En ‘Los hombres me explican cosas’ Rebecca Solnit desmonta la postura arrogante de ellos: “Han pisoteado a muchas mujeres”.
Los hombres me explican cosas (Capitán Swing) es un libro feminista escrito por una mujer para otras mujeres, que deben leer los hombres. Es el ensayo feminista que pondrá de los nervios a los hombres, incluso a los que no se den por aludidos en la arrogancia con la que el género masculino trata al femenino. “Los hombres me explican cosas, a mí y a otras mujeres, independientemente de que sepan o no de qué están hablando. Algunos hombres”, escribe. Rebecca Solnit apela a su propia experiencia para declarar que asistimos a “una guerra a la que se enfrentan las mujeres cada día”. Una guerra que invita al silencio de ellas: el hombre pontifica, la mujer calla y traga.
Solnit (Connecticut, EEUU, 1961) -primera mujer con columna fija en el Harper’s Magazine y autora de libros sobre arte, medio ambiente y política- cuenta que la batalla contra los Hombres Que Explican Cosas “ha pisoteado a muchas mujeres”. A las de su generación, las de la siguiente y a las anteriores a ellas que no eran admitidas en “el laboratorio o en la biblioteca o en la conversación o en la revolución o, incluso, en la categoría llamada humana”.
La arrogancia del hombre mantiene a la mujer lejos de expresar lo que piensa y de ser escuchada cuando se atreve a hacerlo. “Es la que nos educa en la inseguridad y en la autolimitación de la misma manera que ejercita el infundado exceso de confianza de los hombres”. Solnit recuerda los encontronazos que ha tenido con “ignorantes totales de la cosa” y la facilidad que tienen para polemizar. ¿Resultado? “Ningún hombre se ha disculpado nunca por explicarme erróneamente cosas que yo sabía y ellos no”.
Las mujeres empezaron a ser consideradas seres humanos a mediados de los años sesenta, cuando las violaciones, los abusos sexuales y los acosos empezaron a abordarse jurídicamente. Pocas mujeres tienen el apoyo que su estatus como escritora le garantiza, reconoce, por lo que cree que a millones de mujeres ahí afuera se les está diciendo “que no son testigos fiables de sus propias vidas, que la verdad no es algo que les pertenezca, ni ahora ni nunca”.
Solnit se puso a escribir sus experiencias como mujer arrollada por la arrogancia una mañana y lo terminó en unas horas. El ensayo se publicó en 2008 en formato digital y arrasó con rapidez. No ha dejado de circular, reenviarse, compartirse y comentarse. “Tocó la fibra sensible. Y puso de los nervios”. Fruto del libro apareció una página web titulada Los hombres académicos me explican cosas, donde las mujeres tratadas con condescendencia y minusvaloradas dejaron sus experiencias.
A raíz de este libro se acuñó el término “mansplaining”, que fue declarada una de las palabras del año en 2012 por el New York Times y su uso se extendió en publicaciones políticas. Surge de la contracción en inglés de la palabra man (hombre) y del verbo to explain (explicar). Desde su creación se hizo muy popular al considerarse un término necesario para definir un concepto antiguo y una experiencia frecuente.
Y la palabra también llegó al Diccionario Oxford: “Dícese de la actitud (de un hombre) que explica (algo) a alguien, normalmente una mujer, de un modo considerado, condescendiente o paternalista”. Por supuesto, los medios de comunicación y los periodistas deben asumir su responsabilidad para enterrar esta conducta.
Por si no ha quedado claro, ¿qué es el feminismo? “Un esfuerzo para cambiar algo muy antiguo, muy extendido, y profundamente enraizado en muchas de las culturas de nuestro mundo, en innumerables instituciones y en la mayor parte de los hogares de la Tierra, y en nuestras mentes, que es donde todo empieza y todo acaba”. Solnit asegura que se han transformado muchas cosas en las últimas cuatro o cinco décadas, pero que todo no haya cambiado definitivamente no es una señal de fracaso. Por ejemplo, las feministas han logrado que la violencia doméstica, un asunto invisible y sin castigo, se exponga y sea una lacra a erradicar.
Y AL FINAL, MUERE
En el extremo de esa conducta de ellos que limitan el espacio para hablar, para ser escuchadas, para tener derechos y participar, para ser respetadas, aparece el asesinato. Solnit aclara que la violencia doméstica no es un asunto aislado de la violación, el asesinato, el acoso y la intimidación en las redes, en casa, en el lugar de trabajo y en las aulas.
“El asesinato es la versión extrema de este autoritarismo, la versión en la que el asesino asevera su derecho a decidir si vives o mueres, el medio definitivo de controlar a alguien”. La obediencia no garantiza la supervivencia. De hecho, las mujeres entre los 15 y los 44 años tienen más posibilidades de morir debido a la violencia machista que al cáncer, explica el doble Pulitzer Nicholas D. Kristof.
Entre las formas de control de la mujer a las que se refiere la autora es el burka, con el que las mujeres pasan a ser inexistentes. “Los burkas hacen desaparecer literalmente a las personas”, escribe, porque son un muro de privacidad, el marcador de la mujer de un hombre. El burka es una parte más de la “arquitectura del confinamiento” con la que se sojuzga las libertades de ellas.
En Los hombres me explican cosas se repasa noticias y actitudes que demuestran cómo las mujeres tienen miedo todo el tiempo a ser violadas y asesinadas. “Puede que sea más importante habla de esto que el proteger las zonas de confort de los hombres”. La carrera de Solnit es una pelea contra el negacionismo (del cambio climático y de que el machismo mata), que ha hecho cumbre con esta colección de breves ensayos que descubren cómo un hombre actúa en la creencia de que no tienes derecho a hablar.
Pueden cortarte durante una conversación en la cena, en una conferencia, también que te manden callar, que te amenacen si se te ocurre abrir la boca o darte una paliza por hablar, asesinarte para silenciarte para siempre. Y puede ser tu marido, tu padre, tu jefe, tu editor, un desconocido o un tipo al que nunca habías visto antes. “Allí está él para decirte que no tienes derechos”. Rebecca Solnit tiene un mensaje de esperanza en medio de la guerra. A pesar de que el feminismo despierta reacciones salvajes de rabia, “el mundo ha cambiado profundamente y necesita cambiar mucho más”. El luto no lo va a detener.
Autor del artículo: Peio H. Riaño
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