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El cotilleo nos distingue como especie y Will Storr te dice cómo convertirlo en superventas

Por El Periódico de España  ·  13.05.2022

Un divorcio inquieta al mundo. Un actor de Hollywood se separa y hay acusaciones cruzadas de violencia y otras historias un tanto turbias. Los periodistas acuden a las sesiones judiciales y se escriben crónicas en decenas de países en medios generalistas. Seguro que sin decir los nombres es fácil adivinar quiénes son. ¿Por qué nos importan tanto este tipo de historias? ¿Quiénes son esta gente? ¿Son buenas o malas personas? ¿Quién de los dos tiene razón? En estas preguntas, y en el interés en esta historia, está la clave de nuestra existencia como especie, sostiene el periodista y escritor británico Will Storr. “Las personas estamos obsesionadas con la información social, y especialmente, con la información moral. Necesitamos saber si Johnny Depp es un héroe o no, si Amber Heard es una víctima o no lo es. Esta es la clave de la narración, es el fundamento real de contar historias. Da lo mismo que sea de Charles Dickens, Shakespeare o quien sea, estas son las cosas que nos interesan”.

¿Y esto por qué? ¿Podemos admitir que somos todos unos cotillas de una vez? Es básicamente lo que sostiene Storr en su libro La ciencia de contar historiasPor qué las historias nos hacen humanos y cómo contarlas mejor, publicado en España recientemente por la editorial Capitán Swing. El libro parte de la base de que somos la única especie animal consciente de que su existencia no tiene sentido y, por lo tanto, para poder levantarnos cada mañana, necesitamos contarnos historias que nos hagan olvidar este hecho.PUBLICIDAD

Will Storr es periodista, y ha trabajado en medios británicos como la BBC, The ObserverSunday TelegraphThe Sunday Times o The Guardian. Hace alrededor de diez años quiso conocer qué ocurre en la mente de esas personas que creen en cosas negadas por la ciencia y su investigación concluyó en un libro titulado The Heretics: Adventures with the Enemies of the Science (Los herejes: aventuras con los enemigos de la ciencia). “Aquel libro era una investigación sobre por qué gente inteligente cree en cosas locas“, explica Storr, que atiende a EL PERIÓDICO DE ESPAÑA desde su hogar en Londres por videoconferencia. “Y realmente la respuesta que encontré es que el cerebro no es una máquina para encontrar la verdad. De hecho, realmente no le importa demasiado la verdad. Lo que quiere es mantenernos seguros, mantenernos vivos, mantenernos procreando y alcanzando logros. Y para hacerlo, nos cuenta historias”. Estas afirmaciones, que parten de las conclusiones de diferentes investigaciones científicas, fueron el punto de partida que, en esta nueva obra, ha querido ampliar. “A partir de esta idea de que el cerebro es un contador de historias, me interesó, dado que me dedico a escribirlas, profundizar en las claves de su funcionamiento para que me ayudaran en mi propio trabajo”

En La ciencia de contar historias, Will Storr explica cómo, desde la prehistoria, los humanos necesitamos de la tribu para sobrevivir a las amenazas externas. Y, para poder pertenecer al grupo, a la tribu, es esencial la información: de los otros miembros de la tribu, de los que son excluidos y qué normas rigen en la tribu o excluyen de ella. Por eso, los más ancianos de la familia contaban historias de héroes y villanos a los más pequeños, y a través de sus aventuras, iban conformando el ecosistema moral en el que navegar para mantenerse a salvo: los valores, las actitudes reprobables, las costumbres y todo lo demás.

El periodista y escritor británico Will Storr./CAPITÁN SWING

UN LIBRO PARA LA SUPERVIVENCIA DE LA RELIGIÓN

Storr menciona, por ejemplo, la escritura de la Torá, el libro sagrado de los judíos. Y cuenta cómo su escritura sirvió para mantener vivas las tradiciones, los usos y costumbres, los valores y mantener así la cohesión interna del grupo y la supervivencia del grupo durante el largo éxodo del pueblo expulsado de Jerusalén. Esto mismo puede aplicarse a cualquiera de las religiones llamadas “del libro” (Cristianismo e Islam, además del Judaísmo). “Cualquier religión que sigas, cuenta una historia que dice esencialmente que tu vida tiene sentido. Y te dice cómo debes comportarte para convertirte en un héroe dentro de esa religión. Necesitamos esas historias, dotan de significado las vidas de las personas y son funcionales, así que yo, que no soy una persona religiosa, las veo como algo positivo”.

La cara oscura de esto, obviamente, está en que esas historias, dado que contienen un código de valores, sirven tanto para mantener la cohesión interna como para expulsar a quienes no lo siguen. Son excluyentes, y pueden llegar a ser incluso peligrosos si se toman de manera muy literal. “Las historias nos hacen formar grupos a través de una serie de instrucciones dadas, pero de manera casi paradójica, rechazan a los que quedan fuera y, cuanto más cohesionado el grupo, más estrechas las normas, más exhaustivos son sus miembros con su vigilancia, hasta que llegas a las sectas”.PUBLICIDAD

En relación con esto, además, está la posibilidad de ver el mundo con los ojos de alguien que no tiene absolutamente nada en común con el lector, y por tanto, entender a los que pertenecen a un grupo diferente del tuyo. El desarrollo de la novela, en el siglo XIX por ejemplo, con grandes historias sociales y cómo esas sociedades afectaban a la vida de los individuos, contribuyó al nacimiento de los derechos humanos tal y como se entienden en Occidente. “Cuando la novela comenzó a desarrollarse como género literario, se empezó a escribir historias sobre el punto de vista de otra gente. Esto nos permitió entrar en la mente de personas que estaban consideradas como casi no humanas, y fue un cambio cultural radical”.

¿Y cómo se articulan esas historias que contienen reglas y valores morales? Las historias que nos interesan, que más nos enganchan y que se han convertido en las grandes historias universales tienen dos elementos clave: el héroe y su estatus. El protagonista y el lugar que ocupa en el grupo social en el que se desenvuelve. Cuenta Storr en su libro que todos somos los protagonistas de nuestra propia vida, a la que vemos como la travesía del héroe, y por eso empatizamos con ese personaje que, a través de las vivencias que atraviesa, nos muestra un código de normas que organiza al grupo social al que pertenece. Las historias que se articulan en torno a las peripecias de un personaje son las que mejor funcionan.

Respecto al estatus, la psicología evolutiva muestra que tenemos dos ambiciones en la vida: la primera es ser aceptados por el grupo, formar parte de él y, por tanto, llevarnos bien con el resto de sus componentes, esto es, cumplir las normas. Pero hay otro elemento clave para la supervivencia: dominar a los demás, esto es, tener el mejor estatus posible dentro del grupo, ser el mejor. “El cerebro tiene dos partes: la parte consciente y el subconsciente. La experiencia consciente de vida es una historia: somos un héroe, pero hay villanos, aliados, somos personas con altos valores morales haciendo cosas con altos valores morales. Pero el subconsciente está menos interesado en la moralidad. Está más interesado en cuestiones como el estatus, y los motivos tienen que ver con que hemos evolucionado por más de cientos de miles de generaciones que han demostrado que cuanto mejor estatus tenemos en el grupo, vivimos con mejores condiciones de vida. Lo hacemos de manera inconsciente, es una regla de nuestro subconsciente, como las polillas tienen la de ir hacia la luz”.

NARRADORES EN YOUTUBE

A partir de esta regla, son los cambios en el estatus de los personajes en las historias lo que nos engancha y nos hace empatizar con unos y aborrecer a otros. Los cambios de estatus y el estatus del que parten los personajes es lo que nos despierta y mantiene el interés. “En el fondo, el origen de la narrativa está en el cotilleo. El cotilleo tribal. Los cotilleos contienen información valiosa sobre quién tenemos que ser y cómo tenemos que comportarnos para mejorar nuestro estatus y evitar ser vistos como enemigos y ser expulsados del grupo. Básicamente, estamos programados para estar interesados en la información social, en la vida de otras personas”. Y esto ocurría en los tiempos de Charles Dickens, pero también en la era de Youtube. “Obviamente, lo que hacen los youtubers es menos artístico, pero tienen en común que son historias periódicas, que van creando expectación y que la gente conecta cada tanto tiempo para seguirlas”.

Storr menciona, como ejemplo, que dentro de Youtube hay un subgénero de youtubers que hacen mini documentales sobre otros youtubers, que pretenden desenmascararlos porque supuestamente están engañando a sus seguidores. “Hay un tipo en Youtube que básicamente se dedica a comer comida basura llamado Nikocado Avocado. Es muy diviertido, un intérprete con talento, me hace reir a menudo. Pero alguien ha hecho un documental en Youtube de cuatro horas y medias sobre este tipo, cuatro horas y media, que tiene millones de visualizaciones. Millones de personas han visto cuatro horas y media de documental sobre un tipo que come comida basura delante de la cámara. Ese es el nivel de obsesión que tenemos en términos de cotilleo, historias sobre otra gente que necesitamos saber si son buenos o malos”, cuenta el escritor.

Todas estas reflexiones están contenidas y documentadas en La ciencia de contar historias que, además, incluye un apéndice con los elementos clave, cómo utilizarlos y algunos ejemplos prácticos para quienes deseen escribir una historia que tenga éxito. No solamente se basa en investigaciones científicas, en el análisis de las grandes obras que han triunfado en la historia o en el trabajo previo que han hecho otros escritores tratando de descifrar lo que funciona y lo que no en una historia, sino también en el big data. Storr menciona que un algoritmo creado por la directora editorial Jodie Archer y el Laboratorio Literario de la Universidad de Stanford logró predecir un éxito de ventas de The New York Times con una precisión del 80%. El tema más recurrente e importante común a los éxitos de ventas fue la cercanía y la empatía. “Lo mejor de las narraciones es que nos ha permitido ver el mundo desde diferentes perspectivas. Somos esencialmente seres humanos luchando con los mismos problemas humanos, te permite ponerte en el lugar del otro y entender que quizás cosas que para ti no tienen importancia, la pueden tener para otros”.https://www.youtube.com/embed/P2CVIGuRg4E?enablejsapi=1&origin=https%3A%2F%2Fwww.epe.es

Escritor de ‘bestsellers’ para otros

Dado que Will Storr tiene las claves -biológicas y sociales- sobre las historias que gustan a todo el mundo, sería absurdo que no las usara para escribir él mismo un súperventas tras otro. Los libros que firma lo son, y ya lleva algunos, además de La ciencia de contar historias. Pero además, en su web se anuncia como escritor en la sombra disponible para todos aquellos que quieren contar una historia pero no son capaces de hacerlo por sí mismos y quieren firmar su obra, como aquella periodista reina de las mañanas cuya verdad quedó al descubierto en algún momento. “Bueno, justamente por ser libros escritos en la sombra no puedo hablar mucho de ellos”, confiesa con una sonrisa. “Pero me interesa, sobre todo, contar la historia de gente con la que me gustaría irme de cañas”.

Uno de esos libros cuenta la historia de una celebridad de la televisión británica, Ant Middleton, un veterano en la guerra de Afganistán. “Es un individuo fascinante. Me gusta mucho escribir autobiografías, las memorias de alguien, porque es un reto importante. Por supuesto utilizo las técnicas que describo en el libro”, explica. Su proyecto de escritor en la sombra más reciente es un encargo del arquitecto británico Thomas Heatherwick, que básicamente quería, con su libro, responder a la pregunta de por qué es tan horrible la arquitectura moderna. “Hemos trabajado en el libro tres años. El libro arranca en el modernismo, en el Barcelona de Gaudí, porque lo que le impulsó a ser arquitecto fue ver una imagen de la Casa Milá en un libro cuando tenía 18 años, que le voló la cabeza”.

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