10º Aniversario
¡El capitán cumple diez años!
descúbrelo

Diez libros para comprender Norteamérica

Por ABC Cultural  ·  22.10.2012

América blanca, negra o cobriza. Con apellidos irlandeses, sicilianos, holandeses, judíos o españoles. Una nación construida con el material de los sueños. Aunque no gane las próximas elecciones, apuntan Rafael Barberá y Miguel Ángel Benedicto en Estados Unidos 3.0 (Plaza y Valdés, 2012), Barack Obama ya ha pasado a la Historia por ser el primer presidente afroamericano. Lo mejor de Obama es que simboliza la reedición del sueño americano en versión demócrata: «Tiene una dimensión que no tienen otros presidentes, mesiánica y un poco religiosa», subrayan los periodistas.

Elecciones aparte, demócratas y republicanos acaban reunidos en torno al fuego del hogar de los pioneros, con la Biblia en el regazo. El historiador Mark Lee Gardner se crió en el centro de Missouri y pasó largas veladas, como otros chavales de su edad, escuchando de sus mayores la historia de Billy el Niño y Pat Garrett. Un grabado del Illustrated Police News de Boston del 8 de enero de 1881 inmortaliza al Niño. Apoyado en su Winchester con gesto indolente terminará pagando con la muerte el precio de su fama. «La mejor de las leyendas del Viejo Oeste» nos conduce Al infierno en un caballo veloz(Península, 2012).

Los alegres y peligrosos años veinte

Reencarnados en mitos, el bandolero Billy y el sheriff Pat inspiraron sesenta películas; las tribus indias roturadas por el ferrocarril y la guerra de Secesión constituyeron el cliché favorito de Hollywood cuando al productor de turno no se le ocurría nada mejor. La crónica de unos antepasados, que no superan el siglo de antigüedad, confinada a las reservas de celuloide. Así lo ve Richard Ford en Flores en las grietas (Anagrama, 2012): «En mi propia familia, el tema de nuestra identidad india siempre creaba cierta incomodidad. Mi bisabuela había nacido en la Franja de los Osage de Oklahoma y se había casado con un hombre que no era indio y se había mudado al otro lado de la frontera, en Arkansas, donde al parecer no había muchos indios. Luego se produjo una notable pelea en la generación de mi abuela para dejar la indianidad tranquila y presentarse como se pensaba que era la gente blanca normal: irlandeses y alemanes».

En sus Cartas escogidas (Alfaguara, 2012), William Faulkner aclara que en realidad se llama Falkner. Su bisabuelo reclutó, organizó, financió y comandó el ejército de infantería sudista en 1861 y construyó el primer ferrocarril de su distrito. Como a los forasteros les costaba pronunciar Falkner, el joven William le añadió una «u» con la que rubricó sus historias en el mítico territorio de Yoknapatawpha: Sartoris, El ruido y la furia, Mientras agonizo…

A la par que Faulkner se zambullía en la memoria del profundo Sur, Francis Scott Fitzgerald brindaba con El gran Gatsby. Eran los alegres y peligrosos años veinte, que llevaron al país de cabeza al «martes negro» de 1929. En El Crack-Up (Capitán Swing, 2012), Scott Fitzgerald hace examen de conciencia. Desde la Generación Perdida, que compartió con Dos Passos o Hemingway, ilustra el relevo en la hegemonía cultural de Europa a Estados Unidos: «Éramos la nación más poderosa. ¿Quién podía seguir diciéndonos lo que estaba de moda y qué era divertirse?».

 

¡Más celuloide!

Una raza mestiza entregada al placer en plena Ley Seca y a ritmo de jazz. En la década de los «enemigos públicos número uno», J. Edgar Hoover toma las riendas del FBI. Comienza la lucha de los Hombres G contra el gansterismo y la persecución del comunismo, que culminará, años después, con la «Caza de brujas» del senador McCarthy. Los «enemigos», advierte Hoover, son todos aquellos que se oponen «al modo de vida americano».

En Enemigos. Una historia del FBI, el Premio Pulitzer Tim Weiner describe cómo va creciendo un estado dentro del Estado, sin contar siquiera con unos estatutos legales. Avalado por el presidente Roosevelt, Hoover se hizo cultura de masas: «El rostro público de la lucha contra el crimen, la estrella de un espectáculo que cautivaba la imaginación del pueblo estadounidense, el nombre que aparecía en los titulares, un icono en el escenario público norteamericano». ¡Más celuloide, esto es la guerra!

Tras la Segunda Guerra Mundial, la victoriosa Norteamérica debe superar todavía la asignatura pendiente de la segregación racial. Fue en diciembre de 1955, en Montgomery (Alabama), feudo del Ku Klux Klan: una mujer negra vestida dignamente se niega a ceder su asiento a un blanco. «¡Todos los negros tienen que levantarse y dejar el asiento a los blancos. ¡Tú, levántate y cédele el asiento al señor!», atruena el conductor. La mujer permanece sentada. Dignamente sentada. En El autobús de Rosa (Barbara Fiore Editora, 2011), Fabrizio Silei y Maurizio A. C. Quarello le ponen matices cromáticos al instante decisivo de la igualdad de derechos civiles.

 

Las clientas de la sastrería

Aquel mismo año, un joven descendiente de italianos debuta como periodista deportivo en el New York Times. Como cuenta en Vida de un escritor (Alfaguara, 2012), Gay Talese aprendió a escuchar las conversaciones de las clientas de la sastrería materna: «Muchos de los temas sociales y políticos sobre los que se ha discutido en Estados Unidos desde entonces -el papel de la religión en la alcoba, la igualdad racial, los derechos de las mujeres, los adulterios de los funcionarios públicos, la conveniencia de las películas y publicaciones que contienen sexo y violencia- yo los oí debatir en el negocio de mi madre…».

Una década después de Rosa, Talese cubrirá como reportero la marcha de Martin Luther King en los dominios del Klan. «Tengo un sueño», repite, cual salmo, el pastor negro. Todo americano tiene derecho a un sueño de porvenir, aunque a veces acabe caminando por el bulevar de los sueños rotos. La delincuencia juvenil inspira Dura la lluvia que cae(Duomo, 2012), de Don Carpenter, en el mismo año de la «sangre fría» de Capote: dos adolescentes -un huérfano blanco y un negro chapero- reunidos en una cárcel de California.

La tierra de oportunidades del self made man es, también, la de los gánsters financieros que secuestran la democracia. De la fiebre del oro a la enfebrecida burbuja bursátil. La crónica negra capitalista la escriben ahora Maddof & Cía (Errata Naturae, 2012); los «hermanos malasombra» Lehman, compañía fundada en 1850 (más o menos, cuando nació Billy el Niño). ¿Ha quebrado el contrato social entre élites y clases medias que sustentó la meritocracia?Diez libros para constatar que cada sueño americano deviene en mito o acaba estallando en un sinfín de fragmentos.

 

Ver artículo original