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El poeta incomprendido

Por Pérgola  ·  01.03.2012

Raymond Roussel volcó su imaginación en ‘Locus Solus’, libro que ahora reaparece para recuperar el universo del escritor

El escritor francés Raymond Roussel creó un universo fantástico que le convirtió en inspirador del surrealismo y precursor del arte moderno del siglo XX, aunque su obra no fue reconocida por el público de su tiempo.

“Nací para alcanzar una gloria deslumbrante”, pregonaba Raymond Roussel, extravagante escritor francés de la primera mitad del siglo XX, precursor del surrealismo. Aunque hablaba de sí mismo con esa exaltación, fue un autor incomprendido por la mayoría y admirado por un grupo de artistas que le consideraban un descubridor de maravillas o un magnetizador. Esos admiradores fueron los surrealistas, relevantes artistas plásticos como Duchamp, Dalí, Max Ernst, Man Ray o Roberto Matta; filósofos (Michel Foucault) o escritores (Julio Cortázar), a quienes Roussel abrió nuevos horizontes. Este excéntrico personaje inspiró muchas de sus obras, como ha podido comprobarse recientemente en la exposición del museo Reina Sofía de Madrid titulada Locus Solus, igual que el libro ahora reeditado (Ed. Capitán Swing), que nos da pie para reconstruir la peripecia creativa del autor francés.

Rayrnond Roussel (París, 1877- Palermo, 1933) nació en el seno de una adinerada familia de la alta burguesía francesa. Educado en la música y la literatura, Roussel eligió pronto el camino de la poesía y lo hizo, como repetiría siempre, de un modo extremo, ya que se consideraba un ser excepcional destinado a alcanzar las más altas cotas. Así, mientras escribía La doublure, una extensa novela en verso, experimentó, según confesaba, “una sensación de gloria universal de una extraordinaria intensidad”. Pero la obra fracasó y solo obtuvo la burla de la sociedad parisina, lo que le llevó a recluirse en su mansión de Neuilly para seguir investigando. De la novela pasó al teatro esperando mejor acogida y así costeó los estrenos de Impresiones de África y L’ etoile au front, que fueron recibidas entre abucheos. Solo sus fieles surrealistas (Breton, Aragon, Éluard, Masson) le aplaudían como locos. Los artistas se reconocían en Roussel al que Louis Aragon llamó “presidente de la república de los sueños” y Cocteau, “el genio en estado puro”.

“Me siento seguro … hoy todo es nuevo”

Sin embargo, la desesperación por el rechazo del público le marcó y le llevó a la consulta del psiquiatra. La extraña sensibilidad, fobias o manías del escritor fueron conocidas por el testimonio de Charlotte Dufréne, amiga íntima (o amor platónico) de Roussel. Por ella se sabe que el escritor sufría a la vez fobia a la suciedad y horror a las cosas lavadas. Tenía por norma utilizar una sola vez los cuellos de las camisas; los tra¬jes, abrigos o sombreros quince veces y las corbatas solo tres. Era una obsesión, de modo que cuando estrenaba decía: “Me siento seguro … hoy todo es nuevo”. A ello se añadía la necesidad de ordenarlo todo igual que hacía con las palabras, lo que él llamaba reglomanía.

Le angustiaban tantas cosas que a Roussella vida se le hacía imposible. Admiraba a Víctor Hugo yJulio Verne, e incluso imitó a Phileas Fogg en la “vuelta al mundo en 80 días”, pero abandonó los viajes nocturnos en tren por temor a la oscuridad y los túneles. Devez en cuando odiaba la comida y se sumergía en ayunos que cortaba atiborrándose de pasteles. Muy llamativo era su temor a recibir ofensas en una conversación, por lo cual hablaba sin parar a su contertulio para que éste no le pudiera responder.

Al margen de la realidad

Pronto Rousselse situó al margen de la realidad, en el centro de su universo literario formado por juegos de palabras y combinaciones fonéticas. Por eso para leer Locus Solus hay que colocarse en la misma longitud de onda que su autor, lo cual no es sencillo. Escrita en 1914, está protagonizada por Martial Canterel, un rico cientifico que invita a unos amigos a recorrer su finca Locus Solus, un lugar fantástico lleno de inventos y artilugios imaginarios -máquinas solteras, un diamante lleno de agua en el que baila una joven, un gato sin pelo o la cabeza conservada de Danton … – extraños objetos que Cantarel enlaza con relatos.

Sin resignarse a un nuevo fracaso con esta novela, Roussella llevó al teatro, pero ni el acom-pañamiento del ballet ni los decorados la salvaron de las carcajadas del público y las malas críticas. El escritor se volcó así en viajes interminables aunque infructuosos ya que su único o bjetivo era crear un mundo ficticio, sin ninguna relación con lo que pasabaasu alrededor. Poco a poco, voluntariamente, abandonó la escritura y la vida. En 1932 se instaló en Palermo junto a Charlotte Dufréne. Allí se suicidó el 1 de julio de 1933. Tenía 56 anos.

Roussel dejó una obra literaria reservada a unos pocos, cuyos secretos y juegos de palabras fueron la semilla de algunas de las corrientes estéticas de la primera mitad del siglo xx. En Locus Solus, que se publica ahora acompañado de textos de Jean Cocteau, Michel Leiris, André Breton o MichelFoucault, entre otros, se reconstruye la trayectoria de este personaje singular que invirtió su fortuna en ali¬mentar una pasión creativa que fue toda su vida.

M’ Jesús Gandariasbeitia