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James Davies: “Necesitamos desmedicalizar el sufrimiento”

Por 20minutos  ·  17.03.2022

¿Por qué medicamos a las personas que sufren y no hurgamos en las causas de esa infelicidad? El profesor de antropología social y psicoterapia de la Universidad de Roehampton (Reino Unido), James Davies, crítico con las “intervenciones materialistas y rentables generadas por el sistema” para abordar el malestar que la propia forma de vivir nos causa, cuestiona en su último libro Sedados (Capitán Swing) que los diagnósticos de enfermedades mentales hayan aumentado en número y gravedad a pesar de que la prescripción de psicofármacos también se haya incrementado. “En los mismos países donde se ha duplicado la prescripción de antidepresivos también se han doblado en el mismo tiempo las declaraciones de incapacidad por motivos de salud mental”, expone. 

Esto, afirma, demuestra que el abordaje de la salud mental de las últimas décadas ha fallado, al contrario que otros campos de la medicina, donde la investigación ha logrado avanzar en el tratamiento e incluso curar otras enfermedades. PUBLICIDAD

Davies critica que se arrinconen las terapias psicológicas y se obvien las soluciones estructurales para tratar enfermedades mentales para las que no se han encontrado factores biológicos y que considera que son “reacciones entendibles” de nuestro organismo ante circunstancias difíciles. En cambio, el tratamiento del sufrimiento humano se ha centrado en la medicalización con fármacos que, además, salen de ensayos clínicos que no duran ni la mitad del tiempo medio que en la vida real son administrados a los pacientes, narra el también cofundador del Consejo de Psiquiatría Basada en la Evidencia (CEP, por sus siglas en inglés). El autor atiende las preguntas de 20minutos por videollamada:

La pandemia de covid y ahora la guerra en Ucrania, la realidad se lo pone difícil a la salud mental. ¿Qué recomienda a los lectores para sobrellevar estos acontecimientos?

Parece que ya estamos saliendo del covid, aunque aún quedarán problemas económicos por venir. Una de las cosas que me preocupan ha sido la medicalización de las respuestas hacia el covid y hacia los eventos difíciles. En lugar de ver estas respuestas como una reacción entendible hacia los eventos difíciles, las hemos medicalizado y hemos sugerido que deberían ser tratadas con intervenciones médicas en lugar de habilitar intervenciones sociales como por ejemplo ayudas para encontrar trabajo para las personas que lo han perdido. Las respuestas que necesitamos deben inducirse desde una perspectiva social, psicológica y relacional, no psicofarmacológica. Pero no hemos visto este tipo de tratamientos durante la pandemia, sino un incremento de los medicamentos psiquiátricos, algo que me preocupa en particular.

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Usted sostiene que estamos abordando mal la salud mental, que el sistema de salud mental está en crisis. ¿Por qué? ¿En qué está fallando?

Poniéndonos en antecedentes, desde los años 80, al contrario que en el resto de medicinas, en salud mental hemos visto resultados estancados. Pero de acuerdo a algunos datos, los resultados han empeorado, a pesar de que la cobertura se ha incrementado enormemente, acercándose a aproximadamente un cuarto de la población adulta que recibe algún tipo de medicamento psiquiátrico al año. Y esto es muy similar en España. En Reino Unido, hemos gastado cerca de un cuarto de trillón de libras en investigación de la salud mental e intervención desde los años 80, pero no estamos consiguiendo un retorno de valor de ese dinero. La principal razón por la que lo estamos haciendo mal es porque no lo estamos abordando correctamente, hemos puesto el foco desde los años 80 en la medicalización, en que si sufrimos algún tipo de desorden mental es porque necesitamos intervención médica más que pensar que tu sufrimiento es una protesta entendible a circunstancias sociales difíciles a las que tenemos que dirigir nuestra atención. Como no estamos atacando la raíz del problema, no estamos mejorando en este campo y no estamos viendo resultados porque hemos adoptado una aproximación errónea al problema.

“A unos ocho millones de personas se les prescribió antidepresivos el año pasado y a un millón, terapia psicológica”

¿Y qué cambios propone?

Creo que necesitamos una profunda desmedicalización de la forma en la que entendemos y respondemos a las aflicciones emocionales. Por cierto, no soy antimedicinas ni antipsicofármacos, que funcionan para la mayoría de las enfermedades deshabilitantes. Eso lo entiendo, pero eso no es lo que tenemos. Tenemos un vasto número de psicofármacos con indicaciones sobre las que no tienen evidencia de eficacia y, en cambio, sí se ha demostrado que causan daños y efectos secundarios adversos. Así que necesitamos una drástica desmedicalización, reducir la prescripción a unas cifras razonables, dirigiéndose solo a las personas para las que haya evidencia que funcionan mejor que el placebo; empezar a reinfusionar nuestro sistema con alternativas sociales y psicológicas, con servicios y recursos basados en la comunidad. Esa sería la dirección en la que creo que hay que ir en el futuro si tienen alguna esperanza de generar los buenos resultados que todos esperamos y merecemos.

Quizá un balance entre medicalización y terapia, entre las necesidades sociales y económicas…

Sí, por supuesto. Miremos a los factores sociales, lo que pasa en la sociedad en sí misma está conduciendo a más y más gente a presentar estos problemas, hay evidentes problemas económicos, la gente lo está pasando mal, hay precariedad, grandes desigualdades en la economía, discriminación, racismo… Tu ubicación social dictará la forma en la que te sientas hacia el mundo, pero desafortunadamente los servicios de salud mental no tienen en cuenta estas situaciones o desencadenantes de la angustia. En cambio, se medicaliza cualquier reacción humana entendible ante eventos difíciles. Se medicaliza y se espera que eso arregle el problema, pero no está arreglando el problema y los datos lo demuestran. Tenemos que ser más creativos a la hora de avanzar en la solución de los problemas de salud mental.

“Tu ubicación social dictará la forma en la que te sientas hacia el mundo, pero los servicios de salud no lo tienen en cuenta”

¿Cree que hablar abiertamente de los problemas de salud mental ayuda a no etiquetar?

Depende de a quién hables y el sistema que uses para hablar de tus problemas. En Reino Unido decimos ‘si tienes un problema, ve a hablar con alguien’. Si entre tus amigos o familiares hay alguien que te aporte ayuda de valor, perfecto. Pero estos mensajes en realidad están queriendo decir a la gente que vaya a buscar ayuda profesional y cuando vamos, ¿qué conseguimos? Según los datos de Reino Unido -y en España es similar-, a unos ocho millones de personas se les prescribió antidepresivos el año pasado y a un millón se les prescribió terapia psicológica. Esto no es porque la gente prefiera los medicamentos, la gente prefiere la terapia, pero no cuenta con este recurso porque no lo ha encontrado en sus servicios médicos o sociales en los últimos 30 años. Es un modelo fallido. 

¿Cuál es la diferencia entre estar triste y estar deprimido? ¿Estamos invirtiendo estos términos?

Hay gente que está realmente angustiada y puede tener pensamientos suicidas, pero esto es la minoría de la gente, la que se puede agrupar bajo el paraguas de lo que definimos como depresión. Lo que hay que entender es que para la gran mayoría de las personas que lo están pasando mal, la angustia es una respuesta significativa a los eventos difíciles que atraviesan en la vida, es una llamada al cambio. Tu tristeza, tu infelicidad, no es un trastorno que tengas que corregir en ti mismo sino una reacción a algo que está pasando en tu vida y en lo que tienes que concentrar tu atención, para lo que quizá necesitas ayuda. Independiente de como quieras llamarlo, es la relación que tenemos con la angustia. Más que pensar ‘oh Dios mío, tengo depresión, necesito ir al médico’, pensemos ‘estoy reaccionando a mi mundo. Algo no va bien, mi relación, mi trabajo, mi pasado volviendo…’ Necesitamos pasar de una forma simplista hacia un modo más explorativo y meditado.

¿Tomar pastillas es de débiles o perdedores?

No, no, no. No está bien decir eso, buscar ayuda es de personas mentalmente valientes. Soy crítico con la ayuda que encontramos, pero mirarse en el espejo y admitir que estamos sufriendo e ir a buscar ayuda es una estupenda y valiente forma de corregirlo. Estamos decepcionando a la gente que busca ayuda de forma valiente dándoles únicamente una pastilla y haciéndoles creer que con eso se va a arreglar cuando la evidencia demuestra que eso probablemente no ayude mucho. Nunca estigmatizaría a las personas por tomar psicofármacos y, por cierto, algunas personas se benefician mucho de los psicofármacos y me alegro mucho por ellas. Yo mismo cuando estaba en la veintena pasé una temporada muy difícil, fui al médico y pedí antidepresivos. Me aconsejó terapia y eso es obviamente lo que hice. Entiendo lo que es sufrir y la mayoría lo hacemos. Admiro a la gente que va a buscar ayuda. Pero pienso que les estamos fallando y los datos así lo demuestran. Este es el objetivo de mi crítica, no las personas que merecen más de lo que están obteniendo.

“Estamos decepcionando a la gente que busca ayuda de forma valiente dándoles únicamente una pastilla”

¿Cree que actualmente está de moda decir que se toman antidepresivos, que se ha eliminado el estigma? En las redes sociales se comenta muy abiertamente. 

Esto es complicado. Me preocupan más las campañas de desestigmatización, que están lanzando el mensaje de que está bien tomar antidepresivos. No estoy totalmente seguro de si mucha gente tiene o no la idea de que si tomas medicamentos eres débil. No creo que el estigma sea un impedimento porque un cuarto de la población toma antidepresivos, lo cual es incluso más que la gente que está afligida. El problema es que la gente está tomando grandes cantidades de medicamentos. No creo que la gente tome pastillas porque está de moda, sino que toman antidepresivos porque creen que les ayudarán. E, insisto, los datos dicen que algunos obtendrán beneficios de ello, pero a muchas personas les dañarán. Esos son los que me preocupan. La comunidad médica no les ha apoyado lo suficiente, no les ha dado voz. Tenemos que hablar más en nombre de este grupo de pacientes.

Si no hay anomalías biológicas -como mantiene en su libro-, ¿cuáles son las causas de las enfermedades mentales, por ejemplo la depresión?

Hay que preguntarse si sentirse deprimido es un trastorno. Entiendo que afecta a tu funcionamiento y puede ser una reacción emocional. La causa del sufrimiento de cada uno es muy circunstancial y específica: puede ser por tener un trabajo inestable o precario, una mala relación, haber sufrido abusos… Si nos fijamos en la pandemia de covid, los que más han sufrido no han sido las personas de clase media con sus casas con jardín y trabajos seguros, sino las madres solteras que viven en la ciudad, gente que no tiene opciones. Cuando investigamos sobre el sufrimiento, lo sensato es buscar en las circunstancias de la persona y ver cómo están contribuyendo a sus problemas, y también no preguntarse ‘¿qué estás haciendo mal?’ o ‘¿qué enfermedad tienes?’, sino ‘¿qué te está pasando?’ y ‘¿qué te pasó en el pasado?’.

“Cuando investigamos sobre el sufrimiento, lo sensato es buscar en las circunstancias de la persona y ver cómo están contribuyendo a sus problemas”

Hay personas que se autodenominan supervivientes de las pastillas y le agradecen su trabajo. ¿Por qué cree que pasa eso?

Hay una gran cantidad de gente que se identifica como supervivientes. Esto significa que sobrevivieron al sistema, y no solo a los aspectos que les llevaron a sentirse mal. El sistema, de hecho, les hizo sentirse peor porque no escuchó sus historias, y, en cambio, les medicó, no les ofreció terapia, les estigmatizó, les hizo pensar que eran enfermos crónicos. Me he dado cuenta de que esta comunidad es enorme y está reclamando que necesitaban ser cuidados y queridos.

¿Qué mejora más la salud: conversar con amigos, hacer deporte o tener una zona verde cerca de casa?

Todo eso es bueno. Tienes que pensar en tus propias circunstancias, en dónde necesitas un balance mayor en tu vida. Puede que estés trabajando demasiado, que no estés haciendo suficiente ejercicio físico, que estés comiendo mal, que no estés durmiendo bien o quizá estás pasando demasiado tiempo en las redes sociales y no viendo a amigos. Para cada uno es diferente, pero no deberíamos subestimar el efecto de los cambios con efectos positivos en nuestro estilo de vida. Si no tienes la mayoría de estas cosas te puede llevar a una depresión leve o moderada.

¿Qué consecuencia para la salud puede tener abusar de los psicofármacos?

Cuanto más tiempo tomes antidepresivos, más probabilidades tienes de que te causen daños, que tus problemas se vuelvan crónicos, y menos probable es que te recuperes, que vuelvas al trabajo… La evidencia es bastante clara en este sentido. Hay un montón de complicaciones que acompañan el uso prolongado en el tiempo de los psicofármacos. No solo aumenta el número de prescripciones, sino también el tiempo durante el cual se toman las píldoras, que está incrementándose año tras año. Cuando analizas los datos observas que el uso prolongado de estos medicamentos está correlacionado con problemas preocupantes como un incremento de las incapacidades de salud mental, eso es lo que más me preocupa. Esto es un gran problema para un sistema de salud basado en la medicación.

Descríbame por favor el proceso desde que se identifica y define un nuevo trastorno mental hasta que se describen síntomas y tratamiento.

La construcción de un nuevo trastorno mental es realizada por comité por consenso y votación. Hay relevante documentación disponible que muestra cómo, históricamente, este proceso ha sido muy arbitrario y no se ha guiado por evidencia robusta. Para la gran mayoría de los trastornos nunca se han encontrado causas biológicas, lo cual explica por qué no hay pruebas biológicas que puedan verificar ningún diagnóstico psiquiátrico. Los diagnósticos son constructos que trazan las líneas entre la normalidad y la anormalidad de forma arbitraria.

“Para la gran mayoría de trastornos nunca se han encontrado causas biológicas”

¿Qué cambiaría de los ensayos clínicos de los psicofármacos? ¿Cuánto duran? ¿Y cuál es el tiempo medio que los pacientes toman psicofármacos?

Necesitamos ensayos clínicos que duren más tiempo. Están diseñados para evaluar los efectos adversos de los fármacos. Desgraciadamente, nuestros ensayos para analizar la eficacia son de corta duración (dos a tres meses), pero la mayoría de las personas toman estas pastillas durante dos años aproximadamente. De hecho, el 50% de los pacientes toma antidepresivos durante más de dos años. La duración media de los tratamientos con antidepresivos se ha duplicado en los últimos diez años.

¿Qué le recomendaría hacer a una persona que acaba de perder a un familiar muy cercano para lidiar y superar una experiencia tan dolorosa?

Lo básico y más necesario para las personas que están viviendo un duelo es tiempo, espacio, amor, apoyo, ser cuidados, sentir que es normal sentirse perdidos, llenos de dolor, que es una forma totalmente natural de responder a lo que la vida nos pone en el camino. Hay que tratar bien y cuidar a las personas que pasan por esta experiencia con mucha atención y muchos cuidados. No deberíamos medicalizar estas respuestas, incluso aunque se prolonguen por un periodo largo. En el DSM [Manual de diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales, editado por la Asociación Estadounidense de Psiquiatría] ha habido cambios sobre el duelo: esta semana se ha introducido un nuevo término llamado ‘trastorno del duelo prolongado’ para cuando se alarga más de un año. Es decir, si esto te pasa, quiere decir que algo malo te está ocurriendo. Se puede patologizar el sufrimiento pero eso no ayuda. Durante los últimos 40 años sobre todo se ha ido ampliando el catálogo de enfermedades mentales sin criterios de diagnóstico. ¿No es genial eso para la industria farmacéutica? Cuanto mayor sea el mercado de enfermedades, mayor será el número de personas que necesitan ser tratadas. Es un mercado masivo que mueve 80 billones de dólares al año.

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