«Es dramática la cantidad de jóvenes que están asumiendo ideas misóginas»

Por Yo Dona  ·  23.03.2023

‘Los hombres que odian a las mujeres’ (ed. Capitán Swing, 2023) es un ensayo periodístico que se lee como una experiencia adscrita al género de terror. La escritora feminista Laura Bates (Oxford, Reino Unido, 1986) se ha adentrado en la clandestinidad para investigar la machoesfera, vastas redes y comunidades misóginas en línea.

En páginas sin control ni vigilancia alguna, grupos de varones blancos y heterosexuales de la subcultura incel airean sus fantasías de dominación, que pasan por infligir daño a las mujeres y exaltar la violación. Sus ideas enfermizas suelen excusarse por tratarse de comunidades marginales, pero como revela la autora, algunos de sus individuos ya las han llevado a la práctica en actos terroristas.

Bates, fundadora del Proyecto Sexismo Cotidiano, también saca a la luz a los artistas de la seducción, liderados por gurús masivos que imparten seminarios abarrotados y publican libros superventas donde alardean de sus abusos sexuales y enseñan a ligar con técnicas predatorias y bajo el lema de solo es sí hasta que es sí, troles que se coordinan en masa en campañas de ciberacoso para hundir la vida profesional y la estabilidad emocional de aquellas mujeres que disienten, o los activistas por los derechos de los hombres, que pugnan por la vuelta de sus pares femeninas a la procreación y al hogar.

Todos estos colectivos de la masculinidad tóxica más amenazante permean la realidad a través de medios de comunicación, celebridades y académicos ultraconservadores con ínfulas, alcanzando a nuestros jóvenes, compañeros de trabajo y estancias de poder. La verdad es incómoda, pero su responsable, galardonada en 2015 con la Medalla del Imperio Británico por sus importantes aportaciones a la igualdad de género, no solo denuncia, sino que también apunta medidas para revertirlo.

Durante años ha sufrido acoso virtual, pero en el libro declara que aquellas experiencias no la habían preparado para lo que encontró en el mundo tóxico de la misoginia en línea. ¿Por qué?Para lo que no estaba preparada era para la dimensión numérica. Existe una diferencia entre recibir un correo de una persona fantaseando con desmembrarte, y cruzarte con una página web donde varios grupos de hombres comparten sus fantasías sobre ti. Di con una donde competían por ver a quién se le ocurría el peor ejemplo de cómo violarme con piezas de mobiliario y las heridas internas que me provocarían. Hubo algo escalofriante y muy preocupante en el hecho de que aquella actividad a gran escala fuera motivo de celebración colectiva.Para documentar su libro se hizo pasar por un joven tímido llamado Álex que se aventura en la machoesfera para hallar consejo y aliento. ¿Qué aprendió sobre sí misma a través de su alter ego?Me asustó lo fácil que es dejarse atrapar por muy buenas que sean tus intenciones. Cuando pensamos en estos grupos nos gusta asociarlos a gente marginal, pero he conocido a personas muy radicalizadas y comprobado en primera persona lo habitual que es ser absorbido por estos grupos a pesar de no compartir sus ideas al principio. Es muy sencillo adentrarse en la madriguera de la machoesfera a partir de publicaciones benignas en las redes sociales.Entonces, ¿fue su experiencia personal con troles la que le impulsó a escribir este libro?En parte, pero principalmente por mis visitas a las escuelas. En los últimos años he notado un aumento muy claro y dramático en la cantidad de adolescentes que han aumido estas ideas y este tipo de bulos en línea. De repente, los chicos de las aulas repetían las afirmaciones de los hombres que me enviaban amenazas de muerte, como que las mujeres se están apoderando del mundo, que el feminismo ha ido demasiado lejos, los hombres son sus víctimas y tienen que contraatacar. Esta ideología, que en mi mente siempre había estado confinada a estos espacios oscuros de internet, se está filtrando fuera de los espacios virtuales y afecta a una gran cantidad de hombres jóvenes, aunque casi nadie lo sepa.¿Qué esperanza podemos proyectar en la educación?Hay enormes y estimulantes posibilidades en temas de misoginia que no se han explorado de una manera más amplia en nuestra sociedad. No podemos sentar a todos los hombres y obligarlos a una reeducación sobre estos temas, pero sí asegurarnos de que todos los niños dispongan de recursos cuando se enfrenten a esta información errónea. No se trata solo de rescatar a las niñas de los niños dañinos. Esto es aterrador y peligroso también para ellos, porque estos chavales no son inherentemente malos, sino que son vulnerables y se están radicalizando. Hay una gran brecha educativa entre nuestra generación y la de los nativos digitales. Durante mucho tiempo solo les hemos proporcionado recursos para el mundo predigital. Estamos fallándoles al no brindarles un apoyo crucial cuando tienen derecho al conocimiento y la información necesarias para el mundo que van a encontrar y del que, tristemente, la misoginia forma parte.La lectura de su libro se experimenta como una novela de terror.Qué casualidad. Varias de las productoras de televisión interesadas en comprar los derechos hablan de usarlo como base para una película de terror. Me parece que esto sucede porque es algo que ha permanecido oculto. Es tan extremo y horrible que no hemos querido enfrentarlo, porque es más fácil pensar que se trata de un pequeño grupo de bichos raros en los sótanos de sus padres, sin influencia en la vida real. Lo terrorífico es reconocer hasta qué punto se ha extendido esta corriente en la sociedad convencional. Como señalo en el libro, uno de los hombres que dirigía el sitio web Incelocalypse, donde defendía la violación porque al menos el violador disfrutaba, era un político en servicio en Estados Unidos, Nathan Larson, candidato al Congreso por Virginia, o que un trol que había enviado más de 3.000 mensajes sexistas, racistas y homófobos, con amenazas horribles de violación a las mujeres en el Reino Unido, se desenmascaró como un diseñador, padre de dos hijos y entrenador de un equipo de fútbol infantil. Eso es lo que me da pánico, la gente de la vida real.¿Cómo han empeorado las cosas desde que Elon Musk compró Twitter, despidió o provocó la renuncia masiva del personal dedicado al control del mal uso en la red y restableció cuentas suspendidas por sus mensajes de odio?Es una progresión de lo que estamos viendo más ampliamente en las redes sociales. A las personas que vomitan ideologías extremistas se les permite continuar porque están haciendo ganar dinero a las plataformas. No es sólo Twitter, los vídeos de Andrew Tate, el influencer que se enfrentó a Greta Thunberg y ha sido acusado de tráfico de personas, se han visto 11.400 millones de veces en TikTok. Claramente contravienen las pautas de la red social, pero los han diseminado entre miles de millones de espectadores porque es un buen negocio, ya que cuanto más extremo es el material, más tiempo pasa el usuario en línea. En última instancia, los algoritmos de todas estas plataformas siempre priorizarán el tiempo de visualización y los clics publicitarios sobre el bienestar de sus usuarios. Aunque están obligados a lo contrario, pero hasta que no dispongamos de una legislación adecuada y contundente, desafortunadamente, no vamos a ver que suceda nada diferente.¿Qué me dice de la prensa, hasta qué punto es una aliada? En su libro advierte de la propensión a convertirse en fuego amigo por su interés en contenidos con ciberanzuelo.Los medios de comunicación tienen una posición realmente única, por su gran influjo tanto para el bien como para el mal. Por supuesto, la prensa no es una cosa monolítica, por lo que hay algunos medios que están trabajando muy duro para exponer esta situación, pero entre los convencionales hay muchos nuevos que están empeorando las cosas. Esto responde a que la prensa impresa está luchando por su supervivencia y ha de competir por los clics y los visitantes únicos. La controversia es algo que les ayuda, así que cuanto más se inclinan por el debate polarizado, más probabilidad de conseguir lectores.¿Cómo se traduce esto en la difusión de la misoginia a través de sus canales?En apoyarse en una gran cantidad de teorías de la conspiración compartidas en línea por estas subculturas. Como consecuencia, recibo solicitudes constantes de las principales plataformas de medios para debatir si el feminismo ha ido demasiado lejos y los hombres son las verdaderas víctimas de la sociedad actual. Uno de nuestros programas de radio insignia, ‘Today’, en la Radio 4 de la BBC, pregunta si el #MeToo es una cacería de brujas. El problema es que están normalizando la retórica virtual más extrema, porque si eres un adolescente, escuchas eso en la radio y, a continuación, ves un video viral en YouTube que asegura que la brecha salarial de género es un mito y en realidad las cosas eran mejores cuando las mujeres no tenían derecho al voto y eran propiedad de los hombres, parece un poco más razonable y un poco menos extremo e impactante, porque ya has escuchado una versión ligeramente desinfectada en un medio de comunicación respetable. En estos casos, la prensa les hace el trabajo a los radicales al propiciar que las ideas extremas parezcan menos impactantes.A este respecto, en su ensayo hace referencia al personaje de Barney Stinson en ‘Cómo conocí a vuestra madre’, y cómo hace simpático al canallita que se sirve de la mujer como un objeto de usar y tirar, pero también tenemos ejemplos como ‘El cuento de la criada’, que se ha erigido en denuncia global ¿Cuánto está potenciando y normalizando o previniendo estos comportamientos la cultura pop?Ambas cosas. Las películas y las series de televisión retratan en gran medida tropos obsoletos y estereotipos de género que normalizan de nuevo todas estas ideas, pero luego tienes un trabajo subversivo de cineastas como Michaela Coel, por ejemplo, que están cuestionando estas ideas sobre el consentimiento y la complejidad del respeto y las relaciones saludables. Su serie ‘Podría destruirte’ fue la primera que hizo entender a millones de personas que quitarse un condón durante las relaciones sexuales es violación, así que la cultura pop tiene una capacidad increíble para educar e impulsar la conversación, como también la de hacer retroceder las cosas. Ahí está el uso de la violencia sexual de una manera excitante con fines de entretenimiento en ‘Juego de tronos’.

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