Cuando los obreros aún no cantaban temas burgueses

Por La Razón  ·  18.04.2022

“Los usos del alfabetismo”: Cuando los obreros aún no cantaban temas burgueses

★★★★Por Jorge Vilches

El Real Decreto sobre la ESO habría servido a Richard Hoggart para ilustrar en su obra la homogeneización social. Esa ley no pretende usar la educación como un fábrica de mejores trabajadores, sino de buenos ciudadanos para el paraíso ecosocialista, feminista y plurinacional en una comunidad homogénea. El esquema expuesto en «Los usos del alfabetismo. Un retrato de la vida de la clase obrera», uno de los textos fundacionales de la sociología cultural, es válido hoy a pesar de que se publicó en 1957, aunque no tanto sus conclusiones y ejemplos. El autor describe el impacto de los espectáculos y publicaciones masivas en la conformación de la mentalidad y las costumbres de los trabajadores. Hace una interesante reflexión sobre el vínculo entre la cultura y la vida cotidiana de estos. Relata los usos y costumbres de la familia obrera tradicional, el papel de la madre y del padre, el hogar, el lenguaje y los afectos, la importancia del vecindario y de las amistades, de los juegos en la calle, las tabernas y las tiendas, con mucha nostalgia reivindicativa, como un mundo que se perdió por la irrupción de la modernidad comercial. Hoggart explica luego que esa vida privada de los trabajadores, su identidad y conciencia, fueron transformadas por la industria del entretenimiento y el ocio.Sentimiento identitarioEl sociólogo habla de la creación de una cultura de masas, uniformizadora e instrumental, en la que se consigue la felicidad a través de aspiraciones superficiales. La industria cultural eliminó ese sentimiento identitario, fundiendo gustos y modos de pensar con la clase media. Hace hincapié en la música, por ejemplo, resaltando que se perdieron las canciones obreras en favor de las propias de la burguesía. Es quizá en esto en lo que el libro queda obsoleto: esa música pronto se convirtió en popular, e incluso en las décadas de 1960 y 1970. Estamos ante un clásico de la sociología cultural del siglo XX que sirve para descubrir un mundo que se fue, más pequeño y quizá más entrañable.▲ Lo mejorLa exhaustiva descripción que realiza el autor respecto a la vida privada de la clase obrera▼ Lo peorQue la narración, de 1957, se muestra desfasada en la crítica al mundo comercial

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