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“El Sankt Pauli es el último reducto del fútbol con sentido”

Por La Vanguardia  ·  16.08.2017

¿Qué tiene de especial el St. Pauli?

Pese a ser un club que nunca ha ganado nada y que está en segunda división a punto de bajar a tercera, tiene 20 millones de seguidores en el mundo y 500 peñas.

¡…!

Es un club diferente por su trasfondo social. Su historia es curiosa: nació en el siglo XIX vinculado a la burguesía de Hamburgo nacionalista y militarista, un club marcadamente conservador que en los años ochenta se transformó en club de referencia de la izquierda alternativa.

¿Qué pasó?

Irrumpió una nueva generación de autónomos, okupas y punks que se instalaron en los viejos palacios de la calle Hafenstrasse, del barrio portuario Sankt Pauli, y cambió la dinámica del club del barrio de forma espontánea.

La afición se apodera del club.

Sí, y se convierte en el único club profesional del mundo que en sus estatutos se declara antifascista, antirracista y antihomófobo.

No todo se resume en ganar.

No es su objetivo, no es un club de mercenarios. En sus estatutos se prohíbe cualquier patrocinador relacionado con la industria armamentística, con el abuso laboral o medioambiental.

¿Cómo son sus gradas?

Hay un ambiente muy familiar y relajado. Millerntor tiene el sector de gradas de pie más grande de Alemania y con la mayor presencia de mujeres (el 30% de la afición).

El merchandising les funciona.

Hace dos años tuvieron 33 millones de beneficio. La gente llega a este club por otros motivos que no son el fútbol, su filosofía y maneras convencen. Entre la afición hay un movimiento que se llamaSocial Romantiker y que vela por que la directiva cumpla los principios del club.

¿Y les hacen caso?

Sí. La última vez la afición representó una coreografía en todo el campo con banderas rojas de peligro y el escudo extraoficial del Sankt Pauli: la Jolly Roger, la calavera de los piratas.

¿De dónde ha salido?

La ciudad Estado de Hamburgo contrató a los piratas para luchar contra sus rivales comerciales. Esa nueva generación del club se reclama heredera de los piratas, y desde el primer día irrumpieron en el campo con la bandera.

¿Están lejos del extremismo violento?

Abogan por la no violencia. Han tenido algún enfrentamiento jugando en casa de equipos de extrema derecha, pero los evitan. Son como la aldea de los galos, el último reducto.

Es que… ¡están locos, estos romanos!

El fútbol ha entrado en una dinámica comercial desbocada en la que el objetivo ya no es ganar, ser el mejor, sino tener más y más beneficios.

Es un cambio de objetivo importante.

Hay gente que le da igual que los ingresos vengan de Qatar o de Rakuten, a otros no. Los ingresos del Sankt Pauli se destinan a fútbol base, fútbol femenino, campañas a favor de los refugiados, campañas para construir plantas potabilizadoras en América Latina…

Entiendo.

Por eso mucha gente ha emigrado del fútbol comercial al Sankt Pauli. En Catalunya somos más de 100 socios.

¿Ningún jugador estrella se ha pasado al Sankt Pauli por principios?

No.

… Sería bonito.

Han hecho un equipo de refugiados, Lampedusa FC St. Pauli, para integrar en el barrio a los refugiados que acoge su Iglesia evangélica. De hecho la primera campaña a favor de los refugiados del fútbol alemán la hizo el St. Pauli. Todos los jugadores salieron al campo con una camiseta que rezaba: “Bienvenidos refugiados”, y toda la afición blandió mensajes de acogida.

¿Mente abierta?

El último gran capitán del Sankt Pauli, Fabian Boll, era inspector de policía y la afición colgaba pancartas con las siglas Acabab, que significa: ‘todos los policías son unos bastardos excepto Boll’…, son muy del humor.

¿Y aguantan las embestidas?

Cuando les insultan, cuando les acusan de parásitos, de ser el barrio de los sintecho, ellos sacan banderas con garrapatas y piojos y con el lema: “Somos los parásitos”. También los llaman el Burdel de la Liga.

¿Y qué dicen a eso?

“Sí, sí, somos nosotros, el barrio portuario de las putas de Hamburgo. Y estamos orgullosos” . Por algo les llaman los piratas de la Liga.

Pese a los miles de seguidores en todo el mundo no ha perdido su esencia de barrio.

No. El club hizo una campaña pidiendo a los vecinos del campo que pusieran flores en los balcones para repoblar de abejas el barrio e hicieron una miel que vendían en la tienda del club.

Pertenece usted al club de ‘Odio eterno al fútbol moderno’.

Porque puedes disfrutar, sufrir, querer a tu club, animarlo siempre y no siempre ganar. Lo otro es tener jugadores que declaran “el fútbol es cosa de hombres”, o “no quiero gais en el vestuario”, o “Apoyo a Erdogan”.

Sí, se pone feo.

Nosotros somos pequeños, no ganamos, pero estamos orgullosos de nuestros jugadores.

¿Bien avenidos?

El año pasado la Federación Alemana de Fútbol ordenó que todos los clubs tuvieran en el campo una comisaría de policía y la afición del Sankt Pauli consiguió demostrar que en su club no era necesario. Es el único.

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