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El dedo de Luna Miguel

Por Vein  ·  16.03.2016

El dedo. Breves apuntes sobre la masturbación femenina (Capitán Swing), el nuevo libro de Luna Miguel, mezcla poesía, entrevistas, ensayo y algo de ficción. Entre sus páginas siempre están presentes los dedos, ya sean aquellos que dan placer, los que se meten en las llagas de la sociedad o, por el contrario, actúan como censores sobre un tema que, para muchos, sigue siendo sospechosamente incómodo.

A la izquierda o a la derecha, arriba o abajo, en el sentido de las agujas del reloj o al contrario, con el corazón o el índice, introduciéndolo o sólo friccionando, por encima de las bragas o tocando directamente la piel… las formas que tenemos para darnos placer a nosotras mismas son casi infinitas, tantas como mujeres. Así lo aprendimos muchas en El Informe Hite (1976), uno de los primeros estudios que mostraba la sexualidad femenina como algo complejo y que no era, como muchos hacían creer, “una respuesta a la sexualidad masculina y al coito”.

“Para las mujeres, además, tener un coño era como tener a un animal desconocido en el centro de su anatomía. Y el placer, sin la ayuda del hombre, les estaba terminantemente prohibido. No es extraño que hasta inicios del siglo xx aún se creyera que una mujer no podía llegar al orgasmo sin la penetración de su compañero sexual”. El dedo, Luna Miguel

Hoy, 40 años después, la idea del placer femenino (autónomo o no) sigue siendo rechazada por muchos. Así lo ha manifestado el hecho de que Luna Miguel anunciase en su cuenta de facebook el lanzamiento del libro, alguien lo denunciara por considerarlo ofensivo y la red social, cumpliendo con sus normas comunitarias, terminara por cerrarle la cuenta. Este bloqueo, de nuevo ha servido para poner en evidencia la calidad de esa supuesta libertad de expresión de la que, en teoría, disfrutamos.

Luna Miguel (1990) arranca el libro describiendo lo vergonzosa que era para las jóvenes de su generación la masturbación femenina, lo incómodos que resultaban los chascarrillos de los chicos sobre aquello que llamaban hacerse “un dedillo” y cómo lo vivía ella en primera persona. Recuerdo que cuando yo iba al instituto (y Luna todavía era un bebé), mi profesora de filosofía nos contó, como quien narra una historia sorprendente y fantástica, que siendo ella una niña le habían dicho que tocarse “ahí” era pecado. A mí la historia no me resultó tan ajena. Nunca había oído que tocarse fuera algo “sucio”, pero sí que lo había sentido y asumido así desde siempre.

Al igual que la sexóloga Betty Dodson a la que Luna Miguel toma como referencia en su libro, muchas pensaron y pensamos que la masturbación femenina a estas alturas estaría más que normalizada, pero comprobamos que todavía es tabú. El dedo. Breves apuntes sobre la masturbación femenina pone de manifiesto que la reprobación sigue estando operativa. Por eso mismo, a pesar del espacio que ocupa ahora el feminismo en la agenda mediática, este libro será de gran utilidad para las chicas más jóvenes que tengan que enfrentarse a las incomodidades que todavía conlleva el hecho de proporcionarse placer.

En estos tiempos en los que se habla tanto de la vida sexual de las mujeres y que parece que está todo dicho, acercarse a El dedo es encontrar algo de luz en medio de un mar de titulares sonoros que se repiten una y otra vez, pero que, a menudo, no ofrecen información práctica. Al leer entre sus páginas descubres que queda mucho por decir y que, para ello, hay que ser valiente y bucear en la historia íntima de cada una de nosotras, en este caso en la de Luna Miguel, que con su palabra ayuda a contar parte de la intrahistoria, poniendo en evidencia que la masturbación femenina (y sus negación) sigue siendo una cuestión política porque es parte del ideario patriarcal el que este tema siga siendo tabú.

Precisamente ha sido parte de esta eterna campaña el tratar de silenciar esta publicación. Y quizá su autora haya podido sentirse asustada y apabullada ante tanto ruido ensordecedor que restase sonido a sus propia voz. Pero lo cierto es que la capacidad de difusión que ofrece internet es incontestable e intentar hacer desaparecer todo aquello que no subraye el monopolio androcéntrico, cada vez es más complicado. Es más, sus herramientas censoras han funcionado como la mejor propaganda para que la imagen de la masturbación femenina circule por la red como la pólvora.

Además de como arma política, Luna Miguel muestra la estimulación del cuerpo femenino como alivio contra la tristeza, como un truco para no llorar, y nos habla de algunas poetas como Anne Sexton, Gabby Bess, Maite Dono o Laura Rosal que dedican sus versos a un masaje que es consuelo ante el dolor y, por encima de todo, fuente de placer.

“La literatura está llena de manos húmedas. Una humedad que va más allá de lo sexual, y con la que las poetas masajean ese dolor que invade otros de sus órganos, como pueden ser el cerebro y el corazón. Dedo a dedo, imagen a imagen, metáfora a metáfora, hasta encontrar el equilibrio. La sacudida. La pequeña felicidad.” El dedo, Luna Miguel

Autora del artículo: Marisa Fatas

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