«Desgraciadamente, España ya es una nueva Grecia»

Por Eldiario.es  ·  20.12.2012

El Minotauro cretense era una figura mitológica con cuerpo de hombre y cabeza de toro encerrada en un laberinto construido por el Rey Minos. La bestia debía alimentarse con carne humana, y el rey se encargó de que fuera Atenas, cuyo rey Egeo había matado a su hijo, quien se encargara de complacer al monstruo y así pagar el tributo por el asesinato. Se estableció una especie de Pax Cretense mediante la cual Creta se convirtió en el máximo poder económico y político de la zona. Atenas pagaba con carnes jóvenes, el Minotauro engullía y la isla mediterránea satisfacía sus ansias hegemónicas. Hasta que el monstruo fue aniquilado por Teseo y Atenas recuperó su poder. Esta metáfora es la que ha utilizado el economista greco-australiano y profesor de Política Económica en la Universidad de Atenas Yanis Varoufakis para explicar el crash de 2008 y la actual crisis sistémica en su reciente ensayo El Minotauro Global (Capitán Swing). Según explica, fue EE.UU. a partir de 1971 quien comenzó a crear esta bestia a partir del aumento de su déficit mediante las importaciones a países como Alemania y Japón, los cuales devolvían sus beneficios a Wall Street a través de los impuestos. Este círculo se rompió cuando las pirámides de dinero privado que Wall Street había creado sin ningún tipo de regulación con estos ingresos se vinieron abajo. El Minotauro estalló y sus tripas salpicaron a todos los que habían vivido de él y con él. En esta entrevista, realizada mediante correo electrónico, Varoufakis aborda su teoría, señala a los causantes del desastre, habla de los casos de Grecia y España, de la muerte de la socialdemocracia y ofrece una solución para estos países: “Tener un gobierno que diga NO a los vacuos acuerdos que Europa le está obligando a firmar”.

Paula Corroto: ¿Cuáles son los orígenes de la teoría de El Minotauro Global?

Yanis Varoufakis: Durante muchos años trabajé en un intento de explicar la manera en la que EE.UU. consiguió hacer algo verdaderamente extraordinario: ser el primer “imperio” que extiende su autoridad e incrementa su hegemonía basándose en el aumento de sus déficits. Mi amigo y colega Joseph Halevi intentó dilucidar ese mecanismo de reciclaje de excedentes que se había asumido desde el sistema de Bretton Wood  sin ningún tipo de acuerdo internacional. Este mecanismo estaba basado en un incesante flujo de impuestos por parte del resto del mundo al hegemónico EE.UU., y a mí se me ocurrió que eso era una especie de Minotauro Global: los  déficits de EE.UU. jugaban el papel de la bestia y el resto del mundo el de los atenienses que tenían que dar de comer a la bestia para obtener crecimiento y estabilidad.

PC: Efectivamente, como usted expone en el libro, todo comenzó en 1971 cuando EE.UU. decidió incrementar sus déficits y convertirse en una especie de “aspiradora” de los excedentes de Europa. La cuestión es ¿por qué nadie paró esta acción? ¿Por qué nadie se dio cuenta de que con esta fórmula el sistema podría resquebrajarse?

YV: No hubo nadie con poder para pararlo ni tampoco hubo nadie que tuviera interés en pararlo. El capital industrial alemán y japonés estaba demasiado contento en ver cómo florecía la demanda de sus productos manufacturados. Los gobiernos de los países excedentarios de Europa y Asia se beneficiaban del crecimiento de sus multinacionales. Los bancos y los estados de las áreas deficitarias de Europa, como Grecia, España e Irlanda, veían cómo recibían una mayor afluencia de capital procedente de Wall Street y la ‘City’ de Londres, un dinero que además estaba procurando unos altos rendimientos en aquellas regiones que hasta entonces estaban menos financiadas. Por tanto, lo que parecía es que no existía la posibilidad de inestabilidad, sobre todo en aquellas regiones que se estaban beneficiando inmensamente de la financiación [de Wall Street]. Era una época de “cero riesgo permanente”. Esto es lo más interesante y destructivo del Reinado del Minotauro Global: se estaba cultivando una enorme crisis, y sin embargo, las élites estaban absolutamente convencidas de que una gran crisis era algo imposible.

PC: Su teoría se acerca a otras como Cleptopía, de Matt Taibbi, que habla de “las burbujas y los vampiros financieros en la era de la estafa”. Suena como si todos nosotros nos hubiéramos despertado de repente y comprobáramos que nos han robado, que nos han asesinado. Es decir, no parece un fallo del sistema, sino un crimen organizado.

YV: El sello de esta gran tragedia, como ocurre en las obras de Sófocles y Shakespeare, es que los protagonistas no son necesariamente malas personas. Cada uno hace lo que piensa que es correcto o lo que en ese momento tiene que hacer. Solamente cuando la catástrofe les golpea es cuando se dan cuenta de que están envueltos en una dinámica que sólo les puede conducir al desastre. E incluso cuando ellos lo reconocen, cada intento de escapar de la tragedia solo provoca que se vean aún más inmersos en ella.

PC: En su libro podemos observar la incompetencia de los economistas (“¿Por qué nadie se dio cuenta de la Crisis?”, llegó a preguntar la reina de Inglaterra, según usted recuerda), la perversidad y la codicia. ¿Es el dinero una máquina del Mal por sí mismo?

YV: No fue solo mera incompetencia. Fue mucho, mucho peor que eso. En la época en la que el Minotauro Global estaba absorbiendo todo el mundo capitalista, en los inicios de los años setenta, los economistas comenzaron a lobotomizarse a sí mismos, dejando de hacerse las preguntas pertinentes y rechazando aquellos modelos matemáticos que analizaban fenómenos de la vida real como el desempleo involuntario, las implosiones del sector financiero y la recesión causada por una demanda inefectiva. La carrera de los economistas se hizo dependiente de “aquellos modelos matemáticos” que les iban bien.  Modelos que no poseían ningún tipo de probabilidad acerca de que se produjera una crisis y que estaban perfectamente adaptados a las necesidades de aquellos financieros que se beneficiaban inmensamente de ellos. Es decir, si no había posibilidad de crisis, tampoco habría una contracción del crédito. En resumen, para contestar a su pregunta más directamente, los economistas fueron captados por el Minotauro Global, la mayoría inconscientemente. Ellos se convirtieron sin darse cuenta en las leales doncellas de la Bestia.

PC: Usted explica una interesante teoría del círculo vicioso que ha provocado las consecuencias actuales: primero, el autocontrol, después llega el éxito, en tercer lugar, la codicia, y por último, la pérdida del autocontrol. ¿Cómo podemos escapar de este círculo?

YV: La única forma para que el “casi poder infinito” pueda ser forzado a un ejercicio de restricción es forzarlo a un escrutinio democrático. Durante la era de Bretton Woods, que yo defino como la era del Plan Global, los poderes de Washington sentían que ellos podrían dirigir el mundo sin tener que dar cuenta a nadie de ello. Después, durante la era del Minotauro Global fue el sector financiero el que tuvo la misma sensación. Y ahora es cuando estamos sufriendo los resultados. Por tanto, para escapar del círculo, el control democrático es una condición sine qua non.

PC: En su libro defiende las teorías de Keynes. Explica que fue un economista imaginativo y creativo. Ahora parece que se ha perdido toda imaginación en la economía. Quizá deberíamos recuperarla.

YV: Y también a Marx, Robinson, Kalecki, Sweezy, Galbraith, incluso Hayek. Como expliqué antes, la profesión económica tiró por la borda a sus mejores pensadores. Los estudiantes de Economía y los políticos fueron entrenados por libros de texto que les enseñaron fórmulas matemáticas idiotas, creando así una generación económicamente iletrada y socialmente desastrosa.

PC: Usted escribe que la crisis no es sólo económica, sino también política y social. ¿Y no deberíamos llamarla también “moral”?

YV: Lo que yo digo es que esto no es una crisis de la deuda. La deuda es meramente un síntoma de una crisis mucho más profunda y sistémica, y por tanto, como todas las crisis serias, tiene diferentes facetas que se manifiestan en la política, por ejemplo, con los nazis en el parlamento griego, las finanzas, por ejemplo, la debacle bancaria, y en términos de conducta moral, por ejemplo, cómo los gobiernos socialdemócratas atacan a los miembros más débiles de la sociedad en beneficio de los banqueros.

PC: El Minotauro Global pensaba que el mercado podría sobrevivir solo, sin ningún tipo de regulación. Ahora nos hemos dado cuenta de que no funciona así. ¿Sería necesaria una economía planificada? ¿Sería la solución?

YV: Una de las grandes falacias de nuestra era es que ninguna economía puede existir sin el Estado, sin un grado de planificación. Mire a los Estados Unidos. Supuestamente es la mayor economía de libre mercado del planeta, y aún así, es una economía muy planificada. Sin la estructura militar-industrial por un lado, y sin la gran escala de administraciones reguladas en la otra, la economía de EE.UU. colapsaría mañana. En términos generales, la era dorada del capitalismo se produjo después de la II Guerra Mundial porque Washington planificó meticulosamente la economía del mundo capitalista. Por tanto, la cuestión no es si la solución es una economía planificada. La cuestión es qué tipo de plan es el que hay que implementar, por quién debe ser implementado, para qué tipo de beneficios y con qué efectos. Actualmente, el sector bancario está ampliamente planificado y está completamente a expensas de las transferencias y las operaciones del banco central. La planificación es, por tanto, una fórmula para apoyar a los bancos y que los banqueros mantengan sus beneficios. Y en vez de eso, lo que hay que hacer es una replanificación del mercado laboral para que el trabajo sea revalorizado y el poder se desplace de lo que yo llamo hoy la Bancarrotacracia hacia la sociedad.

PC: Usted trabajó como asesor económico del expresidente Yorgos Papandreu, del PASOK, entre 2004 y 2006. ¿Nadie se dio cuenta en el gobierno griego de esa época que la crisis podría llegar? ¿Nadie hizo ningún comentario en ningún momento?

YV: No, ellos no lo vieron y más aún, no querían siquiera oír hablar de ello. Los socialdemócratas de toda Europa, es más, de todo el mundo, habían llegado a la catastrófica conclusión de que el capitalismo había sido dominado, controlado, que la crisis era cosa del pasado, y que los intereses de la sociedad se cubrían mejor si la magia del capitalismo no se cuestionaba nunca. Esta es, si quieres, la razón principal por la cual esta crisis ha acabado con la socialdemocracia europea.

PC: ¿Por qué cree usted que ha aumentado el número de votos para la extrema derecha griega (Amanecer Dorado)? Recuerda a la Alemania de los años treinta…

YV: Es una de las repercusiones inevitables de la cadena de reacciones que comienza cuando Wall Street colapsa, se produce una recesión económica masiva, hay un sistema político que intenta desplazar los costes de la crisis de los hombros de aquellos que la causaron hacia los hombros de los trabajadores, los débiles y los defenestrados, una sociedad que pierde su fe en el sistema democrático y finalmente el huevo de la serpiente que comienza a romper su cascarón y del cual comienzan a expandirse pequeñas serpientes nazis por todas partes.

PC: ¿Cuál es la solución para Grecia? Hay noticias que informan de que este invierno habrá problemas con la calefacción para muchos ciudadanos.

YV: Sí, ahora abundan la depresión, la pobreza y las carencias de todo tipo. La única solución para Grecia es tener un gobierno que diga NO  a los vacuos acuerdos que Europa le está obligando a firmar. Simplemente decir NO y aguantar mientras el resto de nuestros líderes europeos caen en cada intento de encontrar una alternativa, una solución real en lugar de esta estrategia actual de hundir a toda una nación.

PC: En Atenas ha habido numerosas protestas y manifestaciones, pero parece que no se produce ningún cambio. ¿La acción civil no funciona? ¿Es necesario un mayor uso de la violencia por parte de la ciudadanía?

YV: No. La violencia solo engendra violencia y eso únicamente beneficia a la extrema derecha y a esos segmentos de la política que sólo quieren aterrorizar a la sociedad. Lo que necesitamos son enormes protestas europeas, en España, Italia, pero también en Alemania y Holanda, que digan que todos ahora somos griegos. Incluso si esto no parece que sea así ahora, es sólo una cuestión de tiempo antes de que europeos del norte, del sur, del oeste y del este se den cuenta de que todos ellos se han convertido en griegos.

PC: Por otra parte, hay personas que dicen que los ciudadanos son los responsables de endeudarse. ¿Esto no es una perversión?

YV: Eso es solo una media verdad que se convierte en algo perverso cuando es repetido hasta la náusea. Cada préstamo, como el tango, requiere de dos sujetos. Existe la responsabilidad del deudor, pero también del prestamista de asegurarse que ese préstamo es viable. Y cuando deja de ser viable, es absurdo, cruel y estúpido imaginar que la responsabilidad recae en el deudor. Especialmente cuando la gran mayoría de los préstamos se originaron durante la era de un prestamismo depredador.

PC: ¿Cuáles son las soluciones que usted propone para la crisis y por qué no se llevan a cabo?

YV: Junto a Stuart Holland hemos elaborado lo que llamamos “Una Modesta Propuesta para la Resolución de la Crisis del Euro”. Su gran mérito es que atacaría a la crisis desde tres facetas de forma simultánea: la deuda, las pérdidas bancarias y la recesión. Y además sin la necesidad de modificaciones en los tratados. ¿Por qué estas soluciones racionales no están siendo adoptadas? Creo que hay una combinación de dos razones: por un lado, los países con excedentes necesitan cambiar su comportamiento, un cambio de mentalidad que les permitiera ver que la crisis no se debe a que a los griegos y a los españoles se les ha prestado demasiado (estas deudas son un síntoma, no la causa de un problema). Y, por otro lado, los países con excedentes reniegan de adoptar cambios políticos que les hiciera a ellos imposible escapar (si quisieran) de la Eurozona. Así, mientras que ellos no quieren escapar, al mismo tiempo no dan la opción de hacerlo, ya que eso significaría disminuir su enorme poder dentro de Europa. Y así es como la crisis sigue y sigue y sigue.

PC: Por cierto, acaba de ponerse en marcha una Unión Bancaria dentro de la Unión Europea. ¿Qué le parece esta medida?

YV: ¡Sería grandioso! Sin embargo, desgraciadamente, Europa está adoptando un lenguaje de “unión bancaría” que en realidad rechaza su verdadera sustancia. El objetivo de la unión bancaria debería ser recapitalizar directamente aquellos bancos que tienen una oportunidad de ser rescatados (por ejemplo, otorgar fondos desde el Mecanismo Europeo de Estabilidad, MEDE, sin que estos lleguen a formar parte de la deuda nacional). No obstante, Alemania ha insistido en que esto no será así. Por tanto, esto de la “unión bancaria” se ha convertido en una especie de ejercicio académico que permite a Europa hablar en términos de “unión” y “bancaria”, pero sin ningún tipo de efecto de “unión bancaria” genuina. Es otra cortina de humo para tapar la imbecilidad  de la Unión Europea.

PC: Usted critica mucho a Alemania en su libro. En España también hay voces bastante críticas con la política económica alemana. ¿Podría esto llevar a una especie de sentimiento xenófobo hacia los alemanes?

YV: Este sentimiento ya existe. Y es una tragedia porque la mayoría de los ciudadanos alemanes también está sufriendo la política enfermiza de su gobierno.

PC: ¿Cree que Alemania cambiará su política económica?

YV: No, me temo que no.

PC: En el caso de España, nosotros no teníamos un déficit muy alto en 2008 como Grecia, pero entonces todo explotó. ¿Qué ocurrió?

YV: Toda la periferia ha padecido la misma experiencia: primero un gran flujo de capital llegó a estos países creando burbujas gigantescas. En Grecia se infló la deuda pública cuando el gobierno empezó a prestar a los constructores, quienes comenzaron construir carísimas autopistas, puentes, extensiones del metro… En España e Irlanda, el capital fluyó directamente a los bancos, quienes se lo prestaron  al mismo tipo de constructores para construir casas caras. Cuando el sector financiero colapsó en 2008, el capital que había inundado nuestros países o se convirtió en cenizas, o se escapó a Fráncfort, Londres o Nueva York. Y así, la burbuja explotó. En Grecia, el Estado, (que es el que había prestado el dinero directamente) se fue a la bancarrota. En Irlanda y España fueron los constructores los que explotaron primero, después los bancos que habían prestado el dinero y por último, el gobierno, que tenía que rescatar a los bancos. Por tanto, al final, no hay tanta diferencia entre países como Grecia y España, incluso a pesar de que el nivel de deuda pública que tenía España antes de la crisis fuera muy bajo. Lo que ocurre es una deuda total. Cuando es a largo plazo y fundada por afluencia de capital de los centros financieros, entonces una crisis en los centros financieros producirá un rápido crash y un rápido aumento de la deuda pública en la periferia.

PC: ¿Cree que España será una nueva Grecia?

YV: Ya lo es. Desgraciadamente.

PC: En España gobierna la derecha con el Partido Popular, que está poniendo en marcha medidas de austeridad. También se observa otro problema y es que los ciudadanos tampoco ven a los socialdemócratas como solución.

YV: Como he indicado antes, la socialdemocracia está muerta. La crisis acabó con ella, porque, antes de la crisis, los socialdemócratas (como el PSOE, el PASOK o el Partido Laborista Británico) abandonaron su tradicional agenda de cobrar impuestos al capital industrial para cubrir con fondos el Estado del Bienestar, y por el contrario, adoptaron una nueva estrategia de revestirlo todo con capital financiero, permitiéndole a este hacer todo lo que le complaciera, con la esperanza de que este tipo de capital continuara produciendo trillones, de los cuales los socialdemócratas conseguirían una pequeña suma para cubrir el Estado del Bienestar. En este sentido, los partidos socialdemócratas se convirtieron en los perritos falderos de los banqueros. Cuando en 2008 los bancos estallaron, los socialdemócratas fueron acorralados por los banqueros para conseguir que el coste del rescate de los bancos fuera sufragado por los trabajadores y los miembros más débiles de la sociedad. Por tanto, fue inevitable que poco después la sociedad diera la espalda a la socialdemocracia. Y esta negativa es que la ha determinado la muerte de la socialdemocracia.

PC: Por cierto, ¿qué está consiguiendo Syriza en Grecia?

YV: Syriza está teniendo dificultades para madurar. Para pasar de ser un partido de oposición y protesta, con el 4% de votos, a un partido de gobierno. Es más, Syrizia está particularmente preocupada de que si el Gobierno cae en su regazo en un tiempo en el que el Estado habrá perdido todos sus grados de libertad, el partido obtenga ese gobierno, pero no pueda hacer nada.

PC: Su teoría parte de una metáfora de la mitología griega. ¿En qué tragedia clásica nos hallamos ahora?

YV: Mi preocupación es que no estamos ante una tragedia clásica. Las tragedias terminan con una catarsis, pero las desgracias no. Europa está actualmente inmersa en una desgracia cuya catarsis no se ve por ningún lado.

PC: Para terminar, a pesar de la desgracia, ¿tenemos razones para ser optimistas con el futuro?

YV: Como un amigo mío solía decir, tenemos un deber moral para albergar una esperanza infinita y abundantes opiniones (sobre todas las cosas).

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