Luis García Montero, candidato de Izquierda Unida a la Comunidad de Madrid, organizó el 26 de abril un evento electoral con prohombres de la cultura como Joaquín Sabina o Miguel Ríos. Una efectiva manera de sacar fondos y captar la atención de los medios de comunicación. Un baño de popularidad para un partido de capa caída.
Pero, claro, la chavalada digital no deja pasar una. Observen el meme que circula desde hace unos días por grupos guasones de WhatsApp vinculados al nuevo municipalismo madrileño:
Es la guerra electoral y, por tanto, todo el mundo afila los cuchillos de la chufla. Una foto de un político, un mensaje de broma por encima y a correr (por internet)… Bienvenidos al loco mundo del meme político. Dicen que el partido del futuro será transversal, se apoyará en la militancia espontánea, agitará las redes y cargará contra el bipartidismo. Si esto es así, el partido del futuro no será otro que el Partido de la Guasa. ¡Que el Señor nos pille confesados!
Jaron Rowan (Londres, 1978) es el autor del ensayo Memes. Inteligencia idiota, política rara y folclore digital (Capitán Swing), que se publica ahora en papel tras su lanzamiento digital hace unos meses. Hablamos con él para analizar el impacto de los memes en campaña y el fin del monopolio propagandístico de agentes oficiales y partidos tradicionales en la era del hazlo tú mismo digital.
PREGUNTA. ¿Qué papel pueden jugar los memes políticos en la campaña electoral?
RESPUESTA. Sería conveniente distinguir los memes que hacen los propios partidos políticos de los que tienen un contenido explícitamente político pero que se han realizado por personas que no están involucradas en la política formal.
En el primer caso, el objetivo que tienen es asentar ideas muy específicas y acercarlas a públicos que en principio no están excesivamente expuestos a las campañas tradicionales.
En el segundo caso, los memes configuran algo parecido a una esfera pública en la que se intercambian ideas y se producen posicionamientos a través de ironizar, masacrar o ensalzar la figura de políticas/os, sus ideas o sus partidos. La memesfera crea un rumor constante en torno a los debates, personajes o eventos que acontecen en la política formal. Se comenta, se frivoliza, se contraargumenta, se deforma y se ríe de todo lo que va pasando. Este debate paralelo introduce a nuevos agentes en las discusiones políticas y constituye un espacio de discusión sin precedentes al que es fácil acceder. No cuesta nada hacer un meme, participar del diálogo a través de imágenes facilita que ciertos sujetos que hasta ahora no tenían una voz política la puedan encontrar.
P. ¿Los memes políticos pueden influir en la opinión de alguien o más bien refuerzan opiniones políticas preconcebidas?
R. Sería difícil de establecer y no sé hasta qué punto resulta interesante saberlo. Lo que sí es incuestionable es que ciertas ideas se testean y se pueden transformar en armas de comunicación poderosas en la memesfera. Por ejemplo, el Yes We Can que aupó a Obama a la presidencia de los EE.UU no surgió de la campaña oficial sino que lo produjeron un grupo de artistas afines. De la misma manera que su imagen con la frase HOPE escrita en la parte de abajo, estuvo circulando en redes antes de que la campaña oficial la asumiera. Seguramente lo interesante es ver cómo los memes cambian las campañas oficiales y sus dinámicas, cómo ideas que surgen en las redes modifican o interfieren en la imagen oficial de los partidos.
P. ¿Deberían tomarse los partidos en serio los memes como armas propagandísticas o se trata de herramientas de agitación más vinculadas al underground?
R. Si es un underground, es un underground gigante. Es decir, la cantidad de gente que tiene acceso a dispositivos que le permiten el acceso a internet como son teléfonos, tabletas, portátiles, PCs, etc. es cada vez mayor. Estos dispositivos hacen que tu exposición a los memes sea constante dependiendo del tiempo que le dediques a redes sociales. Los grupos de WhatsApp son un foco infeccioso de primer nivel, no hay forma de que no te aparezca un meme antes o después. Lo que quiero decir es que los memes que pueden hacer partidos políticos o grupos afines son el fenómeno marginal. Las imágenes retocadas, enunciados graciosos y mensajes que se viralizan y que surgen de la creatividad colectiva, ahora mismo inundan las redes. La política, no es sólo la política formal. Los memes nos recuerdan que hay formas diferentes de expresar ideas, otras formas de pensamiento político que no pasan por el eslogan o por el mitin. Es difícil desacreditar esta multitud de voces y de formatos.
P. ¿Algún meme político preelectoral español que le haya gustado especialmente?
R. Pablo Iglesias asomando desde detrás de un árbol, en sus múltiples encarnaciones me ha parecido uno de los mejores.
P. En su libro habla sobre los límites políticos del meme: su idiotez cómica. ¿Puede explicar las ventajas e inconvenientes de la idiotez cómica del meme a la hora de hacer política?
R. La figura del idiota es importante en política puesto que al ser inofensivo, puede decir la verdad. El idiota le puede decir al poder lo que piensa sin miedo a represalias. El bufón de la corte siempre le ha podido hablar con libertad al rey. Los memes son bastante idiotas. Son caricaturas, repeticiones, chistes que implican cierta complicidad (guiño, codazo). Contienen verdad porque hablan desde abajo. Desde lo más elemental.
Son la expresión de preocupaciones políticas en forma de humor. Si el troleo tiene algo de maldad, funciona con alevosía, el meme es mucho más inocente. Los memes que mejor funcionan son memes humorísticos, memes que se dejan querer por su idiotez. Frases cortas y simples. Gatitos que con mirada triste te revelan una gran verdad. El chiste hace que se compartan, pasen de una red a otra, se vuelvan importantes en el imaginario social por insistencia, por repetición.
Autor del artículo: Carlos Prieto
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