Cuando sus padres se mudaron a una casa con jardín, Dave Goulson se quedó alucinado por los insectos. En general. Le gustaban las mariposas, tan coloridas y armónicas, o los abejorros, también atractivos y con una tierna torpeza. Poco a poco, su interés se fue convirtiendo en profesión: estudió biología, montó un fondo para la conservación de esta especie y empezó a escribir libros divulgativos sobre este curioso y necesario ser vivo.
Cuando sus padres se mudaron a una casa con jardín, el ahora profesor de biología en la Universidad de Sussex , se quedó alucinado por los insectos. En general. Le gustaban las mariposas, tan coloridas y armónicas, o los abejorros, también atractivos y con una tierna torpeza.
Su interés se fue convirtiendo en profesión y estudió biología, montó un fondo para la conservación de la especie y empezó a escribir libros divulgativos sobre este curioso y necesario ser vivo: el abejorro
Poco a poco, su interés se fue convirtiendo en profesión: estudió biología, montó un fondo para la conservación de esta especie y empezó a escribir libros divulgativos sobre este curioso y necesario ser vivo: el abejorro.
Estos días presenta Una historia con aguijón, publicado en 2013 y editado ahora en castellano por Capitán Swing, donde cuenta sus “aventuras” e ilustra las amenazas que se ciernen contra este y otros animales.
Portada del libro ‘Una historia con agujón’ de Dave Goulson, editorial Capitan Swing
Desde Sussex, su ciudad de residencia y donde imparte clases en la universidad, atiende a EcoAvant.com, en lo que define como un típico día inglés, nublado y con probabilidad de lluvia, a pesar del recién inaugurado verano.
¿De dónde le viene esta pasión por los abejorros?
Siendo honesto, siempre me he sentido atraído a todos los insectos. Veía las mariposas y me prendaba de su belleza. Y los abejorros son también grandes y coloridos, con rayas negras y rojas o toques blancos y amarillos. Y tienen esa forma de vida medio torpe, que parece que se van a caer, que me gusta. Me parece encantadora. No sé por qué, pero me fascinaba seguirlos, igual que a otros niños les gustan las aeronaves o los dinosaurios.
¿Cómo fue evolucionando esa especialización en esta especie?
Hace 30 años, a finales de mi veintena, me centré en ellos. Era un observador ocioso, sin nada en particular. Les miraba en las flores.
«Y, como escribo en el libro, vi algo extraño, que cualquiera puede comprobar: van de una flor a otra, con unas antenas pequeñas, y a veces no se posan en una»
Y, como escribo en el libro, vi algo extraño, que cualquiera puede comprobar: van de una flor a otra, con unas antenas pequeñas, y a veces no se posan en una. Se dirigen hacia ella y, en el último momento, se desvían como si algo estuviera mal. Pensé qué tenía de interesante y qué les pasaba a las flores. Así terminé cinco años tratando de averiguar qué ocurría.
Para acortar una larga historia, lo que sucede es que huelen la flor antes de aterrizar y pueden mirar la huella maloliente de sus visitantes anteriores. Saben si han tomado el néctar y descartan esa flor si está vacía. El caso es que eso solo ahorran medio segundo, lo cual no es mucho, pero si estás visitando unas 10.000 flores al día, entonces eso suma y les ayuda a recolectar alimentos de manera más eficiente. En ese momento llegué a darme cuenta de que los abejorros son muy inteligentes. Son algo así como los gigantes intelectuales del mundo de los insectos.
También pueden navegar por el paisaje a largas distancias, sin perderse, y pueden aprender qué flores son más gratificantes, cómo obtener la siguiente antes de verla o cómo de complicado es polinizar. La biología es realmente interesante.
¿Qué evolución ha notado en este insecto a lo largo de los años?
Llevo viendo la disminución de los abejorros desde hace unos 20 años. Cuando leía sobre los abejorros, me daba cuenta de que había algunas especies de las que todos los libros antiguos hablaban, pero que ahora no estaban. Y así comencé a realizar expediciones alrededor del Reino Unido en busca de cosas raras. Comprobé que muchos de los abejorros que quedaban habían desaparecido de la mayoría de sus rangos geográficos anteriores. Y cuando encontraba especies extrañas, estaban en pequeños lugares, aislados unos de otros.
Por ejemplo, seguí la pista del carter, un tipo de abejorro con un zumbido agudo, y no pude encontrarlo en ninguna parte cerca de donde vivía, aunque los mapas antiguos sugerían que debería estar allí. Finalmente me enteré, por un plano de Salzburgo, que quedaban en una tierra propiedad del ejército, bastante salvaje. Esa población se ha extinguido en los últimos 20 años mientras la estudiaba. De siete poblaciones que había en Reino Unido ha pasado a cuatro en ese tiempo. Y es bastante probable que desaparezca por completo dentro de una o dos décadas. Así que he notado un declive histórico que está sucediendo bajo nuestro control. Somos responsables, lo cual es bastante triste.
Los monocultivos, el cambio climático, el fin de la diversidad… ¿Cuáles son los principales factores que afectan a las abejas?
El mayor obstáculo, probablemente, es la pérdida de hábitat, la pérdida de praderas ricas en flores que solíamos tener en abundancia. La mayor parte de ese hábitat se ha perdido porque la agricultura moderna es muy hostil. Ahora prima el monocultivo y casi no hay malas hierbas porque se rocían con químicos e insecticidas para matar plagas, pero también matan abejorros y eso significa que el campo, o gran parte del campo, se ha vuelto cada vez menos hospitalario para ellos. Aunque también hay otros problemas: hemos introducido accidentalmente nuevas enfermedades en Europa desde Asia a los que los abejorros nativos no tienen mucha resistencia natural.
«Aparte, el cambio climático afecta. Los abejorros son tan grandes y mágicos que mantienen el calor y son realmente buenos para prosperar en climas más fríos, por lo que en España, por ejemplo, no encuentras muchos abejorros»
Aparte, el cambio climático afecta. Los abejorros son tan grandes y mágicos que mantienen el calor y son realmente buenos para prosperar en climas más fríos, por lo que en España, por ejemplo, no encuentras muchos abejorros. Es horrible. Hay muchos en las montañas del norte de España, en las zonas más húmedas, pero no en el clima cálido. Para los abejorros, particularmente, ya hay evidencia en Europa de que están comenzando a desaparecer del sur, de rangos geográficos donde hace demasiado calor para ellos. Algunos pueden ser capaces de mover los bosques del norte o moverse hacia arriba en las montañas a altitudes más altas.
Otra amenaza, según se quejan los apicultores de aquí, es cómo el mercado de la miel se ha copado por los productos chinos. Y que eso tumba los precios y aniquila la diversidad.
No sé qué pasará, pero claramente hay grandes problemas para los apicultores. Dos, sobre todo. Uno es que las abejas no son tan saludables como solían ser, supongo que por la exposición a pesticidas ajenas a estas enfermedades que mencioné. Y las colmenas son más caras, así que es complicado mantenerlas, aparte de que no se puede tener producción todo el año. Pero el otro lado económico de eso que se ha mencionado: China parece producir miel muy barata e inunda el mercado mundial con precios muy bajos. Aunque sean suposiciones no probadas, se llega incluso a sugerir que ni siquiera es miel. Muchos apicultores europeos creen que está hecho de jarabe de maíz con algo para darle sabor a miel. Puede que no sea cierto, el caso es que los apicultores de Europa no pueden competir.
¿Cree que los abejorros serán capaces de adaptarse a los nuevos tiempos, como han hecho en su historia con ciertas características de su anatomía?
El problema es que estamos cambiando el mundo muy rápido. Y los abejorros han sobrevivido 120 millones de años, incluso a los dinosaurios, que lo hicieron hace 65 millones de años. Así que claramente son bastante duros y adaptables, pero ahora la lucha es más dura. Y creo que es porque los estamos bombardeando con todos estos problemas diferentes al mismo tiempo, es como una tormenta perfecta. Están perdiendo su hábitat, no pueden encontrar ninguna flor, se están infectando con una enfermedad extranjera de Asia y, cuando encuentran flores, contienen rastros de pesticidas venenosos. Pones todas esas cosas juntas y no sé si pueden adaptarse lo suficientemente rápido. Habría que devolver flores a los jardines, reducir los pesticidas y usar cosas simples.
Cita a Edward Osborne Wilson, que dice algo sobre que si los humanos desapareciesen, el planeta se mantendría, pero si lo hicieran los animales, se acabaría todo.
Dijo específicamente que si la gente desapareciera, el planeta avanzaría. Si lo hicieran los insectos, el medio ambiente colapsaría en el caos. Y no creo que mucha gente se dé cuenta de que eso es verdad. Las tres cuartas partes de los cultivos en el mundo, la mayoría de las frutas y verduras, dependen del polen de los insectos. Principalmente las abejas, pero todos los demás insectos, ayudan. Pero también hacen muchas otras cosas, que son cada vez menos conocidas, como reciclar nutrientes. Cuando un animal muere, sus cuerpos se descomponen con la ayuda de muchos pequeños insectos, como moscas, gusanos, etcétera. Y ayudan a mantener el suelo saludable, a controlar las plagas…
«Deberíamos valorar más a los insectos. Lo que creo es que más personas son conscientes de la importancia de las abejas ahora y ha habido un gran aumento en el interés y la preocupación por las abejas en los últimos 20 años»
Deberíamos valorar más a los insectos. Lo que creo es que más personas son conscientes de la importancia de las abejas ahora y ha habido un gran aumento en el interés y la preocupación por las abejas en los últimos 20 años, lo cual es genial. Pero no creo que todavía se extienda a otros insectos. Lo fundamental es que la gente necesita comprender es que lo somos., que somos todos parte de la naturaleza, que todos estamos conectados, aunque vivamos en pleno centro de Madrid o Londres: todavía necesitamos comida que provenga de un campo que, a su vez, necesita ser polinizado por abejas y necesita tierra para crecer. Me preocupa por las próximas generaciones.
¿Qué más se puede aprender de los abejorros?
Muchas cosas. Todavía no entendemos completamente su navegación. Sabemos que tienen una brújula magnética incorporada, por lo que saben que siempre saben en qué dirección está el norte.
Pueden detectar campos electromagnéticos, electricidad estática y eso les ayuda a identificar flores que tienen mucha comida. Son unos superpoderes que no tenemos nosotros. Y quedan muchos misterios por resolver. Y son muy amigables: no quieren picar, no quieren atacar. Son muy gentiles en general.
¿Por qué, entonces, les tenemos tanto miedo?
Eso me entristece mucho, porque los niños aman la naturaleza, pero de adolescentes o adultos pasan de ella o la maltratan. Y los abejorros son ajenos para ellos, así que temen las cosas que no conocen. Estaría bien que cualquiera mire una flor, se quede esperando, escuchando, y vea estas criaturas increíbles.
Una de las cosas que ocurre, según apunta, es que hay 25.000 especies, pero nos creemos que solo hay una, que son todos iguales.
Sí, eso es. Vuelvo a lo de antes: debemos darnos cuenta de que somos parte de la naturaleza y creo que lo hemos olvidado. Tenemos que reconectar con ella y aprender sobre abejorros y otros insectos. También se deberían aprender cosas prácticas, como saber cultivar plantas. Ahora no se sabe ni lo más básico, como plantar una semilla. Muchos no tienen ni idea de dónde vienen los alimentos, solo los ven empaquetados en un supermercado. Y, sin embargo, les enseñamos otras cosas.
«Yo pasé horas en la escuela y me obligaron a leer a Shakespeare. No tengo nada contra él, pero estaría bien incluir algo de medio ambiente. Hace falta más educación basada en la naturaleza y más oportunidades para que los niños salgan afuera»
Yo pasé horas en la escuela y me obligaron a leer a Shakespeare. No tengo nada contra él, pero estaría bien incluir algo de medio ambiente. Hace falta más educación basada en la naturaleza y más oportunidades para que los niños salgan afuera. Yo, por ejemplo, veía que lo que comía venía de un animal. Y que tenía que sacrificarse. Ahora tengo la creencia de que si la gente no está dispuesta a matar un pollo, no debería comérselo. Si no estás preparado para ver morir a un animal o matarlo tú mismo, entonces no creo que tengas derecho a comerlo. Sé que estoy un poco loco en ese sentido.
¿Ha cambiado eso con la pandemia de COVID, viendo que dependemos de productos de todo el mundo?
Con la epidemia, nos dimos cuenta de que no podemos tener todo. Y eso es algo que nos enseña cómo podemos, tenemos que cambiar nuestro estilo de vida, para ser más locales, más autosuficientes. Ser menos dependientes de la globalización, cultivando localmente y comiendo alimentos de temporada. El sistema alimentario mundial es increíblemente ineficiente si necesitamos una fruta de Kenia o Chile. Además, comemos muy poco saludable,. Hay una crisis de obesidad, diabetes y enfermedades cardíacas por los procesados o la dieta de cereales y azúcares y no de frutas y verduras. Sin hablar de que desperdiciamos un tercio de los alimentos que se cultivan, cultivándolos de manera dañina. Es una verdadera locura.
Alega que salvar un abejorro ahora es salvar el planeta del futuro. ¿Habría que empezar a pensar en cuidar lo local?
Creo que, en muchos sentidos, las pequeñas cosas son muy importantes. Los insectos, como ya expliqué anteriormente, hacen que el mundo gire. Sin ellos se detendría. Y es fácil cuidarlos, porque viven a nuestro alrededor. Y tardan poco en reproducirse, no como, por ejemplo, los osos panda o polares. Haciendo cosas simples tendríamos poblaciones saludables de insectos. Plantando flores ya daríamos un gran paso.
Escribe, por último, que hay esperanza. ¿Se considera optimista?
Debemos tener esperanza, pero también estar en pánico. Necesitamos esos dos sentimientos: actuar con pánico, porque el tiempo corre rápido, pero, a la vez, pensar que podemos salvarnos. Hay que ser optimista, aunque no hay duda de que perderemos más especies de nuestro hermoso planeta.
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