Editor en ‘Forbes’ y redactor en ‘Newsweek’, el periodista estadounidense Dan Lyons (Massachusetts, 1960) es firme defensor de una mayor diversidad en la industria tecnológica y uno de los primeros críticos de la ‘gig economy’ por su abuso de los trabajadores. Sus artículos han contribuido a llamar la atención sobre las brutales condiciones laborales en los almacenes de Amazon. Autor de un blog en el que parodiaba a Steve Jobs y conocido por ser ‘el Mark Twain de Silicon Valley’ publica en España ‘Cállate. El poder de mantener la boca cerrada’ (editorial Capitan Swing), un lúcido y revelador ensayo científico en el que alerta del peligro que tiene vivir abrasados por «el ruido» infinito de redes, aplicaciones y plataformas. Lyons ha experimentado en su propia piel que necesitamos dejar de ser habladores compulsivos. No deberíamos estar siempre opinando de todo. Nos va en ello la la salud física, mental, familiar y laboral.
El título de su libro no puede decir más cosas con menos palabras: ‘Cállate. El poder de mantener la boca cerrada’. Afirma que necesitamos silencio y desconexión. ¿Por qué?
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El silencio es una terapia. Estamos abrumados por la información, sufrimos sobrecarga. Las redes sociales y los servicios de streaming ofrecen un flujo interminable y es más de lo que podemos manejar. En realidad, está dañando nuestro cerebro. Nos está provocando, literalmente, daño físico. También está moldeando nuestro comportamiento. Nos convierte en seres enojados y desarrollamos enfermedades mentales a nivel social. La solución es alejarse de eso. Dar un paso atrás, desconectarte y pasar tiempo en silencio. El silencio tiene un efecto curativo. Me he vuelto fanático de los ‘baños de bosque’ (paseos relajados por la naturaleza).
Uno de cada cinco estadounidenses sufren trastorno por ansiedad, el problema de salud más frecuente en España. ¿Estamos delante de otra pandemia?
Sí. Un experto al que entrevisté para el libro me dijo que la salud mental (sobre todo, la ansiedad y la depresión) será el mayor problema de este siglo. Lo que pasa es que sucede gradualmente y no lo vemos. Los efectos son especialmente notables en las adolescentes, que se ven gravemente perjudicadas por las redes sociales. Jonathan Haidt, investigador de la Universidad de Nueva York, ha escrito mucho sobre esto. Rastreó el aumento del suicidio y las ideas suicidas entre las adolescentes y colocó el gráfico junto al aumento de sitios de redes sociales como Instagram. Encontró una correlación alarmante.
¿Por qué nos gusta tanto emitir nuestras opiniones sobre todos los temas posibles? ¿Por qué nos hemos convertido en expertos en todo?
Porque tenemos más oportunidades que nunca. Justo en nuestras manos, en nuestro bolsillo, hay una máquina que nos permite a todos convertirnos en tertulianos, compartiendo nuestras opiniones sobre todo. Antes de internet, una persona tenía relaciones con unas 150 personas de media. En las redes sociales, tenemos conexiones con miles o millones. Tenemos la capacidad de decir algo que pueda llegar a mucha gente. Es difícil resistir la tentación de expresar tu opinión, especialmente porque las redes sociales están administradas por algoritmos de inteligencia artificial que saben cómo provocarnos para que publiquemos cada vez con más frecuencia.
Hay evidencia científica que demuestra que los mensajes enfadados se comparten mucho más. Nos provoca cortisol, la hormona del estrés, relacionada con la obesidad, la diabetes e, incluso, los ataques cardíacos. ¿Por qué hemos desarrollado una adicción tan peligrosa?
Las redes sociales tienen un modelo de negocio que depende de lograr que pasemos el mayor tiempo posible y que veamos el mayor número de anuncios. Para mantenerte interesado, necesitan que hagas otras cosas además de leer. Por ejemplo, compartir, dar me gusta, volver a publicar, comentar y publicar. La mejor manera de lograr que hagas eso es enfadarte. La ira impulsa el compromiso. Entonces, los algoritmos de inteligencia artificial descubren qué información te provoca y te la envían. Cuando escribes tuits enojados, descubres que obtienes más respuestas de otras personas. Te gusta la atención, por eso ahora publicas aún más tuits enojados. El cortisol comienza a fluir y permanece contigo incluso después de que dejes el teléfono. Llevas esa ira, agitación y cortisol al resto de tu vida. Las redes sociales son quizá la droga más adictiva jamás creada. Son fáciles de usar y son gratis. Siempre están contigo, en tu bolsillo. Con los cigarrillos o la heroína, necesitas conseguir dinero y tienes que ir a la tienda o encontrar un traficante. Las redes sociales no tienen barreras.
En su libro habla del padre callado. Hábleme más de esta figura.
Usaré una metáfora: el padre arquitecto y el padre jardinero. El primero quiere diseñar la vida del niño, hacer todos los planes y obligarlo a seguir esos pasos. El padre jardinero, simplemente, crea un ambiente seguro y saludable donde el chaval puede crecer a su manera y convertirse en lo quiera ser. No fuerzas nada. Simplemente brindas un espacio seguro, das aliento y apoyo. Como padre, muchas veces he querido decirles a mis hijos qué hacer o tratar de resolverles sus problemas. Pero la verdad es que muchas veces no tengo todas las respuestas. Es mejor escuchar y dejar que resuelvan los problemas por sí solos. De esa manera, cuando tengan éxito, sabrán que el éxito es todo suyo, pueden apropiarse de él, porque saben que lograron su objetivo por sí solos. Y eso fortalece su confianza. Si sigues haciendo todo por ellos, resolviendo sus problemas o haciendo sus tareas por ellos, socavas su confianza.
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