Si bien cientos de obras de ficción nos esperan para comenzar el año literario, las mesas de novedades cada vez le dedican más espacio a textos que, en mayor o menor medida, cultivan lo autobiográfico. Algunos van más allá de la ficción, como le ocurre a Ser animal, de Charles Foster (Capitán Swing).
El veterinario y naturalista inglés tiene claro que para entender de verdad a los animales hay que aprender a vivir como ellos, por eso adoptó las ideas actorales de Stanislavski y vivió como un tejón, una nutria, un ciervo, un zorro y hasta un vencejo en distintos parajes de Reino Unido. Con ello buscaba ofrecer un relato en el que, tal como afirma en la introducción, no hubiera trazas de antropocentrismo ni de antropormorfismo. Foster no pretende describir el mundo natural desde la percepción de los humanos ni tampoco fantasear con la existencia de unos animales dotados de conductas como las nuestras. Él se sitúa en la grieta entre ambas opciones: “Cuando estoy siendo un tejón, vivo en un agujero y como lombrices de tierra. Cuando estoy siendo una nutria, intento pescar con los dientes”.
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