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(Ex)Fumando espero (1ª parte)

Por Divertinajes  ·  27.10.2010

Déjenme que les diga que las circunstancias en las que dejé de fumar fueron las siguientes. Aunque las mías no interesan, acaso sí las que le llevaron a dejarlo a James M. Barrie, el de Peter Pan, que lo describe con detalle en Lady Nicotina, un curioso texto que comienza exactamente con estas palabras, “las circunstancias en las que dejé de fumar fueron las siguientes”, y luego, el resto; léanlo, merece la pena. El relato de Barrie, junto a otro escrito, Del placer y del vicio de fumar, del italiano Italo Svevo, que se llamaba, como todo el mundo sabe, Ettore Schmitz, forman una sugerente edición, un libro muy estimulante, que ha publicado, reuniéndolos, una pequeña editorial de bonito nombre, Capitán Swing Libros, de Madrid, con un estupendo prólogo de Jesús Marchamalo, sobre lo mucho que se ha fumado en la literatura.

O que se fumaba, en la literatura, en los bares, en los trabajos, que la línea de humo de las ministras de Sanidad es continua y constante, y te gustarán, o no, las ministras, de Sanidad o no, pero menos te gustan esos alcaldes de Valladolid que se retratan en lo que son, porque representan a quienes representan, mal les pese a los representantes, y a los representados. A algunos, que no son todos, por supuesto.

Yo dejé de fumar un lunes, 8 de marzo, día de la Mujer Trabajadora –simple casualidad, y tú estabas trabajando, tú-, y asistí a una conferencia de un especialista británico que ofreció una fría y estremecedora estadística sobre la incidencia del tabaco en los médicos británicos; las cifras, las suyas, eran demoledoras, y tú eras tú –sabes tú quién eras tú-, y andabas por ahí. Y ese día, lunes, 8 de marzo de 1999, dejé de fumar. Por qué. No lo sé. Lo hice, y hasta hoy.

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