Las editoriales Nórdica y Capitán Swing han sacado al mercado una nueva traducción, de Íñigo Jáuregui, de la crónica del estadounidense John Reed (1887-1920) sobre la revolución rusa, Diez días que sacudieron el mundo, ilustrada por Fernando Vicente, que ha agotado su primera edición en tan solo un mes. El libro supone una mirada fresca sobre este clásico del periodismo, pues la anterior versión castellana estaba datada en 1920.
Los editores, los hermanos Diego y Dani Moreno, crecieron con un enorme busto de Lenin en el salón de casa, pues su padre era un convencido comunista. Movidos por quién sabe qué resortes freudianos, editaron en el 2012 El manifiesto comunista de Marx y Engels, también ilustrado por Fernando Vicente, que, para su sorpresa, ya va por la sexta edición.
“Junto a la revolución bolchevique –explicó ayer Vicente en Barcelona–, se dio una revolución artística extraordinaria, los suprematistas hicieron cosas que no se volvieron a ver en cien años, porque el realismo socialista destruyó de golpe toda esa modernidad”. Las obras de Malévich y otros suprematistas, los recortes de prensa y los carteles soviéticos han sido fuente de inspiración para el ilustrador, que ha realizado 27 dibujos –acrílicos con algún fondo de color por ordenador– en su caballete, alternando retratos de los protagonistas con escenas clave de los hechos que provocaron, en 1917, la caída de los zares y el advenimiento del régimen soviético. Vicente se muestra interesado “en el uso de la pintura para manipular la historia, con cuadros que muestran, por ejemplo, a Stalin bajando del tren en Petrogrado –la actual San Petersburgo– junto a Lenin, en 1917, para dirigir la Revolución, algo que nunca sucedió”.
El autor de la crónica, Reed, simpatizante comunista, intentó mantener una cierta objetividad, que le lleva a admitir, por ejemplo, que “en el asalto al Palacio de Invierno se robaron cosas”, como explica Moreno, para quien “todos quedan mal parados, en algún momento u otro del libro”. En cualquier caso, Reed está enterrado en el Kremlin como un héroe revolucionario más.
Además del libro, de Diez días… salen a la venta un calendario, una bolsa y una taza, confirmando que el merchandising comunista sigue siendo rentable, en estos tiempos de capitalismo desatado.
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