La escritora y activista publica en Capitan Swing un libro con respuestas a preguntas que todos nos hemos hecho alguna vez sobre la muerte.
La muerte se ha convertido en tabú. En una sociedad que esconde lo oscuro y donde todo lo apuesta a la felicidad, eso es lo que vende, y a la juventud, la muerte ha ido escondiéndose cada vez más. Ante eso, la escritora y activista americana, Caitlin Doughty, que además regenta una funeraria, ha decidido volcarse en divulgar algunas cuestiones en torno a la muerte que todos, en algún momento, nos hemos hecho o hemos pensado. En su libro ¿El gato se comerá mis ojos?, editado por Capitan Swing, expone más de una treintena de preguntas y da respuesta a todas ellas.
“Cuando era pequeña vivía aterrorizada ante la idea de la muerte. Creo que hubiera deseado que alguien me hubiera calmado diciéndome esto es lo que tienes que saber. Las preguntas que te haces sobre qué es morir y qué pasa con el cadáver no son raras, no son mórbidas, son cuestiones normales”, explica la autora sobre la idea detrás de este ensayo, que los niños asustados con la muerte, y también los adultos, no piensen que son bichos raros ante sus miedos.
Cuenta la autora que en su día a día recibía muchas preguntas de todo tipo de gente, pero asegura que las de los niños eran las mejores. Por ejemplo, “¿qué le pasaría al cuerpo de un astronauta si lo empujaran desde un transbordador espacial?, ¿se hace uno caca al morir?, ¿puede celebrar la abuela un funeral vikingo? Por eso se lanzó a escribir este ensayo, que más allá de la banalidad de su título, esconde reflexiones profundas sobre cómo aliviar el duelo y vivirlo de una manera más orgánica en sociedades donde la soledad y la tristeza están haciendo cada vez un daño mayor en los individuos. “Recibimos muchas preguntas buenas. Muchas son de niños que conocí en giras de otros libros o conferencias anteriores. La gente me envió preguntas y creo que simplemente lo que hice fue tratar de de encontrar un buen equilibrio y también responder aquellas que me interesan de verdad. Algunas sabía la respuesta, pero también hubo otras que tuve que investigar y eso fue muy realizador”.
El humor y el tono científico y divulgador, el mismo que la autora utiliza en su canal de YouTube, recorren todo el ensayo. “Haber respondido preguntas en YouTube durante años me dio las habilidades para caminar en la línea entre el humor y los hechos concretos sobre la muerte. Creo que he desarrollado la habilidad a lo largo de los años de evitar ser irrespetuosa, pero usar el humor. Es complicado hablar de cosas como la descomposición de un cadáver si no usas un lenguaje divertido, algo de ligereza también Y puedes combinar ciencia y cultura para que sea más fácil aceptar todo”.
Es ese el tono que utiliza en el ensayo que va dirigido a los niños. “Los niños sienten curiosidad por la muerte. Es algo natural. Luego, a medida que crecen, empiezan a darse cuenta de que es algo que genera reacciones extrañas en los adultos, que tienen mucho miedo a la muerte. Con esa actitud, lo que les están diciendo a los niños con su actitud, es que dejen de interesarse, que no se hagan preguntas. Los niños captan eso y, evidentemente, dejan de hacerse las preguntas”, relata el proceso en el que la muerte acaba convirtiéndose en un asunto tabú en las familias, como lo han sido otras cuestiones como el sexo. Es casi como que si no se nombra, no existe. Y eso sucede en las mejores familias. “La muerte no es sólo un proceso emocional. La muerte no se trata sólo de dolor. La muerte también se trata de cosas científicas muy reales que le suceden al cadáver después de su muerte”, recalca.
Esto es un problema, señala Doughty, porque hace que el duelo se viva en soldad y con más dolor del que ya por sí genera. “Si tienes a personas a las que se les permite realmente sentir su dolor de una manera honesta, incluso estar con el cadáver y experimentar la realidad de la muerte de una manera física, creo que eso hace que la experiencia del duelo cambie mucho. El dolor en esas situaciones nunca desaparece. Nunca dejas de llorar a alguien que realmente amaste, pero sales rápidamente de ese lugar de total tristeza y miedo, porque puedes expresar todas tus emociones”, nos cuenta la autora que convive con la muerte en su día a día y en cómo cada individuo lidia con el dolor y el duelo. “Se trata de que a nuestros niños y adultos se les permita expresar de manera segura las emociones y los temores que tienen en torno a la muerte, cuando alguien cercano muere. Y así pueden superar el dolor”, insiste.
Ese elemento de desconexión con la muerte no solo es culpa de las familias, también lo hemos visto en la televisión y en el cine. “Podemos ir a ver una película de terror donde mueren docenas de personas o podemos ver las noticias y ver hospitales bombardeados, imágenes horribles y, sin embargo, nunca tener una conversación dentro de nuestra propia familia sobre la muerte. Y creo que hay que estar procesando esas cosas. Tienes que tener una relación con la muerte para poder asimilar todos los mensajes que recibimos de nuestra cultura sobre la muerte y procesarlos de una manera saludable”.
Aunque todos nos hemos occidentalizado y vivimos la muerte en una sociedad de consumo cada vez más uniforme, hay culturas que entienden mejor y viven de una manera más útil el duelo. En su anterior libro, la escritora analizó varias de esas culturas y nos cuenta que, de todas, la mexicana es quizá una de las más sanas al respecto. “No se puede decir que una cultura lo haga mejor que otra, porque cada una tiene sus puntos positivos y negativos, pero sí es cierto que México es un bonito ejemplo de cómo enfrentarse a la muerte”, explica.
“El hecho de que las celebraciones del Día de los Muertos involucren a niños desde una edad muy temprana y que haya una especie de humor y una ligera alegría y burla en torno a la muerte es muy positivo. Es algo de lo que deberíamos aprender. En lugar de eso, lo que hacemos es creer que protegemos a nuestros niños teniéndoles al margen y evitando que vean eso. Pero no nos damos cuenta que los niños son como esponjas, son conscientes de todo, y ocultar la muerte puede hacerles más daño que si les exponemos a ella”.
La autora es, además, una activista por la muerte responsable medioambientalmente. Todo un fenómeno ahora mismo en Estados Unidos. En 2011 Doughty fundó el colectivo sin ánimo de lucro para la reforma funeraria The order of the good death, que dio origen al movimiento death positive, que busca, entre otras cosas, legalizar el compostaje humano o usar la cremación con agua en lugar de fuego, un proceso que se conoce como hidrólisis alcalina.
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