La novela, o mejor dicho, la saga que robó el corazón a finales de los ochenta a cientos de miles de lectores nórdicos transcurre en una latitud nada escandinava. La conocida por trilogía de Mino, como así se llama su protagonista, Mino Aquiles Portoguesa, acaba de ser traducida al castellano treinta años después de la publicación original en noruego en 1989. Capitán Swing y Nórdica Libros coeditan Mengele Zoo, esta primera entrega de la serie creada por el escritor y activista Gert Nygardshaug.
Tan sugerente como insospechado, lo primero que atrapa de este volumen (cuyo pero es la tipografía demasiado pequeña) es su título, para el que hay una aclaración: mengele zoo es una expresión brasileña para cuando algo está fuera de control.
Y, aunque estamos ante un éxito de las letras nórdicas, el texto está salpicado de palabras portuguesas y españolas porque la acción transcurre en Brasil, en un lugar remoto de la selva amazónica. Animales, árboles, plantas tropicales de extraños y resonantes nombres y muchas mariposas. La atmósfera se desparrama como un tratado de entomología explicado a través de los ojos de un niño, Mino, o Minolito, que ayuda en la subsistencia de la familia capturando lepidópteros exóticos.
Pero no nos engañemos porque el entorno es violento y, sobre todo, violentado desde la primera página. Los zarpazos de realidad de los que es testigo el Mino niño, cuya familia y amigos son asesinados por los militares pagados por las petroleras, lo llevarán a convertirse en un adulto, líder del terrorista Grupo Mariposa, con el que, a pesar de sus decisiones, es difícil no empatizar. Mengele Zoo es un thriller que se puede englobar dentro del subgénero ecológico, que goza de un público fiel, también en las series y en el cine, en Escandinavia.
Los habitantes de la aldea pasan de gritar «¡El bosque es de nuestro pueblo!» a «¡El petróleo es nuestro, todo el petróleo es nuestro!», en una novela de acción salpicada de realismo mágico, exuberancia semántica y donde el mensaje que subyace es hoy muy actual: la degradación del medio ambiente. Todo esto en un escenario, el Amazonas, que por muy mencionado, es un desconocido que siempre asombra.
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