¿Dejamos ya de preguntar a las mujeres por qué no tienen hijos?

Por El Correo  ·  03.02.2021

Ser mujer es una cosa y ser madre es otra. Obvio. No es una obligación tener hijos. Obvio también. La esfera privada de cada cual y las decisiones vitales no tienen que ser justificadas ante nadie. Obvio. Y todas estas afirmaciones son sólo el principio de una cadena de obviedades que podría alargarse hasta el final de este reportaje. Entonces, ¿cómo es que todavía seguimos preguntando por qué a las mujeres que no tienen hijos?

Se mire por donde se mire, esta pregunta no hay por dónde cogerla. Es una impertinencia. Una metedura de pata. Y un sopapo en la cara de toda mujer: tanto de las que han decidido no ser madres (¡sí, sorpresa, se trata de una elección, no de un imperativo!), como de las que desean serlo y por motivos de infertilidad no lo logran. Pero, sobre todo, se trata de una intromisión totalmente gratuita, aunque resulta tan habitual que ni siquiera nos damos cuenta de lo cutre que es. En ‘La madre de todas las preguntas’ (Capitan Swing), su último libro, que se publica en España el próximo lunes, la intelectual Rebecca Solnit plantea, entre otros, este tema.javascript:falsePUBLICIDAD 

De hecho, comienza con una anécdota personal sobre ello: «Hace una década, durante una conversación que se suponía que tenía que girar en torno a un libro que yo había escrito sobre política, el hombre británico que me entrevistaba parecía empeñado en que, en vez de hablar sobre los productos de mi mente, debíamos hablar sobre el fruto de mis entrañas, o la ausencia de frutos. En el escenario me agobiaba con preguntas sobre por qué no tenía hijos, pero daba la impresión de que ninguna de las respuestas que yo pudiera ofrecer le satisfacía. Su postura parecía ser la de que yo debía tener hijos, que era incomprensible que no los tuviera, de modo que tuvimos que hablar sobre por qué no los tenía en vez de sobre los libros que sí tenía en mi haber». ¿Si hubiese sido un hombre le habrían preguntado eso?

La escritora Rebecca Solnit anima a contratacar así: ‘¿Por qué preguntas eso?’

«No nos damos cuenta de lo que implica, del dolor que puede haber detrás»ROSARIO LINARES, PSICÓLOGA

Solnit dice que, antes de este desagradable episodio, «ya estaba familiarizada con esta pregunta». Y qué mujer no. Da lo mismo ser una afamada escritora como Solnit que ser soldadora, enfermera o actriz, aunque es cierto que, por su mayor exposición social, las famosas son la diana preferida de los preguntones. Ahí está Maribel Verdú, a quien durante décadas han asaeteado con este asunto. ¿Y los hijos? ¿Por qué no tienes? ¿Por qué? ¿Por qué? «Ser mujer no es sinónimo de ser madre», ha repetido hasta la saciedad. Cameron Díaz –«el que me pueda arrepentir luego de no haber tenido hijos no me parece razón para tenerlos»–, Jennifer Aniston –«tener o no un bebé no mide mi felicidad»–, Renée Zellweger –«no tengo la ambición de ser madre»– y Marisa Tomei –«no sé por qué las mujeres tenemos que tener hijos para ser vistas como seres humanos completos»– son algunas de las estrellas hollywoodienses que han sido interpeladas.

Veamos desde dos perspectivas distintas –la de las mujeres que eligen no ser madres y las que no puede– por qué hay que dejar de interrogar a las mujeres sobre esta cuestión.

Las que no quieren

«Una mujer que no quiere tener hijos y se ve en el compromiso de tener que dar explicaciones puede sentirse incómoda e incluso juzgada, como si se estuviese justificando de por qué no hace lo que la sociedad espera de ella», explica Rosario Linares, directora de El Prado Psicólogos. Nunca deberíamos poner a nadie en esta situación.

Según reflexiona Sonit, «da la impresión de que las recetas de la sociedad para sentirnos realizados causan mucha infelicidad tanto en aquellos que están estigmatizados por ser incapaces o renuentes a llevarlas a cabo como en aquellos que las obedecen pero no encuentran la felicidad». Es decir, que la sociedad nos ofrece fórmulas cerradas para, supuestamente, ser felices, a pesar de que, como individuos, somos muy variados y tenemos circunstancias distintas. Quien se sale de esos caminos marcados provoca extrañeza y es cosido a preguntas como la de ‘¿no quieres hijos?’. Así que la escritora californiana ofrece una posible contestación para entrometidos: ¿por qué preguntas eso? «He descubierto que esta es siempre una buena respuesta para una pregunta poco amigable».

Las que no pueden

Cuando sí deseas ser madre pero no puedes, por problemas de infertilidad, la pregunta ya no es simplemente grosera. «Resulta muy dolorosa. Hay muchas parejas que no logran tener un bebé, que están a tratamiento, que han tenido varios intentos fallidos, alguna pérdida… Y lo llevan en secreto», señala Linares. En esos casos, interesarse por sus intenciones reproductivas es echar sal en la herida. «Muchos lo mantienen en secreto precisamente porque les resulta doloroso abordar el asunto, porque no quieren contar su intimidad o porque mentir les resulta incómodo», destaca la psicóloga.

¿La infertilidad sigue siendo algo delicado de tratar? «Nosotros llevamos 25 años en esto y ahora mismo vemos que ya está muy aceptado. En los últimos cuatro o cinco años ha habido un cambio de paradigma en cuanto a los modelos de familia. Nosotros atendemos a mujeres solteras, parejas homosexuales, famosos, que estos sí que piden discreción…», indica Jaume Martí, CEO de Fertilab-Institut Català de Fertilitat. Sin embargo, aún quedan algunos vestigios de tabú. «Cuando hay que recurrir a donantes de óvulos o de semen les da más reparo decirlo a sus allegados. Sobre todo a los hombres», admite Marta Antich, fundadora y embrióloga de Fertilab Barcelona.

Helena Fernández, presidenta de la Red Nacional de Infértiles, con casi 1.500 integrantes de todo el país y que está confeccionando un ‘mapa’ de personas afectadas, sabe muy bien lo que es que te interroguen constantemente sobre el tema cuando no eres capaz de concebir. «La gente lo hace sin maldad, por desconocimiento, porque este tipo de preguntas tan arraigadas es nuestra manera de socializarnos. No nos damos cuenta de lo que implica: podemos hacer un daño tremendo. No sabemos las historias que hay detrás, de mucho dolor y sufrimiento, de abortos, de años y años de intentos».

Para Fernández hay una receta mágica: «A veces es mejor callarse». Y, desde luego, desterrar frases como ‘se te va a pasar el arroz’ o ‘relájate, vete de vacaciones y ya verás cómo te quedas embarazada’, que da a entender que es culpa de tus nervios. «También te dicen ‘bueno, no pasa nada por no tener niños, que al fin y al cabo te quitan mucha libertad, no dan la felicidad’. Claro, la que te lo dice igual tiene varios y a ti eso te importa poco», repasa Fernández, que conoce frases tópicas y dañinas como para llenar un libro. «Hay mucho trabajo por hacer –sentencia–. Hasta la pescadera te puede soltar una cosa de estas así, sin más ni más».

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