La red social elimina la publicación sobre ‘El dedo’, su nuevo libro.
(Actualización del 4 de marzo de 2016: Facebook comunica a la escritora Luna Miguel el cierre, definitivo e «inapelable», de su perfil).
A Facebook le gusta que eleves tu pulgar para apoyar una publicación, pero no que utilices tus dedos para otros menesteres. La red social ha censurado el perfil personal de la escritora Luna Miguel, que había compartido en él la noticia de la publicación de su nuevo libro: El dedo, un ensayo subtitulado Breves apuntes sobre la masturbación femenina, y que la editorial Capitán Swing ha lanzado en su colección digital Muckraker.
Un usuario con acceso al perfil de Luna Miguel —por ser directos: un amigo— ha denunciado la publicación por su supuesto contenido pornográfico, y Facebook ha respondido cerrando de inmediato la cuenta de la escritora. Aunque en el momento en el que abres un perfil en la red social se entiende que acatas su reglamento, nos cuesta pensar que una portada “limpia” como la de El dedo, y una sencilla alusión al texto, puedan considerarse un contenido «hiriente, intimidatorio, pornográfico, que incite a la violencia o que contenga desnudos o violencia gráfica injustificada» digno de censura. Y que puedan —desde luego— provocar a que un contacto de Luna Miguel en Facebook decida denunciar su cuenta.
No se trata de un contenido explícito; quizá su tema no parezca apto para los usuarios más puritanos, pero la escritora no compartió —en su perfil, ni siquiera en una página abierta— nada más que el anuncio de su publicación y la cubierta que figura junto a estas líneas. Y la censura de Facebook, no lo olvidemos, ocurre en una red social que tolera a menudo imágenes de violencia contra animales, y en la que no resulta fácil protestar contra páginas que difunden la anorexia.
«De noche, sola, desposo la cama./ Dedo a dedo, ahora es mía». Estos versos de Anne Sexton —escritos en homenaje a su cama vacía, donde sola goza más que nadie— forman parte de El dedo, un libro en el que Betty Dodson da un cursillo avanzado de masturbación a mujeres de cincuenta años que jamás se han mirado la vulva en un espejo; Amarna Miller finge un orgasmo retorciéndose delante de una cámara; un doctor del siglo XIX receta masajes pélvicos a su paciente, enferma de una profunda histeria; miles de mujeres embarazadas escriben en el buscador de Google si estimularse el clítoris podría ser peligroso para sus fetos; y Luna Miguel, con apenas ocho años, descubre un dibujo pornográfico que cambiará su vida para siempre, y que mucho tiempo después la llevará a escribir una historia personal del autoplacer femenino.
Escrito en una intersección entre el periodismo, la divulgación, el género confesional y la ficción, y enunciado con una voz cálida, sosegada e hipnotizante, El dedo —nos cuentan desde Capitan Swing— constituye una historia íntima de lo que durante demasiado tiempo ha constituido un auténtico tabú cultural: la masturbación de la mujer. O como dice Luna Miguel: «no se trata solo de algo sexual; la masturbación es también una meditación sobre el amor en solitario. Una constelación de sensaciones. Un espacio propio en el que refugiarse». Un libro que ha merecido la censura de Facebook. ¿Es para tanto?
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