La saga de videojuegos FarCry estrenó en 2018 un nuevo capítulo en el que un predicador amante de la Biblia se adueñaba y sitiaba un condado de Montana. Una ficción distópica ante el panorama que se comenzaba a dibujar en Estados Unidos, culminado con la llegada de Donald Trump a la Presidencia, aupado en gran medida por el evangelismo más radical.
Este movimiento ha navegado por el mundo en aparente minoría hasta que supo nutrirse de las grietas de una crisis política que aún está lejos de sanar. Su imbricación con la política estadounidense comenzó en la década de los cincuenta, cuando Billy Graham fue capaz de elevarlo a las altas esferas. De granjas del norte de EEUU a construir un discurso internacional que remata su acción diplomática con asaltos en el Capitolio de Washington y el Congreso de Brasil. Un discurso con un profundo eco que ha calado en España de la mano de Vox.
En EEUU, la influencia evangelista es tan fuerte que condiciona la elección del candidato republicano. Kristin Kobes, autora del ensayo Jesús y John Wayne: cómo los evangélicos blancos corrompieron una fe y fracturaron una nación (Editorial: Capitán Swing), ha analizado a fondo esta corriente religiosa: “Son alrededor del 15% de los estadounidenses, pero tienen mucha fuerza dentro del Partido Republicano y pueden hacer ganar a un candidato”, asegura la autora.
Kristin Kobes: “Los evangelistas tienen mucha fuerza dentro del Partido Republicano y pueden hacer ganar a un candidato”
La obra, recientemente publicada en España, indaga por el auge evangelista como arma política hasta culminar con la victoria de Donald Trump frente a Hillary Clinton. Una radiografía sobre una doctrina y un credo que se ha rebelado contra este libro y su autora: “He sufrido algunos incidentes con algunos medios y ha habido presiones de grupos de hombres blancos y conservadores dentro de muchas instituciones, pero creo que ha sido inefectiva. Han dicho de mí que camino con el diablo y cosas así”, denuncia durante su charla con Público.
Al leerse en clave nacional, el aspecto más relevante del ensayo es comprobar cómo esta corriente religiosa contra la que saltan todas las alarmas y los expertos llaman a cuidarse, guarda tantas similitudes con Vox, un partido ya asentado en la democracia española y que aspira a cogobernar con la venia del PP y de Feijóo.
Con la Biblia en la mano, el evangelismo propone interpretaciones literales de los textos religiosos que mucho se parece a las lecturas que hace la ultraderecha occidental o incluso el fundamentalismo musulmán. Juan Fran Albert, experto en ultraderecha y director del medio Al Descubierto, atisba las similitudes: “Quitando el aborto, que es un pilar de todo el movimiento cristiano, el evangelismo y la ultraderecha española tienen el mismo modelo de familia, hay una lucha contra lo LGTBI, atacan a la llamada ideología de género, luchan contra las personas trans y quieren unir Iglesia y Estado”.
Kobes: “Los evangelistas han contribuido a la islamofoboia, pero es irónico cómo tienen similitudes”
El propio evangelismo fue punta de lanza del racismo surgido tras el 11 de septiembre y el atentado contra las Torres Gemelas, pero la autora del ensayo no oculta cómo esta ideología podría entenderse con la Yihad: “Los evangelistas han contribuido significativamente a la islamofoboia y al miedo contra ellos, pero es irónico cómo tienen similitudes en el orden patriarcal, la sumisión de la mujer y el papel de Dios”, agrega Kobes.
John Wayne, como Trump, varias veces divorciado, fue levantado como adalid del evangelismo pese a las enormes contradicciones que su biografía tenía con el ideal religioso: “Su afinidad no se basaba en la teología, sino más bien en un ideal masculino compartido“, asegura el ensayo. La literalidad de la Biblia siempre puede ser reinterpretada por conveniencias de guion. “Fue la gran pregunta en 2016 —cuenta la investigadora Kristin Kobes— ¿por qué los evangelistas apoyaban a una persona dos veces divorciada y con su forma tan explícita al hablar de sexo? Pues porque querían un líder fuerte que defienda los valores cristianos, la idea del hombre poderosos que defiende la América cristiana”, relata.
La inesperada victoria de Trump en 2016 legitimó el discurso evangelista y fue convertido en carta ganadora, así que esas propuestas políticas comenzaron a viajar por todo el mundo. Jair Bolsonaro es el ejemplo más literal, pero también cristalizaron en España. Vox, como Trump, busca contentar esas personas ligadas al conservadurismo más extremista: “Algunas voces de la derecha como Jimenez Losantos tachan a Vox de evangélicos por sus políticas, por su agresividad en el discurso y por los ataques al Papa. El objetivo de Vox es recoger ese voto. Por ejemplo, tienen un discurso contra la migración, pero dicen que hay que fomentar la migración de América Latina. Es un público que consideran evangelista y que por tanto puede caer de su lado. Y entre el voto gitano, un grupo de población muy relacionado con el evangelismo, Vox está muy bien visto. Muchos predicadores piden claramente el voto a Vox”, cuenta Juan Fran Albert.
Lluis Orriols: “Vox está llamado a tener el referente evangelista y a articular su lucha cultural en las minorías”
El politólogo Lluis Orriols, autor del ensayo Democracia de trincheras, analiza los movimientos electoralistas de la ultraderecha española y aunque confirma que las posturas radicales evangelistas son el espacio natural de Vox, luego establece otro tipo de batallas mediáticas: “Desde luego, Vox está llamado a tener ese referente y a que articule una lucha cultural basada en el feminismo, la migración y minorías. Vemos indicios de ello, pero lo articula mal y de forma incoherente, porque luego pierde energías en las coordenadas básicas: el nacionalismo, la xenofobia… Lo podrían explotar mucho más“, asegura.
Tras la caída de Trump, el evangelismo busca un nuevo referente que traiga la victoria. Pero el expresidente se ha topado con otros candidatos que es mirado con atracción desde el fundamentalismo cristiano: “Hay una división entre los que apoyan a Trump y los que apoyan a George Santos. Es un candidato emergente y es una división significativa, pero Santos es muy cercano a las políticas de Trump y las diferencias son más estéticas; son muy similares”, zanja la autora.
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