Los autores del libro ‘Malestamos’ abogan por abordar cambios estructurales para abordar los problemas de salud mental en vez de refugiarse en la psicoterapia y los fármacos
“Un sentimiento recorre nuestras vidas. No es ansiedad, no es depresión, no es euforia ni inquietud. Es, simplemente, que estamos mal”. Es el primer planteamiento que hacen Marta Carmona, psiquiatra y presidenta de la Asociación Madrileña de Salud Mental (AMSM) y Javier Padilla, médico de familia, en el libro Malestamos (Capitán Swing), donde exponen un discurso contundente. La psicoterapia y los fármacos son imprescindibles en algunos casos, pero no pueden ser la única manera de solucionar el sufrimiento psíquico actual. Hay que buscar cambios estructurales.
“La salud mental -dicen- es el nuevo hablar-de-qué-tiempo-hace y ahí se mezclan discursos muy variados”. Mientras se dedican horas y horas, páginas y páginas, a la ansiedad o el estrés, temas mainstream actualmente, los diagnósticos de trastornos mentales graves como la esquizofrenia siguen tan invisibles como hace unos años. ¿Qué nos pasa realmente y cómo debemos analizar este malestar global?
La inmensa mayoría de las horas que se nos van estando despiertos son para estar produciendo riquezas para otros
Marta CarmonaPsiquiatra, coautora de ‘Malestamos’
¿Cómo explicas este malestar que envuelve a la sociedad actual pospandemia?
Malestamos. La idea era coger una palabra sin significación clínica, porque hablamos de un sentimiento desagradable que tiene que ver con un momento histórico y con unas condiciones de vida. Se habla mucho de salud mental, está muy puesta sobre la mesa la dimensión individual (“seré yo que estoy deprimido”) y se queda fuera la posibilidad que igual lo que me está pasando tiene que ver con como está funcionando el mundo a día de hoy.
España encabeza el consumo de ansiolíticos en Europa. Habláis de la gran cantidad de personas que desayunan café con Lorazepam, una contradicción total, pero la única vía que ven par seguir tirando…
Es llamativo hasta qué punto hemos normalizado que se puede ir a trabajar en condiciones deplorables, tanto como para tomar un ansiolítico con un excitante porque es la única manera. Es una contradicción enorme, tiro para adelante esté como esté. La inmensa mayoría de las horas que se nos van estando despiertos son para estar produciendo riquezas para otros. El modelo productivo en el que estamos es una locura y ni siquiera nos podemos parar a cuestionarlo. Eso es verdaderamente generador de angustia. Nos han contado que todos tenemos una posibilidad de convertirnos en Jeff Bezos si nos esforzamos y no es verdad.
Nos hablan de “estrategias para manejar la ansiedad de no llegar a fin de mes”. El problema es no llegar a final de mes.
Marta CarmonaPsiquiatra, coautora de ‘Malestamos
Precariedad, sueldos bajos, dificultad de acceso a la vivienda… ¿Tiene que ver con la mala salud mental mucho más de lo que creemos?
Claro. Cómo yo me encuentro y mi estado de ánimo va directamente relacionado con mis condiciones de vida. Incluso si me han pasado cosas que se pueden entender desde el marco clínico, como las experiencias traumáticas, no puedo centrarme en repararlas si tengo que acumular mi energía en llegar a fin de mes, o pelear con mi casero que me quiere subir el alquiler.Lee también
Decís que este malestar es un problema colectivo. ¿Se están intentando encontrar soluciones únicamente individuales, y ese es el error?
Hay soluciones que operan desde el marco individual, están bien y son interesantes, pero vivimos en un marco individualista, donde parece que lo único relevante es eso; y en realidad las repuestas individuales no son capaces de dar respuesta a problemas colectivos. Nos hablan, por ejemplo, de “estrategias para manejar la ansiedad de no llegar a fin de mes”. A lo mejor el problema es no llegar a final de mes.
La psicoterapia es muy beneficiosa cuando está indicada, pero siempre actúa a posteriori. Deberíamos evitar que se produjera el sufrimiento derivado de las condiciones de vida.
Marta CarmonaPsiquiatra, coautora de ‘Malestamos’
¿Sindicato y psicoterapeuta deben ser complementarios, pues?
Necesito las dos cosas, porque no son comparables. La psicoterapia hay que tenerla accesible, no puede ser un capricho de ricos, pero habrá gente que no la necesitará en ningún momento de su vida. Sin embargo, que haya unos sindicatos fuertes indica que haya una legislación laboral más garantista, más proteccionista hacia el trabajador, eso sí que lo necesitamos todos.
¿Ampliar el número de psicólogos en la sanidad pública, entonces, no servirá?
Los servicios de salud mental están infradotados en todos los perfiles, faltan profesionales que puedan asegurar una perspectiva psicosocial en el trabajo. Reclamamos mejores servicios y más accesibles, pero no nos podemos quedar en eso. Aunque pongamos un psicoterapeuta a cada persona con sufrimiento psíquico, los problemas estructurales seguirán ahí. La psicoterapia es muy beneficiosa cuando está indicada, pero siempre actúa a posteriori. Deberíamos evitar que se produjera el sufrimiento derivado de las condiciones de vida.
Los cuidados están desvalorizados socialmente, no se pone en valor que implican vínculo, afecto, redes de protección… Hay que revalorizarlos
¿Cómo? Es todavía más difícil cambiar el sistema que dotar al sistema público de más especialistas en salud mental…
El ejemplo más claro es la renta básica universal, que disminuiría muchísimo el sufrimiento psíquico de la población. No lo resolvería todo, pero para los problemas que quedaran, podría haber respuestas técnicas individuales. Haría falta alguna otra intervención colectiva, pero garantizarías la supervivencia de la población, y unas condiciones mínimas de vida.
También proponéis la corresponsabilidad en los cuidados y su revalorización, para mejorar la vida de la población…
El cuidado se ha distribuido históricamente de forma desigual, con sobrecarga a las mujeres, y eso ha dejado muy solos a los hombres. El cuidado, aparte de carga, te genera una red. Las personas que se han desvinculado de los cuidados -en su mayoría hombres-, se han quedado muy solos, y la crisis vital les ha dañado mucho. Los hombres se suicidan más, aunque las mujeres intentan suicidarse más.
Los cuidados están desvalorizados socialmente, no se pone en valor que implican vínculo, afecto, redes de protección… Hay que revalorizarlos, y eso mejoraría la vida de hombres y mujeres.Lee también
La salud mental es el nuevo «hablar-de-que-tiempo-hace». Se habla mucho de padecimientos comunes, estrés, ansiedad, pero muy poco de diagnósticos de trastornos graves… ¿Estamos rompiendo tabúes solo a medias?
Cuando algo salta al mainstream se clasemedianiza, de lo que se habla es de lo que es más fácil, sencillo y frecuente. Los pacientes con diagnósticos de trastorno mental grave tienen unas experiencias inusuales, que desde el resto de la población se han vivido siempre con rechazo, miedo y estigma. Ha habido colectivos (antes se llamaban antipsiquiatría), que hacen una crítica interesante a cómo les trata el sistema de salud mental y la sociedad. Es curioso como, cuando todo el mundo habla de salud mental, nadie habla de estos colectivos tan importantes.
¿Quién hace negocio con el discurso mainstream sobre el malestar actual?
El capitalismo se ha metido en nuestras casas hasta el punto que no puedes tener en el armario ropa que no te pongas, la tienes que vender en Vinted. También se mercantiliza la salud mental: como decía una joven en Tiktok, ir a terapia será el nuevo “haber estudiado”. La psicoterapia tiene una utilidad, pero también es muy mercantilizable, se hacen sesiones lowcost y online, como un Uber, se uberiza… Se olvidan cosas básicas como el vínculo con el terapeuta, si te lo cambian cada dos días porque le pagan dos duros, pues la terapia que se convierte en poco más que un producto de consumo.La mercantilización del malestar
Preocupan mucho los adolescentes, crecen mucho las autolesiones y las tentativas de suicidio en jóvenes… ¿Cómo se debe hacer frente a esto?
Tiene que ver con cómo se ha gestionado la pandemia, el lugar que ocupan niños y adolescentes en la sociedad, sus escasas perspectivas de futuro, la crisis climática, las crisis económicas… Los adolescentes y niños tienen un papel complicado. El panorama que tienen es feo, ellos son quienes más sufrirán las consecuencias de las decisiones erróneas que se están tomando ahora, pero a la vez no tienen capacidad de intervenir y tomar decisiones en el ámbito social y político, tienen cero incidencia. Un ejemplo fue cuando, en la pandemia fueron los primeros en encerrarse, les privamos del contacto con iguales, y fueron los últimos en salir; eso representa bien la situación, “sufriré las consecuencias, pero no tengo capacidad de decidir sobre ellas”.
Ver artículo original