10º Aniversario
¡El capitán cumple diez años!
descúbrelo

Cuando la naturaleza recupera lo que es suyo

Por La Verdad  ·  21.10.2022

Nada tan inquietante como un lugar abandonado: los edificios vaciados y silenciosos, los enseres domésticos de quienes habitaron una vivienda donde se ha desplomado el techo, la visión fugaz de los roedores y los reptiles que ahora ocupan las estancias, las voces que creemos escuchar… Y en el exterior, la maleza que avanza a su aire en todas direcciones, poderosa y liberada. La escritora escocesa Cal Flyn (Inverness, 36 años) es una experta en espacios que fueron dejados a su suerte por las personas y que años después han sido recuperados por la naturaleza.

En su libro ‘Islas del abandono’ (Capitán Swing, con traducción de Lucía Barahona) viaja a doce de estos paisajes posthumanos para comprobar cómo los animales y las plantas se han adueñado de enclaves como Chernóbil (Ucrania), la franja fronteriza entre Chipre y Turquía, el bosque del olvido de Verdún (norte de Francia) y la isla de Swona (Escocia), entre otros.

En otros casos, como Salton Sea (California), la soledad no ha sido suficiente para que la biodiversidad vuelva a bullir, tan grande fue el daño producido. Si nos detenemos en esta inmensa dolina convertida en océano interior por la inundación del río Colorado, el paralelismo con nuestro doméstico Mar Menor pone los pelos de punta: de próspero lugar de veraneo a laguna casi desecada y condenada para la vida debido a vertidos agrícolas, eutrofización, anoxia, millones de peces muertos, aves acuáticas intoxicadas…

«En este libro viajaremos a algunos de los lugares más inquietantes y desolados del planeta. Una tierra de nadie entre alambradas de púas donde los aviones de pasajeros se oxidan en la pista tras cuatro décadas de abandono. Un claro en el bosque envenenado hasta tal extremo con arsénico que es imposible que crezcan árboles. Una zona de exclusión levantada alrededor de las ruinas humeantes de un reactor nuclear. Un mar cada vez más escaso sobre cuya orilla desierta se ha formado una playa a partir de las espinas de los peces que una vez surcaron las aguas», advierte la autora en el prefacio de este texto bello y bien documentado, distinguido como mejor libro de viajes por el periódico The Washington Post en 2021.

Prípiat, en las inmediaciones de Chernóbil. / C. S.

Como un reflejo literario del turismo de catástrofes, la autora ha visitado territorios extremos donde la huella de la presencia humana comienza a borrarse después de un desastre natural (como el volcán que arrasó la isla de Montserrat en 1997) o tras la resaca de una potente actividad económica que cesó de repente: donde en otro tiempo hubo grandes explotaciones mineras, emporios de la industria del autómovil (Detroit, EE UU), centrales nucleares o se libró una batalla encarnizada durante la primera guerra mundial, la ausencia de vida supuestamente inteligente ha dejado el tiempo y el espacio suficientes para que broten o regresen las comunidades silvestres.

EL LIBRO

  • Título ‘Islas del abandono’
  • Autora Cal Flyn
  • Editorial Capitán Swing
  • Traducción Lucía Barahona
  • Páginas 320
  • Precio 22 €

También hay historias personales vinculadas a estos rincones aislados. El aliento humano que aún se percibe en ellos, aunque ya muy desvaído, añade interés a esta ronda por los confines del abandono en la que Cal Flyn contó en ocasiones con la ayuda de guías locales. Otras veces se aventuró en solitario saltando muros, aprovechando agujeros en vallas o empujando puertas desvencijadas.

Osos, lobos y ciervos que ganan terreno ante la retirada humana, la colonización por parte de insectos, aves marinas, orquídeas y mariposas rarísimas, grandes herbívoros que pisotean al extraño al menor descuido, la selva de helechos que cubre la superficie más mínima… La revisión de estos espacios desolados por parte de Cal Flyn demuestra que la naturaleza se las apaña perfectamente sin nosotros.

PD. Aunque el índice recoge doce, en realidad son trece las islas del abandono descritas por Cal Flyn: en el preámbulo del libro, la autora cita una visita a la isla de Inchkeith, en el estuario del río Forth, a sólo seis kilómetros de Edimburgo, donde el rey Jacobo IV de Escocia desarrolló un cruel experimento de aislamiento con dos recién nacidos al cuidado de una nodriza sorda, con la esperanza de que, privados de la influencia de una sociedad que consideraba «corrupta», aprendieran por sí solos el «lenguaje de Dios».

Ver artículo original