La que fuera comisaria de Transportes de Nueva York, actualmente directora de Bloomberg Associates, aboga por una transformación radical de nuestras ciudades en su nuevo libro, ‘Luchar por la calle. Manual para una revolución urbana’ (Capitán Swing).
El 19 de abril de 2017 fue un día especial en Nueva York. Times Square, el destino más visitado de la ciudad y de todo Estados Unidos, con más de 45 millones de turistas anuales inmortalizando sus rincones e icónicos neones, cambiaba radicalmente su fisonomía. La nueva plaza quedaba inaugurada tras cuatro largos años de obras, pasando de ser un lugar con una fuerte presencia de coches a ceder buena parte del protagonismo a los peatones y los ciclistas. Tras la nueva Time Square estaba la firma del estudio de arquitectura noruego Snøhetta.
Desde entonces, 2,1 hectáreas en la intersección entre Broadway y la séptima avenida se transformaron en cinco grandes plazas con 15 largos bancos de hormigón. Una obra que obedecía, en palabras de Craig Dykers, arquitecto y fundador de Snøhetta, a «una cuestión estética», pero que también estuvo motivada por «los beneficios físicos, psicológicos y económicos a largo plazo».
Otra ciudad es posible
En realidad, la peatonalización parcial de Time Square no es sino el resultado de un trabajo iniciado muchos años antes, cuando una mujer, Janette Sadik-Khan, se convirtió en comisaria del Departamento de Transporte de la ciudad de Nueva York. Desde 2007 a 2013, y bajo el mandato del alcalde demócrata Michael Bloomberg, Sadik-Khan puso en marcha toda una serie de transformaciones profundas que cambiaron el latir de la ciudad: se impulsó el sistema público de alquiler de bicicletas Citi Bike –hoy un pilar esencial de la movilidad de la urbe–; se construyeron casi 650 kilómetros de carriles bici y se peatonalizaron numerosas calles y plazas. Nueva York siguió siendo la ciudad que nunca duerme, pero ganó en silencio y calidad de vida.
No a todo el mundo le gustaron los planes de Sadik-Khan y su equipo. El periodista John Cassidy acusó en The New Yorker a la «minoría ciclista» de ser la culpable del descenso en el número de plazas de aparcamiento. Andrea Peyser, columnista del conservador New York Post, calificó a los usuarios de bicicletas de «asesinos en potencia». Y muchos comerciantes pusieron el grito en el cielo ante lo que, en su opinión, se traduciría en una significativa pérdida de clientes.
Eso no ocurrió. Al contrario: al igual que lo sucedido años atrás en Copenhague o Ámsterdam y, más recientemente, en otras ciudades como París o Londres, la presencia creciente de ciclistas y peatones no sólo redujo de forma significativa la contaminación ambiental sino que también reactivó el comercio. Y lo que antes de las obras era una oposición férrea se convirtió en un apoyo sin fisuras. Nadie quería volver atrás.
«La elección de conducir o no en las ciudades pueden afectar el futuro de miles de millones de personas y al de todo el planeta»
Experiencias como esa forman parte de un bagaje vital y profesional que Sadik-Khan, actualmente directora de Bloomberg Associates, ha plasmado en Luchar por la calle. Manual para una revolución urbana, un libro coescrito junto al periodista Seth Solomonow que acaba de editar en España Capitán Swing. Una obra necesaria y pertinente en un momento en el que cada vez es mayor la ciudadanía que considera que otro tipo de ciudad es no sólo posible, sino urgente. «El mundo se enfrenta a graves problemas, desde el cambio climático hasta la contaminación urbana y la epidemia mundial de muertes por accidentes de tráfico, que se cobran 1,2 millones de vidas cada año», reflexiona Sadik-Khan en conversación con Climática. «El transporte y la elección de conducir o no en las ciudades pueden afectar el futuro de miles de millones de personas y al de todo el planeta».
Y es que hay una paradoja que comparten buena parte de las grandes urbes del planeta. «La mayoría de las personas se desplazan de un lugar a otro en transporte público, caminando o en bicicleta, pero la asignación de espacio en las calles de la ciudad refleja una realidad completamente opuesta: una minoría de conductores domina la vía. No hay futuro en ese modelo», asegura Sadik-Khan.
«La ciudad más inteligente y limpia no es la que utiliza la mejor tecnología en sus automóviles, sino aquella que permite moverse sin coche»
El futuro tampoco pasa por los coches eléctricos, en opinión de la que fuera responsable del Departamento de Transporte de Nueva York. «La ciudad más inteligente y limpia no es la que utiliza la mejor tecnología en sus automóviles, sino aquella que permite moverse sin coche», asegura. Y añade: «La revolución que se está produciendo es que las ciudades recuperen sus calles para la gente y que sea posible vivir sin tener que depender de un vehículo privado a motor».
Un momento único
Nueva York no es exactamente esa ciudad ideal, aunque tras el paso de Sadik-Khan por su administración se asemeja un poco más a ella. «Nunca ha habido más gente en bicicleta ni más gente caminando por las calles. Y al mismo tiempo, nunca ha habido más oportunidades de hacer algo realmente transformador», explica. Entre los avances que se han producido en los últimos tiempos, Sadik-Khan valora especialmente la decisión de cobrar a los conductores para acceder al centro de Manhattan. «Nueva York necesita volver a ser líder en materia de transporte y aprovechar este momento», reflexiona. «Si cobrar a los conductores reduce el tráfico en nuestras calles, debemos pensar en qué hacer con este nuevo espacio público. Es una oportunidad para construir la próxima generación de carriles bici o para transformar Midtown y Lower Manhattan en corredores peatonales verdes».
Hay espejos en los que mirarse. Y Janette Sadik-Khan los sitúa a este lado del Atlántico. «Ciudades como París, Milán, Barcelona o Londres están mostrando al mundo lo que es posible cuando miras tus calles como activos valiosos», apunta. Entre las iniciativas más interesantes cita el programa Piazze Aperte de Milán, que ha recuperado espacio vial infrautilizado en más de 40 puntos de la ciudad, las zonas sin coches alrededor de las escuelas de París o las supermanzanas de Barcelona. «Quitar espacio de los coches y facilitar que las personas se desplacen sin uno es una de las inversiones más importantes que una ciudad puede hacer para su gente. Es mejor para la seguridad del tráfico, es mejor para la salud de los residentes, y es mejor para la economía local», sostiene.
Es tiempo de imaginar la ciudad del mañana. Y Janette Sadik-Khan lo ve claro: «Creo que puede parecerse más a las ciudades del pasado que a algún escenario futurista de una película de ciencia-ficción», vaticina. «Las ciudades antiguas se construyeron sobre la huella de la distancia que la gente podía caminar y desplazarse por sus propios medios, y ese sigue siendo un poderoso principio de planificación en la actualidad. París y Barcelona están incorporando el concepto de ciudad de 15 minutos, fomentando un modelo de planificación en el que las personas pueden realizar fácilmente la mayoría de sus compras, actividades y transporte diarios a 15 minutos a pie de su casa. Y aunque algunas personas imaginan que los coches eléctricos son el futuro, las bicicletas eléctricas se han vendido más que ellos. ¡He visto el futuro del transporte y se mueve en bicicleta eléctrica!», concluye.
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