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El gigantesco fraude de Silicon Valley

Por El Mundo   ·  12.09.2019

Capitán Swing publica en castellano ‘Bad Blood’, el trabajo del periodista del ‘Wall Street Journal’ John Carreyrou que destapa la increíble estafa de Elizabeth Holmes, bautizada como la nueva Steve Jobs de la supuesta revolución sanitaria digital, que será llevada al cine.

La historia de Elizabeth Holmes es más asombrosa que Matrix, pero rigurosamente cierta. El oscarizado Alex Gibney la cuenta en un documental para HBO, estrenado en el último festival de Sundance: The Inventor: Out of Blood for Silicon Valley. Y, aunque increíble, también será una película de Adam McKay, interpretada por Jennifer Lawrence. Se trata de la adaptación del bestseller de no ficción del New York Times de 2019 Bad Blood (Ed. Knof), del periodista del Wall Street Journal ganador del Pulitzer en dos ocasiones John Carreyrou. 

Elizabeth Holmes era una brillante estudiante de Stanford, extraordinariamente persuasiva y dueña de un magnetismo irresistible que jamás parpadeaba, nacida el mismo año que Mark Zuckerberg. A los 19 deja los estudios para fundar su propia empresa, Theranos, que se convierte en la startup más prometedora de Silicon Valleyy ella, en la nueva Steve Jobs en versión millennial. Siempre viste de negro. Elizabeth acumula cientos de patentes y promete una revolución más grande que la de Bill Gates, una revolución sanitaria global. Si ella se lo cree o no, poco importa, porque la filosofía del Silicon Valley es «finge hasta lograrlo», explica Carreyrou. 

Un laboratorio portátil en cada casa, no más grande que una impresora, bautizado como Edison, que con una sola gota de sangre realiza en minutos más 200 pruebas diagnósticos. De la detección precoz del cáncer a la más remota dolencia aún latente. 

Se la ve junto a Clinton, figura en la lista Forbes y es portada de Fortune. Durante los años de Obama, Theranos tiene entre sus accionistas a pioneros de IBM, grandes capitalistas como Donal L. Lucas o Carlos Slim, personalidades como Henry Kissinger o el mismo Rupert Murdoch. En 2014 la empresa se cotizaba en más de 9.000 millones de dólares y nadie sabía qué hacían, ni ellos mismos, medio millar de empleados compartimentados en un búnker de secretismo, paranoia y confidencialidad. Cuando el periodista del Wall Street Journal destapa el pastel, Theranos había realizado miles de análisis, pero la máquina Edison era un fraude. La tecnología para esos tests sanguíneos lowcost no existía. Hoy de ese imperio no queda nada y Holmes se enfrenta a 11 cargos penales y a una pena prisión de 20 años.

Eso es lo que cuenta con pelos y señales John Carreyrou en Bad Blood, que Capitán Swing publica el próximo 16 de septiembre como Mala sangre. Secretos y mentiras de una startup de Silicon Valley con traducción de Begoña Valle Simón.

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