Hablamos con la directora Chloé Zhao y la periodista Jessica
Bruder, que retratan la vida de los nómadas que han hecho de la
precariedad su forma de vida en EEUU
Chloé Zhao y Jessica Bruder. Cineasta y periodista. China y estadounidense. Las dos, eso sí,
mujeres y, cada una a su manera, nómadas. La película Nomadland, de la primera, basada en el
ensayo periodístico de la segunda País nómada (Capitán Swing) les ha colocado de golpe en el
centro de todas las miradas y, apurando, de cada una de las revoluciones necesarias., El libro
publicado en 2017 fue un éxito de ventas y crítica; la cinta, que se estrena el próximo viernes en
las salas de cine, ganó el León de Oro en el Festival de Venecia y los Globos de Oro a mejor
película y mejor dirección. Ambos cuentan la historia de un grupo de gente que como Swankie,
Bob Wells y Linda May han convertido su vida trashumante en furgoneta de un lado al otro de la
inmensa Estados Unidos en, a la vez, una subcultura orgullosa y la prueba más sangrante del
colapso de una sociedad víctima de la desigualdad, los salarios cerca de la pobreza y el precio
inasumible de la vivienda. Ellos son parte de un ejército creciente de personas mayores (muchas
por encima de los 70 años) y trabajadores temporeros que ejemplifican por igual el gran sueño
americano y su peor pesadilla., «Sus historias son conmovedoras, trágicas y siempre tristes. Pero
no han perdido su orgullo, su dignidad y su deseo de vivir. Si conversas con ellos durante un
tiempo, en algún momento hablas de las cosas importantes: de las rocas, la hierba, el amanecer»,
comenta Zhao con la idea de ilustrar el que quiere ser el espíritu de la película que se estrena el
próximo viernes y que ya es, además de la producción de la temporada, la indudable favorita en
los Oscar. En ella, la actriz Frances McDormand da vida a una viuda que, tras el colapso de la
empresa de la que vivía su familia y el pueblo entero (Empire), se arroja a la carretera. A su lado,
le dan la réplica los personajes reales que protagonizan el reportaje periodístico modélico de
Bruder. Es ficción con la misma evidencia que realidad. Y al revés. Durante más de tres años de
trabajo y a lo largo de más de 15.000 kilómetros, la reportera en su propia furgoneta de nombre
Van Halen dibuja la mejor panorámica de una sociedad entera desde una de sus esquinas. «La
gente que aparece en mi libro pelea por no ser considerada una víctima. Y tienen claro que lo suyo
es una forma de vida y, por tanto, una elección. Eso dicen porque eso creen. Pero todos ellos, sin
ahorros, viven a una rotura de motor de ser homeless», aclara Bruder., Entre el texto escrito y la
película la diferencia descansa no tanto en la precisión del detalle, que también, como en el
género empleado y, si se quiere, la profundidad de la herida. Lo que en Zhao quiere ser lírica que
discurre por dentro; en Bruder es más bien épica atenta sobre todo a la capacidad del rigor para
desarmar ejércitos de lugares comunes y mentiras aprendidas. Las dos son dos narraciones
profundamente humanistas que convierten la odisea de sus protagonistas en seres para la lucidez
y hasta la leyenda. «Nunca fue mi intención hacer una película política en su sentido más
combativo», comenta la directora. Y sigue: «Al contrario, siempre me vi a mí misma como portavoz
de estas personas. Queríamos mostrar su sentido de comunidad quizá hoy perdido. Mi esperanza
es que mis películas ayuden a la gente a recordar cuánto tienen en común. Eso es más importante
que las pequeñas cosas que nos separan. Me sorprendió mucho cuando estaba filmando que
todos discutían sobre cómo construir un baño en la furgoneta. No importa si se es pobre o rico, no
importa la convicción política o el color de piel, una discusión sobre cómo ir al baño nos une a
todos. No es política, es supervivencia»., Del mismo modo, la palabra política no aparece en el
léxico de Bruder. O no en su acepción más grosera. «Prefiero hablar de datos, no de proclamas.
Lo cierto es que la población sin hogar, la población anciana sin hogar, se triplicará en los
próximos 10 años, y parte del problema es que la gente envejece en la sombra, sin que se vea.
Estamos obsesionados con la juventud y la celebridad y eso hace en parte que las personas se
vuelven desechables. Las tiramos después de una fecha determinada, caducan. Es realmente
aterrador. Nos hemos convertido en una sociedad de mercado y no sólo en una economía de
mercado. Sí, una economía es una gran herramienta, pero es un maestro terrible, como ha dicho
Robert Reich. Y éste es un gran problema», dice con una claridad cruel que rima a la perfección
con la ternura firme de su prosa., Cuenta Zhao, que aunque sólo haya vivido en tres países (la
China en la que nació, el Reino Unido en el que se formó y los Estados Unidos donde se hizo
cineasta) se siente un poco nómada. «Cuando vivía en Beijing soñaba con escapar a la estepa de
Mongolia y ahora que vivo en Nueva York todo mi deseo es huir a Dakota del Sur», comenta. De
ahí su obsesión quizá por los personajes obligados a nacer de nuevo. Eso le ocurría al vaquero
herido de The rider y eso le vuelve a suceder a Fern (Frances) y a todos sus compañeros. «No
entiendo la vida de otra manera que como una búsqueda. Alguien que ya viejo y es capaz de
inventarse una nueva vida me parece fascinante». Bruder, obviamente, fue la puerta de entrada
para la directora a este mundo. «Lo más sorprendente y gratificante», recuerda la escritora, «es
que todo ocurrió sin que nadie buscara nada. Escribí un reportaje para Harpers, una publicación
para la que no había escrito antes. Luego se convirtió en una historia de portada y eso me llevó al
libro… Que todo acabe en una película que aspira al Oscar es parte del encanto imprevisible y
nómada de la propia historia»., Sea como sea, el irresistible encanto de Nomadland como
concepto antes que como libro, película u objeto estrella en la plataforma que sea, tiene que ver
por su capacidad para reinventar y reescribir los relatos de siempre, los de la tribu, cualquiera de
ellas. Swankie recorre con su kayak los ríos de Alaska y en su empeño ligeramente suicida
recupera intacto el sentido mismo de la aventura de los pioneros. Bob Wells dedica la vida entera
a organizar el conocido como Rupper Tramp Rendezvous donde se juntan en Quartzsite, Arizona,
los nómadas del país entero y en su afán abnegado de ayuda con sus vídeos de YouTube vive
puro un comunismo primigenio que igual llama a las primeras comunidades cristianas que a la
posibilidad cierta de la Utopia. Y Linda May se esfuerza a sus 65 años en la construcción de una
casa perfectamente sostenible y en su sueño (eso es) se adivina el empuje de los gestos
desesperados y completamente necesarios. Los tres son personajes centrales y perfectos actores
de sí mismos. Todo recuerda al western de siempre con la misma evidencia que a Las uvas de la
ira: la aventura, la comunidad y lo digno., En definitiva, y en mitad de la desolación de la crisis, lo
que se ve es la posibilidad, quizá la última, de redención. «Estoy convencida», reflexiona Zhao,
«de que la naturaleza que hemos desterrado de nuestras vidas tiene un poder curativo. Hoy, y
después de hacer esta película, soy adicta a ella. De hecho, si me tengo que quedar con la mejor
interpretación en Nomadland, y están todos muy bien, me quedo con la del Sol [se ríe]. Es la
actriz, puesto que es mujer, más importante. Todo el esfuerzo consistió en capturar como es
debido eso que llamábamos la luz de Dios al atardecer»., Bruder, que como decíamos es más de
épica que de lírica, quiere pensar, ahora que la película ya está concluida y hasta goza de una
fama debidamente universal, en lo que vendrá después. «La cuestión es que cuando tienes una
cierta cantidad de personas viviendo en la carretera, pueden hacerlo de manera más o menos
clandestina. Hay margen para la aventura. Pero la crisis del Covid no ha hecho más que empeorar
las cosas y en este momento tienes masas de gente viviendo así en un país en el que muchas
ciudades legislan para hacer ilegal dormir en un vehículo. Cada vez más personas tienen trabajos
temporales y no pueden pagar una vivienda. Y simplemente se instalan en vehículos estacionados
al lado del trabajo», dice, se toma un segundo y concluye: «Lo que se discute es el modelo de
sociedad. El crecimiento por el crecimiento es la ideología del cáncer». Jessica y Chloé., Frances
McDormand en ‘Nomadland’., Frances McDormand y David Strathaim en ‘Nomadland’., Jessica
Bruder en el momento de realizar el reportaje de ‘País nómada’., Linda May con su caravana.
El fenómeno Nomadland: condenados a vivir en la carretera
Por El Mundo · 20.03.2021