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El blues de los agujeros negros

Por Hablando de Ciencia  ·  03.09.2021

Los agujeros negros son oscuros, es su esencia. Cuando colisionan entre sí, lo hacen sin iluminación. Sin embargo, esta colisión es el evento más poderoso desde el origen del universo. La profusión de energía emana como ondas en forma de espacio-tiempo: ondas gravitacionales. Ningún telescopio puede registrarlo, la única evidencia sería la resonancia sonora del espacio-tiempo. En 1916, Einstein predijo la existencia de las ondas gravitacionales. Un siglo después, estamos grabando los primeros sonidos del espacio, evidencia de la existencia de estas ondas, causadas por la colisión de dos agujeros negros: la banda sonora de la película muda de la astronomía.

En su libro, Levin relata la fascinante historia de las obsesiones y aspiraciones de los científicos que se embarcaron en la ardua tarea de capturar estas esquivas ondas durante cincuenta años. Una ambición que comenzó como un divertido experimento mental y se convirtió en la obsesión de los arquitectos originales de la idea: Rai Weiss, Kip Thorne y Ron Drever. Los tres reunieron un equipo internacional de cientos de científicos. Cinco décadas después de soñar el experimento, el equipo se afana por interceptar un sonido con dos colosales máquinas, con la esperanza de tener éxito a tiempo para el centenario de la idea más radical de Einstein.

RESEÑA

Justo un siglo después de que Albert Einstein predijese la existencia de las ondas gravitacionales a partir de su teoría de la relatividad general, la colaboración LIGO anunció en 2016 la detección directa de estas elusivas ondas. Fue un hito en la historia de la ciencia, al que contribuyeron centenares de investigadores desarrollando la tecnología necesaria durante los últimos cincuenta años. Una tecnología capaz de captar «una perturbación menor que el equivalente al grosor de un pelo humano respecto a 100.000 millones de veces la circunferencia de la Tierra».

Algunos de esos investigadores son los protagonistas del libro que hoy nos ocupa, El blues de los agujeros negros, escrito por la física estadounidense Janna Levin. Un libro muy recomendable que, conviene recordar, la autora terminó de escribir en septiembre de 2015, apenas unos meses antes de que se anunciara públicamente la detección de las primeras ondas gravitacionales. (En realidad el descubrimiento se realizó ese mismo mes de septiembre, pero necesitaron hasta febrero de 2016 para analizar minuciosamente los datos y confirmar el resultado.) Gracias a la editorial Capitán Swing ya podemos disfrutar de su lectura en español.

Lo primero que hay que decir es que se trata de un libro que llama la atención por su tono periodístico. Escrito en primera persona, la principal fuente son las entrevistas realizadas por la propia autora a los protagonistas, algo poco habitual en el mundo de la divulgación científica. Por otro lado, el libro se centra en el lado humano de los científicos del proyecto, con sus sueños y aspiraciones, pero también con sus desavenencias y polémicas. Esto relega a la ciencia a un segundo plano, algo que puede sorprender si se tiene en cuenta que la autora es física teórica.  Reconozco que en algunos momentos he echado de menos que se profundice en la parte puramente científica. Pero, en conjunto, el libro se lee muy bien y he disfrutado enormemente de su lectura.

Janna Levin es cosmóloga teórica y profesora asociada de Física y Astronomía en el Barnard College. Gran parte de su trabajo trata de buscar evidencias que respalden la propuesta de que nuestro universo podría tener un tamaño finito debido a que tiene una topología no trivial. También trabaja en los agujeros negros y en la teoría del caos. Además, es la directora de ciencia en el Pioneer Works. Levin es la autora del popular libro de ciencias How the Universe Got Its Spots: Diary of a Finite Time in a Finite Space. En 2006, publicó A Madman Dreams of Turing Machines, una novela que relata las vidas y las muertes de Kurt Gödel y de Alan Turing, que ganó el Premio PEN/Bingham. Levin ha escrito ensayos para acompañar exposiciones en varias galerías británicas. Apareció en Talk of the Nation en julio de 2002; como invitada en el show de Stephen Colbert, The Colbert Report, en agosto de 2006; y ha sido invitada especial en el programa de radio Speaking of Faith en febrero de 2009. Presentó la charla TED «The sound the universe makes» en 2011. Ha recibido una beca Guggenheim y una Tow Professor.

El blues de los agujeros negros es el primer libro de Janna Levin publicado por la editorial Capitán Swing. Consta de dieciséis capítulos, a los que hay que añadir un Epílogo, Agradecimientos, Colaboración Científica LIGO y Colaboración Virgo, donde se nombran a todos los científicos que participan en ambos proyectos, y finalmente Notas sobre las fuentes, que permite profundizar en los distintos temas que va tratando el libro, lo cual siempre es de agradecer.

Rainer Weiss | Fuente

Como se ha dicho anteriormente, los protagonistas de este libro son los científicos del proyecto LIGO. Uno de los más importantes fue Rainer Weiss, físico alemán que tuvo que emigrar a Estados Unidos huyendo de los nazis poco antes de la Segunda Guerra Mundial. Weiss fue un extraordinario científico experimental que construyó uno de los primeros interferómetros con el que se intentó detectar las ondas gravitacionales a principios de la década de 1970. También fue él quien llegó a la conclusión de que este instrumento debía medir mucho más de los 1,5 metros de su prototipo y alcanzar la escala de kilómetros.

Kip Thorne | Fuente

Otro de esos científicos imprescindibles para el proyecto fue el físico teórico estadounidense Kip Thorne, uno de los más populares de la actualidad gracias, entre otras cosas, a su participación como asesor científico en la película Interstellar. Thorne estaba convencido de la existencia de las ondas gravitacionales y, junto con Weiss, impulsó el programa de investigación en gravitación experimental en el Caltech que acabaría derivando en el proyecto LIGO. Thorne también colaboró en el diseño de diversas partes del interferómetro. 

Barry Barish | Fuente

Tampoco podemos olvidarnos de Ron Drever, un físico escocés que fue contratado en el Caltech en 1979 por «sus inteligentes ideas y su obvia pericia en experimentación.» Aunque tuvo sus más y sus menos con sus colegas, Drever jugó un papel fundamental en el proyecto y es muy probable que hubiese compartido el Premio Nobel de Física de 2017 que recibieron Weiss y Thorne, aunque esto no es más que una opinión mía. Por desgracia, falleció en 2016 y finalmente el tercer galardonado fue Barry Barish, otro físico estadounidense. Barish jugó un papel fundamental como director de LIGO en la  transformación de una colaboración MIT/Caltech a un proyecto internacional. Otro de sus aciertos fue dividir el proyecto en dos fases, un LIGO Inicial (iLIGO) en 2000 para verificar la tecnología desarrollada, aun a riesgo de no observar nada (tal y como ocurrió), y un LIGO Avanzado (aLIGO) en 2015 capaz ya de realizar las primeras observaciones, lo que se consiguió al poco de arrancar.

La lista de ilustres nombres que desfilan por el libro es muy larga e incluye a figuras como Stephen Hawking o Joycelyn Bell Burnell. En definitiva, El blues de los agujeros negros cuenta con todos los ingredientes para que resulte muy apetecible a un amplio público. Al fin y al cabo, no se abre todos los días una nueva ventana desde la que estudiar el universo. Una ventana que aspira a transformar nuestra visión del cosmos durante las próximas décadas.

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