Desde que la legendaria Los Soprano apareció en la televisión estadounidense, ninguna serie había conocido el alcance como fenómeno sociocultural que posee Mad Men. Será porque comparten creador: Mathew Weisner. No hay escaparate en que no se luzcan modelos inspirados en la época en que se sitúa la acción, ni cena de amigos en la que no salgan las idas y venidas de sus protagonistas.

Son unos ejecutivos de publicidad que buscan el éxito a cualquier precio, machistas, disimuladamente racistas y abiertamente conservadores, que muestran que aquellos felices días a caballo entre las décadas de los 50 y los 60 en Norteamérica no eran tan risueños como en las películas de Doris Day. Don Draper -Jon Hamm, moderno sex symbol y ganador de un Globo de Oro por su papel-, es ya un icono para espectadoras de toda condición, que parecen perdonrale que sea un persistente infiel y se haga líos con la incorporación de la mujer a puestos de responsabilidad, aunque aparentemente la fomente.

Estas y otras contradicciónes son motivo de análisis en el ligro Guía de Mad Men, reyes de la avenidad Madison (Editorial Capitán Swing Libros), en que varios autores reflexionan sobre el fenómeno. Incluye una guía de episodios, biografías de los intérpretes y apéndices curioso (Cómo dar una fiesta digna de Mad Men). Coincide con el estreno de la cuarta temporada de la serie en España.

J.L. Álvarez