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George Monbiot: “Estamos devorando el planeta para comer”

Por El Mundo  ·  17.03.2023

El escritor alerta sobre el grave riesgo de “colapso” del actual sistema alimentario, que ya estaba en ‘shock’ antes de la guerra.

George Monbiot (Londres, 1963) no se había enfrentado a un reto comparable desde que escribió con 26 años Flechas envenenadas, sobre los abusos de los derechos humanos en Papúa Occidental. En esta ocasión, el desafío no ha sido tanto conservar la integridad física como dar la talla intelectual para poder escribir Regénesis (Capitán Swing), el libro en el que intenta desbrozar el futuro de la alimentación en un mundo acuciado por los problemas ambientales.

Más de 5.000 informes científicos ha tenido que digerir el también autor de Calor Salvaje, distinguido en el 2022 con el Orwell Prize, para poder vislumbrar lo que él mismo vaticina como una revolución tecnoética que acabará reconciliando a carnívoros y veganos por el bien del planeta.

Usted sostiene que hay dos maneras de evitar la catástrofe ambiental: dejar el petróleo bajo el tierra y acabar con la ganadería industrial. ¿No son acaso dos medidas demasiado radicales?Es difícil saber cuál de las dos medidas es más importante y urgente. Si queremos evitar el calentamiento por encima de los 1,5 grados y reducir realmente las emisiones, hay que poner un límite a la extracción y producción de petróleo que pretendemos quemar. Este es un punto elemental que sin embargo no figura en ningún acuerdo internacional y que no se ha querido abordar en ninguna COP, y van 27. La descarbonización del transporte y de la energía es vital en la acción ante el cambio climático. Pero el impacto de la ganadería industrial va incluso más allá: no son solo emisiones de CO2 y metano, es también la deforestación masiva, la degradación de los suelos, la contaminación de los ríos… Estamos literalmente devorando el planeta para poder comer. Es un modelo totalmente insostenible si queremos alimentar a los más de 9.000 millones de humanos que seremos a mediados de siglo.Y sin embargo la gente tiene aún una noción bucólica de las granjas frente al impacto de las ciudades…Hay un desconocimiento muy profundo del impacto de las granjas, en parte inducido por los libros para niños y lo que se estudia en las escuelas, y en parte también por la invisibilidad del campo para los urbanitas. Basta con comparar estos datos: las ciudades ocupan en torno al 1% de la superficie del planeta, frente al 38% destinado a la agricultura y a la ganadería. Todos los años matamos a 76.000 millones de animales para el consumo humano, y la mayoría son enjaulados, torturados y cruelmente sacrificados. Cuando pase una generación, miraremos hacia atrás y todo esto nos parecerá un horror. Yo mismo trabajé tres meses en una fábrica de cerdos en mi adolescencia y fue una de mis experiencias más traumáticas. Todos los días me repetía a mí mismo: “Esto no es lo que me habían contado de las granjas” y “esto no debería ser legal”.Usted mismo recalca que el consumo de carne sigue en aumento a nivel global y la población de ganado sigue creciendo un 2,4% cada año ¿Es posible darle la vuelta a esas cifras?Cuando una situación se hace intolerable, el cambio es inevitable. A veces los cambios ocurren más rápido de lo que creemos posible, siempre que exista una alternativa que los haga viables. Por ejemplo, tal y como ocurrió con los teléfonos móviles, que hicieron obsoletos los teléfonos fijos en un tiempo récord.¿Cree posible una transformación similar en el campo de la alimentación?Antes de escribir Regénesis tenía mis dudas. Pero un viaje en el 2019 a los suburbios de Helsinki, y una visita al laboratorio de Solar Food, una startup pionera en el campo de la fermentación de precisión, me hizo cambiar de idea. Allí tuve el privilegio de ser el primer comensal fuera del laboratorio en degustar una tortita elaborada con un polvo parecido a la harina de trigo, pero creado con agua, aire, electricidad y bacterias. En aquel momento me vino la idea de “un pequeño pancake para un hombre, un gran paso para la humanidad”… Desde entonces, este sector ha experimentado un boom imparable y los gigantes de la alimentación han entrado a trapo. Esta tecnología permite producir proteínas similares a las de la carne, la leche y otros productos de origen animal… Yo he sido relativamente escéptico ante las soluciones tecnológicas para los problemas ambientales. Pero estamos realmente ante una solución tecnoética que puede revolucionar la manera en que comemos y tener al mismo tiempo un efecto liberador para el medio ambiente.¿Está la sociedad preparada para ese gran paso? ¿Acabarán comiendo carnívoros y veganos en un mismo plato?El cambio llevará su tiempo, pero yo creo que a mediados de la próxima década la gran mayoría habrá asumido el consumo de proteínas alternativas. Al fin y al cabo, llevamos usando microorganismos, levaduras y fermentos para hacer panes, cerveza o yogures desde hace cientos de años… Yo soy vegano, y puedo asegurar que consumiré este tipo de productos a conciencia de que son buenos para la salud y para el medio ambiente. La tecnología está avanzando muy rápidamente y creo que no tardará en conquistar también el paladar de los carnívoros. Acabaremos comiendo tal vez del mismo plato, y a precios asequibles, eso es también muy importante.Si los productos farmfree acaban imponiéndose en los supermercados, ¿correrán las granjas industriales la misma suerte que las minas de carbón?La ganadería industrial no va a desaparecer de un día para otro. Pero habrá que valorar también el impacto social y en las zonas rurales de la ‘disrupción’ alimentaria que ya está aquí. Las granjas agrícolas seguirán cultivando verduras, legumbres y cereales, aunque se producirá deseablemente una transición hacia métodos más respetuosos con la naturaleza, como la agroecología o la agricultura regenerativa. Un campo igualmente prometedor es el del cultivo de cereales perennes, frente a los cultivos anuales que tienen un gran impacto en el paisaje, en la erosión y en el uso de herbicidas. En el libro recojo los experimentos del Instituto de la Tierra de Kansas, cruzando cereales modernos con parientes perennes silvestres.¿Por qué Regénesis? ¿Acabaremos gastando la palabra ‘regeneración’ de tanto usarla?La regeneración se ha convertido efectivamente en la nueva sostenibilidad, y se está usando para el greenwashing de las empresas. Pero tenemos el reto de llenarla de sentido y de contenido. Yo creo que estamos realmente ante un nuevo principio en el modo en que nos llevamos alimentando desde hace más de 10.000 años.Para escribir el libro ha tenido que asimilar más de 5.000 informes científicos ¿Cómo sobrevivió al atracón?En cada capítulo hubo momentos en que creía que era un misión imposible. Me levantaba a las cuatro de la madrugada y trabajaba casi sin parar hasta las seis de la tarde, como en trance, arrastrado por el impulso de encontrar cada día algo nuevo. Empecé por un campo fascinante, la ciencia del suelo, y a partir de ahí todo fueron descubrimientos.Decía el micólogo Paul Stament que las soluciones a los problemas ambientales “están literalmente bajo nuestros pies”…Efectivamente. Resulta increíble como hemos desdeñado hasta bien recientemente la importancia del suelo. Razón tenía Leonardo cuando decía que conocemos mejor los movimientos de los cuerpos celestiales que la vida bajo tierra. La mayoría de la gente no reconoce el suelo como un ecosistema, con su compleja estructura biológica de microorganismos que alimentan a la plantas y hacen posible la vida en la superficie. Investigando para el libro he descubierto básicamente que las plantas utilizan un lenguaje bioquímico para hacer que las bacterias despierten y le proporcionan azúcares… El suelo es el sustrato de todo, la llave de la fertilidad en la tierra. Destruir el suelo, como lo hemos estado haciendo, es destruir nuestro propio futuro.Usted ha sido muy crítico con los subsidios agrícolas de la Unión Europea por su impacto en la naturaleza…La Política Agrícola Común (PAC) es efectivamente un incentivo masivo para la destrucción ambiental. Se está pagando a los agricultores y a los ganaderos para que contribuyan al deterioro de la naturaleza con prácticas improductivas e insostenibles. Yo voté a favor de la permanencia en la UE, pero puedo asegurar que el mayor beneficio del Brexit ha sido dejar atrás la PAC. Cada cinco años, la UE se propone introducir cambios, pero la presión de los ‘lobbies’ hacen que sea imposible.En su libro advierte finalmente del riesgo de un colapso del sistema global alimentario comparable al del sistema financiero en el 2008…Hay un riesgo muy real de colapso por varias razones. Cuatro grandes compañías comercializadoras manejan el mercado de los granos. Unas pocas corporaciones controlan el mercado de los fertilizantes. El sistema lleva experimentando shocks desde antes de la pandemia y de la guerra de Ucrania. Y el hambre y la inseguridad alimentaria repuntan desde el 2015 por primera vez desde hace décadas… Los signos de la falta de resiliencia del sistema están ahí. Los gobiernos están ignorando los riesgos y lo que es peor: no serían capaces esta vez de ‘rescatar’ el sector alimentario como hicieron en su día con los bancos.

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