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George Monbiot: “Lo más dañino que hacemos como seres humanos es tener animales pastando al aire libre”

Por Público  ·  26.03.2023

George Monbiot (Londres, 1963) es uno de los pensadores más extraordinarios del ecologismo. Aunque sus primeros pasos los dio en el mundo académico, pronto se pasó a la divulgación de ideas que hace años parecían radicales y ahora, con la crisis climática acechando la vida en todas sus formas, son aceptadas. El escritor, con varios ensayos a sus espaldas y una columna semanal en ‘The Guardian’, acaba de publicar Regénesis (Capitán Swing), un libro atrevido y revolucionario en el que analiza los impactos del sector agrario en el calentamiento acelerado del planeta para, después, reclamar un cambio drástico en la relación del ser humano con la tierra. Monbiot habla con ‘Público’ de su nuevo trabajo, de la necesidad de dejar atrás la ingesta de carne y cerrar buena parte de los cultivos mundiales para pasar a una alimentación basada en microbios, hongos y bacterias que no destruyan la tierra. 

En cada país hay una alimentación y una forma diferente de comer, pero en los últimos años la forma en que nos alimentamos se ha homogeneizado, ¿cree que eso es un problema?

La comida se ha vuelto globalmente menos diversa, pero localmente más diversa. Cuando entras en tu supermercado local encuentras una gama mucho más amplia de alimentos de la que tus abuelos habrían encontrado en su tienda local. Sin embargo, lo que ves en tu supermercado de España es muy similar a lo que yo veo en mi supermercado [de Inglaterra]. En los días de mis abuelos, la comida que compraban en Reino Unido era muy diferente a la que compraban entonces los tuyos en España. Ahora no, porque hay una gama de alimentos muy similar, es la dieta estándar global.

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Esta dieta tiene algunas ventajas. En general, las personas están mejor alimentadas o al menos tienen esa oportunidad de estar bien nutridas que nuestros abuelos, en muchas partes del mundo, no tuvieron. Pero, hay muchas formas que las hacen no saludables, además de que cuando el mundo homogeniza su dieta se crea una mayor presión sobre el sistema alimentario global. Es decir, se vuelve menos resistente de lo que era antes, ya que una de las cosas que permite preservar los sistemas agrícolas es la diversidad.

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En su libro habla de los impactos de la ganadería intensiva en los ecosistemas. Se trata de una crítica cada vez más es extendida y que suele acompañarse de elogios a los sistemas agropecuarios extensivos, ¿cree que esa es la solución?

Mucha gente dice que deberíamos abandonar la producción ganadera intensiva y estoy totalmente de acuerdo. Este tipo de producción es un desastre ambiental absoluto además de ser extremadamente cruel con los animales. Aunque no queramos creerlo, la mayoría de los productos ganaderos que comemos vienen de estás fábricas. Nos cegamos y pretendemos creer que los alimentos vienen de las granjas de los libros de cuentos que leíamos de niños, pero eso está muy lejos de ser verdad. 

La gente dice que la respuesta a estos problemas es el ganado extensivo que mantiene a las ovejas y animales en el pasto. En términos ambientales diría que es mucho peor. Puede que no lo sea en términos de crueldad animal, aunque puede haber mucha violencia también. Desde el punto de vista ambiental hay que entender que la ganadería extensiva está usando el recurso ambiental más importante de todos: la tierra. Nosotros, como ambientalistas, no estamos prestando la suficiente atención a la cantidad de tierra que usamos, sólo nos centramos en el suelo urbano y sus impactos, pero también debemos hacer campaña sobre los impactos del campo. Las ciudades deben ser compactas, sí, y el área urbana del planeta es sólo el 1% de la superficie total. El 12% es agricultura. De la superficie de cultivo, sólo el 6% o el 7% es para cultivar alimentos para los seres humanos y la mayor parte para alimentar animales que se mantienen en esas fábricas intensivas.

El 26% de la superficie del planeta, sin embargo, se utiliza para pastoreo al aire libre. Esos animales, aunque ocupan gran parte del territorio, sólo producen una pequeña fracción de nuestra comida, a pesar de que usan más tierra que ningún otro sector. Es un derroche increíble. Esa tierra podría albergar ecosistemas silvestres, bosques húmedos, sabanas y otros entornos cruciales para la mayoría de especies del mundo. Así que podría decirse que lo más dañino que hacemos como seres humanos es tener animales pastando al aire libre. 

También es sorprendente que la mayor parte de la agricultura se utilice para producir cosas que no vamos a comer, como biocombutibles o pienso para ganado, ¿por qué el sistema agroalimentario ha evolucionado hacia ese modelo de producción?

Hace 20 años, cuando nos dijeron que había un buen sustituto para los combustibles fósiles que debíamos cultivar plantas para producir biocombustibles, yo ya argumenté con certeza que no era una buena opción. Desafortunadamente se ha demostrado que tenía razón y que generan impactos más dañinos que los carburantes fósiles convencionales. Todavía no se han hecho suficientes estudios, pero también estoy seguro de que los combustibles alternativos de plástico serán más dañinos para los sistemas terrestres.

Se ha buscado la razón por la que los Gobiernos siguen regando de subsidios a estos nuevos productos en lugar de consumir menos combustibles fósiles, que es lo que debería estar en la lista de prioridades. Lo que ha pasado es que las instituciones financieras se han metido en la compra de tierras de cultivo o en el acaparamiento de tierras, porque han descubierto que vender cultivos para fabricar combustible o pienso para ganado da muchas ganancias. Es una forma de ampliar el mercado: puedes cultivar soja o maíz y, dependiendo del mercado y del momento, venderlo como alimento o como biocombustible. Esta dinámica es la que ha impulsado a este uso de la tierra. 

¿Qué ocurre con la agroecología? ¿En sus planteamientos tampoco aparece como una solución a los impactos climáticos y ambientales del sistema agroalimentario global?

“Deberíamos eliminar por completo la mayor cantidad posible de producción agrícola”

Creo que la agroecología de alto rendimiento puede ser una solución, pero no la de bajo rendimiento. Desafortunadamente, la mayor parte de la agroecología que se promueve es la de bajo rendimiento, la cual produce cosechas muy pequeñas. Volvemos a lo de antes, se necesita de una gran cantidad de tierra para producir una cantidad de alimentos significativa. Simplemente la agricultura es mucho más dañina para el planeta porque es mucho más grande en espacio que, por ejemplo, las ciudades. Pero, al mismo tiempo, deberíamos tratar de saber cómo aumentar los rendimientos a partir de la agroecología. 

Necesitamos mucha más investigación para descubrir cómo involucrar a más personas en este modelo de agroecología de alto rendimiento. Aunque creo que deberíamos eliminar por completo la mayor cantidad posible de producción agrícola, todavía necesitamos cultivar granos, verduras y frutas. 

Es partidario de eliminar la producción agrícola y, en su libro, habla de una dieta basada en bacterias, hongos y otro tipo de proteínas. ¿Cómo se hace eso? ¿Cómo convences a la gente de que deje su filete o su estofado de verduras para comer este tipo de cosas?

Creo que lo que convencerá a la gente será el precio. Si puedes producir alimentos que son idénticos a los productos animales, pero más saludables porque puedes eliminar las cosas más nocivas y, además, hacerlas más baratas… No creo que se requiera de muchas labores de persuasión. 

Es algo que podría despegar muy rápidamente. Ya ha sucedido con la mayoría de tecnologías que tenemos ahora mismo asentadas, como las bombilla, el teléfono o el automóvil. Durante años, un número reducido de personas los compraba aunque no estaban del todo desarrollados y no eran tan buenos como ahora. Luego se fue mejorando, el preció bajó y el número de personas que los usaba creció.  Es probable que ocurra lo mismo con este tipo de alimentos.

Algunas personas están horrorizadas por la idea, pero creo que se puede entender mejor si lo vemos al revés. Es decir, imagina que estamos alimentándonos con microbios y hongos y que de repente alguien quiere volver a usar animales, ¿cómo vendemos toda la crueldad animal, la destrucción de ecosistemas y la contaminación? La gente estaría mucho más horrorizada con esa propuesta, ¿no?

¿Qué ocurre con la industria y los ‘lobbies’ ganaderos y agrícolas?

Obviamente la industria ganadera se resistirá a este cambio, al igual que la industria de los combustibles fósiles se resiste a los paneles solares y a los aerogeneradores eólicos. Presionarán para tratar de prohibir los nuevos alimentos. De hecho, ya lo están haciendo con los nombres; para que la leche de avena no se llame leche y para que no se pueda usar la palabra pollo. No puedes llamarlo salchicha y hamburguesa, te dicen. Tienes que llamarlo tubo, disco o de una forma repugnante que detenga la adopción de nuevas dietas. A medida que se sientan amenazados, presionarán más e invertirán enormes cantidades de dinero en publicidad. Ahora mismo invierten mucho en propaganda para decir: “Oh, la producción de carne salvará el planeta porque captura carbono y restaura los ecosistemas”. ¡Mentira!

Usted lleva una dieta vegana, ¿cree entonces que el camino son estos alimentos que imitan a la carne en forma y sabor?

Tengo una dieta vegana y no siento necesidad de comer cosas que son carne. No me pierdo nada y creo que está bien. No quiero comer salchichas y hamburguesas y cosas de ese tipo hechas de plantas. Pero yo no soy un público objetivo. A la gente a la que se trata de llegar es a la que quiere seguir comiendo carne, es decir, a la que le gusta el queso, las salchichas y las hamburguesas.

El problema que plantea esto es que producir proteínas vegetales es realmente difícil porque son diferentes a las animales. Sin embargo, esto se puede hacer de una forma mucho más fácil a partir de proteínas microbianas que permiten crear productos con mucho menos procesamiento y, por tanto, más sanos. No queremos crear alimentos ultraprocesados vegetales para sustituir los productos cárnicos, no tiene sentido. 

Estos planteamientos, sin embargo, pueden parecer revolucionarios y al mismo tiempo radicales, ¿qué ocurre con las economías de proximidad, las familias que realmente viven del campo?

“Los agricultores dependen de las subvenciones. Sólo están ahí porque los contribuyentes les pagan con sus impuestos”

Si no fijamos en Europa, la mayoría de los agricultores dependen totalmente de las subvenciones. Sólo están ahí porque usted y otros contribuyentes europeos les pagan dinero con sus impuestos para mantenerlos en la tierra. Yo estoy muy feliz de pagar a la gente para que se quede en sus pueblos, pero no para que hagan cosas dañinas a la tierra. El dinero público debe utilizarse para comprar bienes públicos, no daños públicos, que es lo que se hace cuando se apoya a la industria ganadera. Lo que planteo es que ese dinero se reutilice para seguir pagando a esas personas que ahora viven del ganado, pero para que renaturalicen sus tierras. 

Esto va a ser más rentable porque se pierde mucho más dinero para mantener el ganado y alimentarlo que el que se perdería restaurando bosques y trayendo de vuelta la naturaleza. Hay que hacer un aterrizaje suave y fácil, particularmente en Europa. Es fácil ver esa salida si todos continuamos pagando impuestos y exigiendo bienes públicos con nuestro dinero.

En España, creo que en Reino Unido también, hay problemas con la llamada transición energética y el despliegue de parques eólicos. Hay una gran oposición a estas plantas renovables porque, según dicen, van a destruir la agricultura y el medio ambiente. El impacto paisajístico es evidente y recibe una gran atención mediática que, sin embargo, obvia todos los impactos del sistema agrario que usted denuncia en su libro y artículos, ¿cree que se invisibilizan los daños de la agricultura y la ganadería?

“Adoramos la agricultura porque nos gustan las cosas viejas y somos temerosos de lo nuevo”

No sé cómo es en España, pero aquí, en el Reino Unido, no se permite poner paneles solares en tierras agrícolas de alta calidad. No puede colocar paneles solares en la agricultura de alto grado porque quitaría la tierra de la producción de cultivos. Eso me parece sensato. Está bien. No tengo ningún problema con eso. De esta forma, la tierra que se utiliza para producir energía solar es más barata y coincide con que es la tierra donde se produjo muy poca comida pero abarcando una gran cantidad de superficie.

Contestando a tu pregunta, ¿por qué no vemos el daño que hace la agricultura? Esto se debe al poder cultural del sector y a la forma en la que vemos los cultivos como parte de nuestra historia. Después de miles de años, hemos adoptado la agricultura como propia; la apoyamos y la adoramos porque nos gustan las cosas viejas y somos muy temerosos de las cosas nuevas, aunque sean mucho mejores que las antiguas. Por verlo de otra forma, hay muchas más protestas contra la energía solar en Europa que las que ha habido históricamente contra el carbón, a pesar de que es extremadamente dañino para nosotros. Con la agricultura ocurre lo mismo. Es una industria antigua y no la desafiamos, a pesar de que sus impactos hayan aumentado muchísimo y de que ciertas partes de esta industria, en especial la ganadería, se haya vuelto, probablemente, la práctica más dañina en la Tierra.

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