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El prodigio de ser dandi

Por Soviet Mag  ·  10.04.2012

A priori, el título de la obra que nos traemos entre manos pueda quizás significar más bien poco o casi nada para el lector casual. Es la lectura de su apostilla la que marca la senda del camino por el que nos va guiar este cuidado y selecto recopilatorio de textos: Prodigiosos Mirmidones: antología y apología del dandismo (Capitán Swing) utiliza una oscura cita de Baudelaire para nombrarse y homenajearse, y es que ‘lo dandi’ atesora un halo de excentricidad cautivador abonado de gracia e ironía que gusta del rodeo, las sutilezas a bocajarro, la ocurrencia y ese wit inglés llevado a la irreverencia dentro de los salones del poder, que no es poco.

Esta antología, coordinada por Leticia García y Carlos Primo (que algunos conocerán bajo cierto pseudónimo en los deslenguados dominios de las redes sociales) tiene actitud académica e ilustrada aunque su lectura evita los rodeos, los tropiezos y las torpes injerencias de aburrida verborrea a pie de página que podrían esperarse de una obra de este corte. Prodigiosos Mirmidones es una obra trufada de citas imprescindibles firmadas por autoridades como Balzac, Baudelaire o Montesquiou, pasando por Virginia Woolf o Paco Umbral y poniendo fin con un grandioso colofón bajo el sello de Tom Wolfe y la radiografía que imprime del swinging London en su Underground de Mediodía. Quien espere encontrar una guía útil del perfecto dandi mejor que se dedique a empolvarse la nariz frente al espejo: la intención de la obra no es otra que dilucidar la compleja idiosincrasia, a menudo tildada de mera excentricidad o de esnobismo, de esa ‘secta’ de hombres que en palabras de Baudelaire, simbolizó “el último destello del heroísmo de las decadencias”.

La avanzadilla de este ejército de héroes no fue otro que Beau Brummell, “el gran vanidoso” según Jules Barbey d’Aurevilly, un ser de presencia arrolladora y revulsiva (a este respecto, Baudelaire afirma que el dandi “construye una originalidad contenida en los límites exteriores de las convenciones”, originalidad o acaso protesta y disención) que se procuraba sin tregua el don de la sorpresa y que “se burlaba de las reglas y sin embargo las seguía respetando”. En Brummell hallamos la semilla que a lo largo de la historia se ha reproducido en los dandis que han tomado su relevo (Oscar Wilde, lord Byron, el propio Larra según Umbral o los mods del relato de Wolfe) y aquellas características que reúnen en mayor o menor medida todos ellos como pacto tácito y santo y seña: “la brillantez en su vida, la soberanía sobre la opinión, la magnífica juventud que acrecienta la gloria, y este aspecto tan encantador y cruel que las mujeres maldicen al mismo tiempo que adoran”, en las palabras de d’Aurevilly.

Aunque la sucesión de hechos históricos, ideas y anécdotas que se hilvanan en Prodigiosos Mirmidones obligan a pensar en el dandi como una entidad más allá de la apariencia, algo filosófico y casi metafísico, no se puede obviar que una de las particularidades del dandi es el culto a la estética, a la apariencia y, en fin, a la moda. Quizá Carlyle tenga razón cuando afirma que el dandismo es la ciencia del “culto a uno mismo”, que el dandi “vive para vestirse”… ¿no son los usos de la vestimenta el elemento más claro de individualidad, de revolución y de la ruptura del orden y sin embargo y al tiempo, instrumento de creación del orden social y de clases? En cualquier caso, ya sean dandis ya sean los mods de la novela Wolfe, la moda les diferencia, les aísla y es la herramienta que les permite construir un universo a su medida. Sobre ésta y otras muchas ideas nos hablan generosamente los ejecutores de Prodigiosos Mirmidones, Carlos Primo y Leticia García, con la colaboración especial de la siempre incisiva experta en moda Inmaculada Urrea:

“Brummell poseía es familiaridad encantadora y excepcional que lo acaricia todo y que nada profana. Convivió de la misma forma con todos los poderes, con todas las superioridades de la época, y por su desenvoltura se elevó hasta su nivel” (Jules Barbey d’Aurevilly).

SM: ¿Cuánto de mera apariencia y cuánto de actitud hay en los prodigiosos mirmidones que presentáis en el libro?

LG: Espero que haya mucha más actitud que apariencia. En el dandi el parecer se convierte en el ser, es decir, no aparenta nada porque acaba por no haber nada detrás del personaje que se construye. Por eso nos resulta una figura tan fascinante, porque puede ser más o menos fácil construirse una máscara, pero acabar siendo todo tú tu propia máscara…

CP: Estoy de acuerdo, hay más actitud que apariencia. El aspecto externo de los dandis que mencionamos puede variar enormemente. Brummell, Wilde, Larra o Montesquiou no se parecen ni visten igual, pero sus motivaciones son similares, y es ahí donde nosotros ubicamos la esencia del dandismo.

SM: En el prólogo proponéis modelos de dandis modernos (Lagerfeld, Michael Jackson…), aunque el verdadero dandi se circunscribe a un período histórico determinado.

Dandis ha habido siempre, es una raza extinta o acaso está en peligro de extinción? ¿Después del dandi… qué hay?

LG: El dandi prototípico y el primero al que se le atribuye esta etiqueta es Brummell. Su leyenda dio lugar al movimiento de las Fashionable Novels, que ‘enseñaban’ a convertirse en dandi y a poder introducirse en los herméticos círculos aristocráticos. El dandi es un producto de la Regencia inglesa y probablemente dandi, en el sentido más estricto del término, sólo existió Brummell. Pero hay personajes posteriores e incluso anteriores (se habla de Alcibíades como un dandi, por ejemplo) que cumplen muchos de los requisitos para ser considerados dandis. El problema es que actualmente la moda se ha cargado los códigos férreos de vestimenta y es mucho más difícil epatar si no es cayendo en el mamarrachismo. No sé qué puede haber después del dandi, esperemos que siga habiendo personajes cercanos a él, si no fuese así, sería un síntoma de que ya ni siquiera podemos oponernos al entorno a golpe de originalidad.

CP: Una cosa es el dandi prototípico y primigenio, que efectivamente es Brummell, y otra cosa muy diferente son las derivaciones del dandismo en la sociedad contemporánea. Si nos hubiésemos restringido al dandi entendido en el sentido histórico, es posible que no hubiésemos pasado de la primera mitad del siglo XIX. De hecho, en esa categoría no entraría ninguno de los personajes del Decadentismo (Huysmans, Montesquiou, Lorrain o Wilde). Lo que nos interesa es la actitud del dandi, que es lo que no cambia, y lo que relaciona a todos estos personajes tan dispares. Claro que Lagerfeld y Michael Jackson no encajan de ningún modo en la estética decimonónica y contenida de Brummell, pero ciertas posiciones -la fidelidad a un código de comportamiento y vestimenta, la distancia respecto al público, la frialdad- los vinculan en el plano teórico. A eso vamos. Mientras persista esa actitud, habrá caso de dandismo, aunque sean aislados.

SM: ¿Cuál es la semilla de la obra? ¿Nace de un proyecto personal, un encargo editorial…?

LG: De ambos. Marina, Carlos y yo nos conocimos siendo compañeros de doctorado. Los tres, aunque venimos de carreras distintas, tuvimos una asignatura en Periodismo, Semiótica y Sociología de la Moda, en la que se hablaba del dandi. Nos fascinó el tema y a partir de ahí, por motivos distintos, seguimos investigando sobre el mismo. A nuestro editor (Capitán Swing) lo conocimos porque Marina y yo escribimos un texto sobre Mad Men en un libro sobre la serie que publicó. Llevábamos tiempo con la idea de hacer un libro sobre dandismo, se lo propusimos y le gustó la idea. Nos pusimos poco a poco manos a la obra, a investigar, a perfilar el proyecto y…esto fue lo que salió.

SM: Según vosotros, ¿es el dandi un outcaster en toda regla o sólo pretende epatar?

CP: No está reñido, ¿no? Un dandi es un outcaster, aunque con ciertas peculiaridades. Un dandi siempre permanece en la cuerda floja, es un transgresor que pone en solfa las convenciones sociales, pero al mismo tiempo no llega a romperlas del todo, porque entonces sería expulsado. Sin público, un dandi no es nadie, ya que es un provocador necesario para la continuidad del sistema. En ese sentido, su papel es ambivalente. No es radicalmente diferente al resto, porque correría el riesgo de quedarse fuera. La provocación es una de sus herramientas pero, si quiere perpetuarse, tiene que manejarla con una increíble cautela. De ahí la necesidad de un código.

SM: Cuando habláis de lo femenino y el dandismo, presentáis iconos como Dietrich o Patti Smith, mujeres que adaptan códigos masculinos y devienen ambigüedad. ¿El dandismo es territorio vedado para la mujer? ¿Puede el dandismo representarse en clave femenina al uso?

LG: No es un terreno vedado para la mujer, pero tampoco creemos que el dandismo en este caso consista meramente en apropiarse del vestuario masculino. El dandi acata un código de reglas que él mismo crea, tanto indumentarias como actitudinales. Tiene que ser radicalmente individual. Patti Smith, Dietrich y otras mujeres como Coco Chanel, creemos que son dandis en este sentido. Supieron construir un personaje que no se parece a ningún otro, apropiándose de la apariencia masculina en algunas ocasiones, y en otras  no. Muchas mujeres han fomentado la ambigüedad por cientos de motivos y no son dandis. Y si pensamos en lo que la moda llama ‘tendencia dandi’, o sea, el esmoquin femenino, el borsalino etc., siempre hay detrás un discurso que exalta la feminidad, la sensualidad y demás, así que poco tiene que ver con el dandismo. Vamos, que hay mujeres dandis en el mismo sentido en que hay hombres dandis, al margen de si su indumentaria es masculina o no.

SM: Desarrolláis una intensa difusión de vuestra obra y vida a través de las redes sociales y vuestro blog donde vertéis vuestro enciclopédico, sincero y descomedido saber sobre la moda… ¿qué tiene la moda que nos pone tan nerviosos?

LG: Sin meterme en diseñadores y editores, que al ritmo vertiginoso que va la industria en los últimos tiempos, debe resultarles muy difícil mantener la cordura, yo creo que, por un lado, están los quieren hacerse un hueco dentro del periodismo de moda y sienten que tienen que conocer e informar antes que nadie de cada pequeña noticia y de cada alfombra roja. Teniendo en cuenta que en la moda y en el mundo del faranduleo hay nuevas informaciones cada diez segundos, pues normal que se te crispen los nervios. Luego están los que tienen el síndrome de Carrie Bradshaw y necesitan vestirse constantemente a la última, contarlo y , además, adelantarse a sus competidores. La moda es un mundo muy competitivo y a la vez la forma en que se presenta públicamente lo convierte en algo muy atractivo para muchos, aunque en muy pocas ocasiones ésa sea la realidad. Y claro, eso muchas veces acaba en neurosis.

Por otro lado, es una industria potentísima y poderosísima. Y si es así es porque la moda importa, tiene una incidencia social increíble, nada ni nadie escapa a sus garras, aunque muchos la consideren algo frívolo y banal. A nosotros, que ni queremos ser musos de nada ni demonizarla, no nos tensa, nos divierte. Nos interesa la moda desde el punto de vista social y nos interesan los por qué y los cómo que hay detrás de las marcas y de las historias que nacen de ella. Visto con distancia, como meros observadores, nos parece un mundo fascinante.

CP: La moda es una especie de placa de petri donde se reproducen, a pequeña escala, las luces y las sombras de la sociedad actual. Se basa en la estética y el gusto, pero en el fondo es un engranaje económico perfecto capaz de generar deseos, aspiraciones, estados de ansiedad, contradicciones y hábitos de todo tipo. Pretende parecer superficial, pero no lo es en absoluto. El historiador marxista Eric Hobsbawm, que ha fallecido recientemente, afirmaba que los creadores de moda eran los únicos capaces de predecir el futuro. Por supuesto, se refiere a la capacidad de ver la evolución de las tendencias y al instinto para lo nuevo, pero hay algo más. La moda termina reflejando todos los fenómenos sociales, psicológicos y políticos de la sociedad en la que se inserta. Es una versión exaltada e histriónica de la comedia humana. Y, en mi caso, es un pretexto estupendo para desencadenar la escritura. Balzac escribió que “se adivina el espíritu de un hombre por su modo de llevar el bastón”, así que nosotros escribimos y, dentro de nuestras modestas posibilidades, teorizamos sin parecerlo. Esa es la moda que nos interesa. Por eso resulta fundamental también el papel de las ilustradoras que forman parte del proyecto, porque tienen un talento increíble a la hora de reflejar plásticamente una serie de ideas sin tener que recurrir a la fotografía.

LG: Son lo más. Les dices sobre qué quieres escribir y enseguida saben cómo ilustrarlo. Hay algunos dibus con los que me haría posters, camisetas…

– SOVIET Magazine / Inmaculada Urrea: ¿Vuestro buen criterio fashionpédico proviene, precisamente, de no dedicaros profesionalmente a la moda?

LG: Supongo que nos acercamos a la moda por la vía académica y haciendo los dos cosas relacionadas con las Humanidades. Nos empezó a gustar después de descubrir que autores que nos encantan se habían ocupado ella y de ver que es un mundo con mucha más enjundia de lo que parece en un primer momento. En mi caso, que vengo de la Filosofía y he acabado haciendo la tesis sobre moda, me he acostumbrado a tener que argumentarlo todo, a comparar metodologías, buscar fuentes que me respalden…y al final acabas viéndolo todo así, escribiendo posts larguísimos y sobre temas poco actuales pero que a nosotros nos parecen fundamentales. No sé si es buen criterio, en realidad nuestro blog se parece mucho a nuestra forma de trabajar en moda sólo que mucho más relajada e irónica (eso sí, lo de la ironía nos encanta).

CP: Personalmente, ejerzo la posición que más me interesa en el mundo de la moda: la de observador. Me encanta escribir sobre lo que veo, y también ser profesor, porque me permite quedarme con la parte que más me interesa y ahorrarme el resto. Soy consciente de que es mirar los toros desde la barrera, pero tampoco esto me perturba excesivamente. Llegué a la moda a través de la crítica literaria y artística, y, como dice Leticia, trato de aplicar la misma metodología a colecciones, diseños y fenómenos del mundo fashion. Sin más. Escribimos porque nos divierte, y porque la moda es un pretexto estupendo para desarrollar distintas formas de escritura y de creación.

– SM/IU: ¿Dedicarse al fashioneo genera impedimentos intelectuales?

CP: la industria de la moda es muy amplia y hay muchos tipos de fashioneos, pero es cierto que parte de ellos no implican un desarrollo extraordinario de cuestiones intelectuales. Es normal. Por otro lado, lo que sí sucede es que, si estás muy metido en ello, a veces se pierde la perspectiva y la capacidad de autocrítica. La parte intelectual de una marca es pequeña si la comparamos con la magnitud de la industria, pero es esencial que funcione correctamente. Hay marcas enormes que, por no sentarse a pensar en un concepto, se convierten en castillos de naipes edificados sobre la nada. Y claro, sopla el aire y todo se va al traste. La moda no genera impedimentos intelectuales, pero el fashioneo entendido como brillo, celebridad, belleza y dinero sí genera una cierta pereza del pensamiento. Hay una frase de Julio Llamazares que me encanta. Dice que «la endogamia y la tribu, en la poesía como en la vida, producen solamente sangre dulce, perros de raza y niños tontos». En la moda sucede lo mismo. Hay que ver mundo y cuestionarse las cosas para entenderlas. Gusto tenemos todos, pero hace falta algo más para darle consistencia a lo que uno hace. Sacar los pies del tiesto y leer autores nuevos es un ejercicio muy sano.

LG: para mí no genera impedimentos intelectuales, sino todo lo contrario. Estoy súper de acuerdo con que dice Carlos, la endogamia, en cualquier ámbito, genera impedimentos intelectuales. Y la moda ya sabemos que es un mundo muy endogámico. Pero a la vez es un tema de reflexión interesantísimo. Se podría decir mucho del momento social en el que vivimos a partir de cómo funciona y se recibe la moda en él. Analizar las propuestas, por qué vuelve lo que vuelve, por qué funciona una tendencia y no otra, es una buena forma de empezar a tomarle el pulso al presente. Y ahondar en la otra cara, en la del consumidor y el observador, ver por qué funcionan las marcas que funcionan, etc., dice mucho del tipo de idiosincrasia que está funcionando. A primera vista parece algo muy inmediato y muy frívolo, pero no lo es para nada. Vamos, que yo he aprendido mucho con la moda. Me parece un objeto de estudio y de reflexión súper rico. Depende del modo de lidiar con ella y del punto de vista que adoptes, supongo.

SM: ¿Qué tenéis a la vista después de Prodigiosos Mirmidones?

LG: Encontrar trabajo (como la mayoría, supongo), dar clase, acabar la tesis, …y tenemos un par de ideas que queremos desarrollar en un libro/ensayo sobre moda. Ojalá. A ver qué pasa.

CP: Seguir trabajando, escribiendo, investigando y dando clase. Y desarrollar ideas que ya tenemos, y otras que ya tendremos.