, unió disciplinadamente en su campaña a unos cuatro mil guerreros de sociedades tan individualistas como la suya propia, la cheyene y la arapahoe. Nada mal para un huérfano de una rama lakota secundaria que había ascendido venciendo cuerpo a cuerpo a numerosos enemigos –una ochentena ya en la adolescencia– y mediante un agudo olfato político. Dio muestras de este último después de la contienda que lleva su nombre.

Cambio de estrategia
Pese a su triunfo, los viajes al Este para negociar con el gobierno le enseñaron que los blancos eran “demasiado numerosos y demasiado poderosos”. Fue así, recordaba con admiración The New York Times en su obituario en 1909, como este estratega implacable “enterró su hacha de guerra y ese pacto de paz nunca se rompió”. Su frente de batalla, en adelante, fue el legal, para conseguir mejoras en el abusivo sistema de las reservas indias. El “Hombre Cabeza” oglala se adaptó a la civilización blanca, paradójicamente para representar con más eficacia a su gente y su cultura. De ahí que, al revés que su pupilo Caballo Loco y el también lakota Toro Sentado –los vencedores en Little Bighorn, que terminaron asesinados–, Nube Roja muriera casi nonagenario en la cama. El corazón de todo lo existente, escrito por los experimentados periodistas y ensayistas estadounidenses Tom Clavin y Bob Drury, revela aspectos desconocidos de este personaje, capital en la historia del Lejano Oeste, pero hasta ahora reducido a textos especializados. Su volumen debe mucho a un manuscrito autobiográfico de 1893 descubierto recientemente y a memorias, diarios y cartas de contemporá- neos. El relato, por otro lado, sobrepasa el marco biográfico al trazar un retrato colectivo tan dinámico como equilibrado, sin favoritismos étnicos, de la despiadada vida en la frontera.

Autor del artículo: Julián Elliot

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